Los músculos que te convierten en el hombre más deseado
El músculo con el que más se liga no se ejercita en el gimnasio
Existe una musculatura que no se exhibe en camiseta, pero que todos los hombres deben cuidar. Es un conjunto de músculos situado debajo del pene, que afecta por completo a su vida.
El suelo pélvico está formado por cinco músculos de los cuales tres forman parte de la musculatura elevadora del ano. Si esos músculos están entrenados, están firmes, están tensos, el hombre no solo no tendrá pérdidas de orina, algo frecuente a edades avanzadas, sino que es más que probable que, literalmente, le cambie la vida. A cierta edad, los hombres padecen incontinencia urinaria. A las pérdidas de orina se les añade el goteo postmiccional: al orinar no se vacía bien la vejiga y, después, se produce una pequeña pérdida. El envejecimiento es así de cruel con hombres y con mujeres. Pero mientras nosotras somos cada vez más de bolas chinas, vibradores vulvares y ejercicios que hacen que usemos menos pañales, a los hombres les cuesta. El suelo pélvico protege los órganos y vísceras inferiores. Retiene, literalmente, nuestras heces y orines. Sustenta la vejiga, los intestinos y el recto. Y cuanto más firme esté, más resguardadito tendremos el tema.
Genial. Añádanle que si entrenan estos músculos que no pueden lucir en público (¿será este el origen de todos nuestros males?) su vida sexual mejorará notablemente. Esos cinco músculos que forman el suelo pélvico son los responsables de las mejores erecciones y de que puedan controlar la eyaculación. Y esto supone una bendición para ese español de cada cinco que tiene problemas de eyaculación precoz. "Esa zona se deteriora con la edad y con los deportes de impacto tipo ciclismo, running o saltos. Los hombres comprueban que, con los años, su ángulo de erección aumenta. A los 18 años se tiene una erección potente en la que el pene casi pega en la tripa y eso deja de ocurrir por el debilitamiento de esta musculatura", cuenta Nayara Malnero, psicosexóloga responsable de Sexperimentando y una experta en el tema. Aunque las pérdidas de orina son ya la gran muestra de que la musculatura no está bien, lo que de verdad determina la tonicidad muscular es ese arco de la erección. Caballeros, obsérvense. Y, sobre todo, sean listos: si aquello ya no se pone como antes, ejerciten su suelo pélvico.
Nayara Malnero atiende en consulta a muchos hombres con problemas de erección, pero también a valientes que quieren entrenarse, precisamente, porque saben lo que eso implica. Para la profesional, hay un ejercicio que todo hombre debería practicar: "Hay una contracción que se realiza en erección, como juego, que hace que el pene se mueva hacia arriba. Un saludo, una bobada que muchas veces se hace con la pareja. Se debe hacer esa misma contracción, pero con el pene en reposo, sin erección alguna". Así, la musculatura obliga a que se haga el ejercicio de subir el pene, justo de lo que se trata. Este ejercicio es el que se plantea a los hombres con eyaculación precoz grave. Es decir, los que eyaculan antes de los cinco segundos. Son los mismos ejercicios que se recomiendan para pacientes con disfunción eréctil grave. Por eso a los hombres que pasan por quirófano para tratar un cáncer de próstata también les obligan a ejercitar el suelo pélvico. Se intenta que vuelvan a tener la capacidad de ereccionar y eso pasa, irremediablemente, por ese conglomerado de músculos. Para los que estén dispuestos a entrenar, incluso en gimnasio, otro ejercicio básico es subir las piernas, por ejemplo sobre una bola de entrenamiento, y elevar la pelvis contrayendo el ano. Los ejercicios de Kegel masculinos consisten en eso: en contraer el ano. La edad para empezar nunca es suficientemente temprana. Los ejercicios de suelo pélvico hay que practicarlos a lo largo de toda la vida; es un entrenamiento de largo recorrido, máxime si queremos seguir disfrutando de nuestra sexualidad y no usar pañales. Existen apps especializadas en el entrenamiento de suelo pélvico, con ejercicios que se hacen en cualquier lugar, a cualquier hora.
Señores, no se despisten. La mayoría somos más de contar quiénes son buenos amantes que de airear los malos.
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