Regalos absurdos, el postre como primer plato y otras peculiaridades de las familias reales por Navidad
Mientras que las monarquías de Suecia y Dinamarca adelantan las celebraciones al día 23, Isabel II invita a sus trabajadores a un multitudinario almuerzo
Unas casas con cordero; otras, con pescado. En unas, gana Papá Noel; en otras, no hay fiesta sin los Reyes Magos. Igual que cada hogar es un mundo a la hora de celebrar la Navidad, ocurre lo mismo con las familias reales. Unas fechas tan tradicionales se celebran de forma diferente en cada una de ellas. Porque no es lo mismo Mónaco que Noruega.
De los que más se sabe, como es habitual, es de los británicos y sus tradiciones. Hay una amplia literatura al respecto por parte de trabajadores y biógrafos. Así, la semana previa a Navidad, Isabel II da un gran almuerzo en el palacio de Buckingham (este año se celebró el miércoles 18). A él acudieron miembros de la familia real británica, pero no solo los más cercanos. Primos, tíos y parientes menos habituales durante el resto del año no faltan a esta reunión familiar en la que buscan juntarse y celebrar, pero que también es un agradecimiento para el personal de palacio por su trabajo de todo el año. Entonces, la reina les hace un obsequio (con un coste de unos 30 euros por persona) y les regala un tradicional pudin a cada uno de ellos.
Aunque Buckingham sea el epicentro de la monarquía, hay dos lugares que también adquieren un especial significado estos días. Windsor, el castillo favorito de la reina, donde pasa muchos fines de semana, es agraciado con regalos de Isabel II, que van a parar a algunas de las asociaciones benéficas presentes en ese mismo pueblo. Pero la gran protagonista es Sandringham. La finca de Norfolk situada al noreste de Inglaterra es el lugar en el que la familia real británica pasa cada Nochebuena. La reina suele llegar en tren pocos días antes de la fiesta y luego se dirige a esta gran mansión. En el salón de la misma hay un gran árbol de Navidad natural y otro de plata —según recoge la publicación Town and Country— que la reina decora con sus hijos y nietos. Es en ese día de Nochebuena, de hecho esa tarde, cuando la familia se intercambia regalos. Es algo que viene de la tradición germana de la que descienden los Windsor.
Esta cuestión de los regalos es bastante curiosa, si no esperpéntica, porque los presentes, cuanto más baratos y cutres, mejor. Como ha contado el biógrafo Brian Hoey, un año el príncipe Enrique le regaló a su abuela, la reina Isabel, un gorro de ducha que al parecer le encantó; por su parte, a Kate Middleton le gusta regalar conservas caseras. La primera Navidad que pasó con los Windsor la princesa Diana de Gales regaló jerseis y chales de cachemir, algo que no encajó en absoluto con el ambiente de una reunión donde el regalo más sonado puede ser una tapa de váter en cuero blanco que la princesa Ana le regala a su hermano, el príncipe Carlos. Al día siguiente, el de Navidad, los británicos regios acuden a misa en la iglesia que está situada en la finca, Santa María Magdalena. Después, almuerzan juntos y organizan juegos de mímica, ven películas...
Precisamente uno de los grandes árboles de Navidad que adornan Londres viene de Noruega: el situado en Trafalgar Square. El país nórdico lo envía cada año como agradecimiento por haber sido sus aliados en la Segunda Guerra Mundial. Por su parte, la familia real noruega, curiosamente, no sigue la tradición de su país en Navidad. Ellos toman sus costumbres de Dinamarca, de donde era originario el abuelo del rey Harald, el rey Haakon VII, que empezó a reinar en Noruega en 1905.
En Nochebuena, la familia real noruega no cena la comida tradicional del país (costillas, cordero o bacalao, según la zona), sino que prefieren tomar lechón asado. Como suele ser habitual en muchas familias reales, abandonan su residencia principal, en el centro de Oslo, para trasladarse a otra a las afueras de la ciudad, una finca tradicional noruega de principios del siglo XX. Allí se intercambian los regalos en Nochebuena. Los últimos años, el príncipe heredero Haakon y su esposa, Mette Marit, también han decidido pasar las fiestas navideñas en una cabaña con sus hijos y practicar deportes de invierno. Los holandeses también viajan: en ocasiones Máxima y Guillermo deciden pasar la Navidad en tierras cálidas y marchan a Argentina, país natal de la reina.
El envío de felicitaciones, este año algo más retrasado, es también tradicional para todas las casas. En el caso de la sueca es bastante llamativo porque suelen acompañar ese christmas con un vídeo en el que hacen actividades caseras, como hornear galletas o decorar el árbol de Navidad. La familia real de Suecia arranca su Navidad un poco antes que las demás, porque el 23 de diciembre es el cumpleaños de Silvia de Suecia, que este 2019 ha cumplido 76. Después, por Navidad, suelen tomar un plato llamado lutefisk a base de pescado blanco seco y soda, además de un bizcocho de nueces empapado en coñac.
La familia real danesa (muy internacional, con raíces francesas, alemanas o griegas, y con la princesa Mary de origen australiano) también empieza la Navidad algo antes, el día 23, cuando adornan el árbol con figuras diseñadas por la propia reina Margarita. En vez de dejar agua para los renos, los niños preparan boles de gachas de arroz en Nochebuena para los ayudantes de Papá Noel. En el día de Navidad la comida es al revés: según explica Hello!, la tradición manda comer primero el postre (en este caso una especie de arroz con leche) y después lo salado: pavo o ganso asado con patatas caramelizadas y remolacha.
La familia real belga tiene como tradición agradecer al personal de palacio su trabajo de todo el año. Pero, en vez de un almuerzo y debido a la gran afición que tiene la reina Matilde por la música, organizan un gran concierto de villancicos navideños. Los Grimaldi en Mónaco hacen algo relativamente similar, implantado por Grace Kelly cuando se convirtió en princesa: invitar a niños a palacio a tomar un chocolate y repartirles regalos.
En España la familia real no hace grandes fastos. El 24 de diciembre, el día que se emite el discurso del Rey, todos acuden a una cena tradicional en el palacio de la Zarzuela donde se reúnen los reyes eméritos y los actuales, Felipe VI y Letizia, con sus hijas, Leonor y Sofía. También suele acudir la infanta Elena con sus hijos, Felipe y Victoria Federica. La infanta Cristina pasa estas fiestas los últimos años en Vitoria con la familia de su marido, Iñaki Urdangarin, que este año se ha unido a ellos al disfrutar de su primer permiso penitenciario.
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