Que nadie se quede atrás
Necesitamos aplanar la curva; mantener el ritmo de crecimiento durante más tiempo no es una opción asumible. Ahora nos aproximamos peligrosamente al límite de lo que nuestro sistema puede soportar. Durante demasiado tiempo no hicimos caso a las señales evidentes que anunciaban el desastre en ciernes, pero ahora ya está aquí, sufrimos las consecuencias. El tremendo castigo infligido durante este tiempo por el crecimiento descontrolado de esa maldita curva es probablemente irremediable, pero ahora tenemos sobradas evidencias de que una decidida acción política es la solución para conseguir aplanarla. De que seamos valientes y tomemos esas medidas depende nuestro futuro, el de nuestros hijos. Me refiero, por supuesto, a la curva de la desigualdad. Piénsenlo.
Francisco Rivadulla Fernández. Santiago de Compostela (A Coruña)
Cuando la situación, después de tres semanas de confinamiento, comienza a ser esperanzadora, cuando las cifras se estabilizan, incluso empiezan a remitir, la actitud de todos tiene que estar a la altura del enorme esfuerzo hecho por los que han estado luchando en primera línea. Humildad, solidaridad, empatía, ayuda a los demás, no hay excusa. Y los políticos que nos representan, ¿sabrán estar a esa altura? Les exigimos: pónganse de acuerdo, trabajen por el bien común, déjense de reproches y mamandurrias, laboren, que para eso cobran. No nos subestimen, estaremos vigilantes, nuestro voto será su castigo.
Andrés González Ruiz. Málaga
Cuando la emergencia sanitaria esté controlada, se abre la pantalla de la devastación económica. Afrontarla requerirá la colaboración de todas las fuerzas políticas, neutralizando el impulso cainita que nos suele paralizar. Urge que se constituya un acuerdo nacional de recuperación integrado por el mayor número posible de grupos en el que se debatan y se avalen las medidas que pasarán luego al Gobierno para su ejecución. No es una opción ni una posibilidad, sino una obligación y una necesidad.
Enrique Ramos Bujalance. Madrid
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