La Super Bowl, el espectáculo más visto del planeta busca remontar el vuelo
El intermedio de la cita deportiva que ven más de 90 millones de personas, ha dejado actuaciones para la historia y otras para el olvido
Hace 54 años, en el intermedio de la final de la NFL (Liga de Fútbol Americano) tocaba una banda universitaria. El halftime show tal y como lo conocemos arrancó en 1991, coincidiendo con su 25º aniversario y en el clímax de la era MTV, y las primeras superestrellas que amenizaron el descanso del partido fueron los New Kids on the Block. Hoy, este espectáculo forma parte de la Super Bowl tanto como el acontecimiento deportivo que este domingo enfrentará a los San Francisco 49ers y a los Kansas City Chiefs. Un patio de butacas para más de cien millones de espectadores en Estados Unidos que es tan comentado y criticado como las anotaciones de un deporte que, fuera de aquellas fronteras, es minoritario. No así la factoría del entretenimiento americana, que tiene una influencia global, aunque en el caso de este show no siempre haya estado acertada. El intermedio ha pasado por todas las etapas y se ha reinventado tras las decadentes para volver a hacer historia, tanto en puesta en escena como en cifras de audiencia. La última vuelta de tuerca: tener como protagonistas por primera vez a dos estrellas latinas como son Jennifer Lopez y Shakira.
La actuación que marcó el camino y la que sigue apareciendo en todas las encuestas como la mejor de todos los tiempos, junto a la de Prince, fue la de Michael Jackson en 1993 en el Rose Bowl de Pasadena (California). El rey del pop accedió a participar en aquella Super Bowl al descubrir que le verían en todo el mundo, o como él mismo dijo, “en lugares donde nunca daría un concierto”. Gastó dos minutos (de los 12 aproximadamente de que disponen los artistas) en quedarse quieto haciendo la estatua, dejando claro que no había una estrella en el planeta con su presencia escénica y que desatase una locura así entre el público. Tiró de efectos especiales, se le vio subido a las pantallas, dio cabida a un coro de 3.500 niños… Total, un despliegue sin precedentes para ofrecer el espectáculo definitivo. Hubo que esperar a la siguiente década para encontrar un intermedio a la altura. Los 2000 comenzaron con una actuación considerada de las peores, o como mínimo, de las más aburridas: la de Christina Aguilera con Enrique Iglesias y Phil Collins, inspirada en Disney. Fue un punto de inflexión.
Al año siguiente la NFL reunió a una banda de rock mítica como Aerosmith con la boy band y la pop star del momento, N’ Sync y Britney Spears. Una mezcla discutible pero que sirvió de aperitivo para unos años apoteósicos. En 2002, U2 dejó una actuación inolvidable, con el homenaje a las víctimas del 11-S como fondo. La segunda mitad de la década está considerada como la mejor de la historia. Paul McCartney, los Rolling Stones, Prince, Tom Petty, Bruce Springsteen y The Who se sucedieron en el halftime show, consolidando el formato como el espectáculo musical televisivo más grande del mundo.
De los más grandes rockeros se regresó al pop, en concreto a las grandes divas. Iconos feministas y LGTB que podían atraer a la Super Bowl a audiencias hasta el momento reacias a la mayor cita deportiva del año. En 2012 Madonna fue la nueva revolucionaria del intermedio. La teatralidad de su propuesta, haciendo su entrada en un trono arrastrado por un centenar de gladiadores y con unos efectos visuales que transformaban su escenario completamente entre cada canción hicieron que, por primera vez, la audiencia del descanso superase a la del partido de fútbol.
La tendencia marcada por la reina del pop continuó los siguientes años con Beyoncé, Bruno Mars, Katy Perry y Lady Gaga, que en 2017 marcó el récord de audiencia hasta la fecha. Una cifra que ha bajado los dos últimos años con Justin Timberlake y Maroon 5, con actuaciones con un nivel por debajo de las de sus predecesoras. Especialmente la de Timberlake, con una repercusión a años luz de la que tuvo en su primera participación junto a Janet Jackson y en la que protagonizó el llamado nipplegate, el escándalo del pezón. Desde que el cantante descubrió el pecho de la hermana menor del rey del pop, el descanso se emite con un pequeño retardo para censurar escenas consideradas inapropiadas.
Pese a ello, llegaron tarde para nublar la imagen de la cantante M.I.A. mientras hacía una peineta a cámara haciendo de corista de Madonna. Una anécdota más para la historia en un evento en el que un anuncio de 30 segundos cuesta cinco millones de euros y durante el que se consumen 250 millones en patatas fritas, por dar solo dos datos de vértigo. El domingo comienza una nueva etapa con dos mujeres latinas que, ante los ojos de 114 millones de personas, intentarán romper la tendencia y volver a engordar un negocio acostumbrado a marcar hitos en cada edición.
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