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EL PAÍS que hacemos
Por Equipo de Comunicación
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Cómo las nuevas narrativas nos ayudan a explicar mejor la realidad

Trece profesionales de EL PAÍS se dedican en exclusiva al tratamiento de formatos visuales

Mapa con los infectados, muertos y curados por coronavirus.
Mapa con los infectados, muertos y curados por coronavirus.

La pandemia del coronavirus ha propiciado que gran parte de la información generada en las últimas semanas haya girado en torno a los datos y la ciencia. Acometer una cobertura nunca vista ha sido un reto para la redacción, que además lo ha encarado desde la individualidad de sus casas. El equipo de Nuevas Narrativas ha desempeñado un papel destacado para acercar esta información a los lectores, pues han cribado buena parte de los datos y estadísticas que vierte la Covid-19 cada día y los han transformado en comprensibles.

Este equipo está formado por siete infografistas, tres especialistas en datos, una redactora y dos desarrolladores que trabajan en coordinación con el resto de la redacción de EL PAÍS. Durante estas semanas mantienen varios artículos activos, es decir, que se actualizan diariamente, como el del número de fallecidos y contagiados. Además, han creado infografías de todo tipo, sobre cómo usar una mascarilla, por ejemplo; guías como la del teletrabajo y grandes reportajes visuales, como el que construyeron junto a Materia sobre el genoma del coronavirus. En un momento en el que comprender y aprehender ciertos comportamientos e informaciones es vital para los lectores, Mariano Zafra, responsable de este departamento explica que estos formatos “capturan la atención del lector con mayor fuerza”, ya que “la explicación de una acción o un proceso le llega de manera intuitiva y sin esfuerzo”.

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No todos los temas son susceptibles de ser tratados desde esta perspectiva. Si bien no hay una fórmula, Zafra señala que las informaciones basadas en datos o mapas, especialmente si se producen cambios a largo plazo, suelen ser buenas candidatas porque permiten plantear formatos y animaciones en las que se perciben esas alteraciones de una manera inmediata. “El formato se decide en las reuniones de ideas y bocetos. Allí, una vez que los periodistas han reunido algunos datos y saben qué historia quieren contar, discuten sobre el formato más adecuado, que puede ser un mapa interactivo, unos gráficos que se superponen cuando el usuario hace scroll o una secuencia de vídeos y animaciones por citar solo algunos”, explica.

Pero para plasmarlos no basta recogerlos y decidir su visualización, hay que comprenderlos de manera individual y en su contexto. Kiko Llaneras, uno de los integrantes de Nuevas Narrativas, ha dedicado las últimas semanas a una newsletter diaria con análisis sobre los números del coronavirus, un video también diario en el que sigue la evolución de la enfermedad a nivel nacional y a trabajar con otros de sus compañeros en diferentes artículos, bien sean estáticos o con una actualización periódica, como son un mapa con el riesgo de rebrotes, un tracker de movilidad y contagios, el exceso de muertes sin contabilizar, los datos del coronavirus en 80 países y la curva del coronavirus en España y Latinoamérica.

Llaneras considera que la importancia de los datos, especialmente en la primera fase de la pandemia, deriva de su propia naturaleza: “Al principio los enfermos llegan poco a poco, cada persona contagia a dos o tres. No parece preocupante. Pero si uno entiendo los número que hay detrás, sabe que ese crecimiento se acelera y que lo que empezó siendo un puñado de casos se convierte en miles y cientos de miles. Las matemáticas son imprescindibles para entender y explicar un fenómeno así”.

Reconoce que cuando la pandemia comenzó, no sabían cómo se iba a desarrollar su cobertura, pues no existía un precedente informativo. "Fuimos probando y una de las cosas que los lectores han premiado con su atención han sido los datos. También creo que han reconocido otras cosas, como la ciencia selecta de la gente de Materia o la cobertura ágil, pero cauta del día a día desde Sociedad”, comparte.

El proceso de obtención y cribado de datos no ha sido sencillo. Llaneras considera que la gestión de información del Gobierno “ha sido mala” y que esta crisis ha evidenciado la necesidad de que “la Administración mejore sus competencia en ciencia de datos”, tanto en la recolección como en su tratamiento y difusión. “Son un bien público que las administraciones pueden usar para mejor nuestras vidas”, acentúa.

Si bien las narrativas visuales se suelen tildar de ligeras, Llaneras descarta esta consideración y sostiene que los textos más exigentes con el lector son los la newsletter, “con matices, más al grano”, y a veces muy largos. El tono es cercano y desenfadado, porque defiende que así es precisamente cómo se debe explicar lo complejo.

Zafra ensalza la capacidad de estos formatos para codificar visualmente información que explicada en texto necesitaría de un gran espacio. Los gráficos muestran tendencias en los datos y permiten comparar fácilmente a través de códigos de color y tamaño. “Está comprobado que el cerebro asimila más información y recuerda más fácilmente la información que recibe por los ojos”, refuerza el responsable.

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