La furia de Isabel II por la decisión de su nieto Enrique
Meghan Markle viaja de nuevo a Canadá tres días después de regresar al Reino Unido
Isabel II está “furiosa” y Carlos de Inglaterra y su hijo Guillermo, el duque de Cambridge, están “incandescentes de la rabia”. La decisión del príncipe Enrique y de su esposa, Meghan Markle, de abandonar sus actividades reales y volar por libre ha estallado a principios de 2020 en el universo mediático del Reino Unido como una bomba nuclear exagerada, que lleva a sospechar que los británicos han dejado ya atrás el culebrón del Brexit para centrarse en lo que realmente provoca bandos y da dividendos: las aventuras y desventuras de los Windsor. Los diarios han llenado páginas para diseccionar —con abundantes fuentes anónimas del entorno del palacio de Buckingham— dos breves comunicados que, por el tono de los comentarios, más parecen una nueva Guerra de las Rosas que la trifulca familiar provocada por un nieto atolondrado.
Cada paso en esta historia se vuelve afrenta para la prensa sensacionalista. La decisión de Meghan Markle de regresar a Canadá, donde su hijo Archie (de ocho meses) permanece al cuidado de una niñera, soliviantó a los tabloides británicos, que interpretaron el viaje como una huida del embrollo en el que ha decidido dejar solo a su esposo, el príncipe Enrique. Fuentes del palacio de Buckingham han calificado a diversos medios de "asombrosa" la decisión, que se ha conocido al mismo tiempo que la orden dada por Isabel II a todos sus descendientes cercanos y al personal de la casa real de buscar una solución inmediata a todo este embrollo.
La coincidencia de esta bomba informativa con el 38º cumpleaños de Kate Middleton, la duquesa de Cambridge y novia de los británicos rematadamente monárquicos, ha provocado mensajes cruzados en las redes sociales con un pretendido doble lenguaje y una puerilidad enternecedora. “Deseamos a la duquesa de Cambridge un muy feliz cumpleaños. Si deseáis saber más acerca de ella y de sus trabajos, pinchad aquí”, decía la cuenta oficial de la familia real en Twitter, junto con un enlace a la página oficial de Middleton y varias fotos de ella junto a Isabel II.
“Van a ser duramente castigados por lo que han hecho”, han asegurado al Daily Mail fuentes del entorno de la casa real, que han afirmado que la reina había pedido expresamente a su nieto que retrasara cualquier decisión sobre su futuro hasta que pudieran hablarlo con más detalle. Isabel II, según algunos medios, se enteró de la decisión por televisión y el heredero Carlos de Inglaterra y su primogénito el príncipe Guillermo, apenas 10 minutos antes de que los duques de Sussex publicaran el comunicado. Enrique había enviado a su padre un borrador con su propuesta en Año Nuevo, pero se le pidió más tiempo para perfilar los detalles, especialmente los financieros.
“Da la impresión de que a esta pareja no le preocupa nada más que su inmediata felicidad y satisfacción, como si fueran incapaces de ver más allá de la pequeña burbuja de privilegio en la que viven, escribía la comentarista del Daily Mail en asuntos reales, Sarah Vine. Sentaba el tono de una caza de los Sussex para los que algunos medios se han otorgado barra libre. Ha habido más escarnio con la decisión de Enrique de soltar amarras que con las comprometidas fotos en las que se vistió de oficial nazi en una fiesta de disfraces. Y el trasfondo de todas las críticas apunta a una sola culpable: Meghan Markle. “Es difícil evitar la conclusión de que, después de haber crecido en un país que considera aristocracia a la familia Kennedy, Meghan nunca entendió que ser una Windsor no es como ser una famosa. Era necesario trabajar”, escribió en el Daily Express, con un tono pretendidamente comprensivo pero rebosante de clasismo, la periodista Virginia Blackburn.
Esta decisión del príncipe y Markle llega después de un año convulso. Primero fue el conflicto entre Enrique y su hermano Guillermo, seguido de la decisión de dividir su oficina, más tarde el enfrentamiento con los medios de comunicación y finalmente su deseo de llevar una vida más privada por el temor a que Markle sufriera la presión mediática que padeció Diana de Gales.
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