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Primer máster para aprender a criar en España: la sociedad se ha olvidado de cuidar

El curso se impartirá por primera vez en Barcelona en 2020 y va dirigido a profesionales para formarles en los cuidados durante los primeros años de vida

GETTY

La crianza de los hijos depende de muchas cosas. Depende, por ejemplo, de nuestras circunstancias materiales, económicas y laborales. Depende también de nuestro entorno y de nuestra red, si es que la hay. Y depende, claro, de nuestro carácter –y del de nuestros hijos e hijas–, de nuestras expectativas y de nuestras mochilas. Depende incluso de la salud. Y de las horas de sueño. Pero es que además, en la crianza influye la información que tengamos y los profesionales o expertos con los que nos crucemos en el camino –y lo críticos que seamos, o no, con lo que nos cuentan–. Sobre esto último parece ha habido un avance con respecto a los últimos años. Lo hemos visto hace unos días cuando una lluvia de críticas por parte de miles de familias y profesionales de todos los ámbitos obligaba al Hospital Niño Jesús de Madrid a matizar la recién publicada guía Trastornos del comportamiento de niños y adolescentes. Guía Práctica para padres. Un matiz muy mejorable pero también un pequeño avance logrado gracias a quienes veían en muchos de sus planteamientos un atentado contra el sentido común.

La cuestión es cómo hemos llegado a buscar la Biblia de la crianza en la voz de los profesionales sanitarios. Esto no es nuevo. Cuando nací, año 1981, mi madre llevó a la práctica conmigo todo lo que le recomendaron: dejó la lactancia la primera semana por una mastitis, me ponía a dormir bocabajo, mojaba el chupete en anís para aliviar los gases –seguramente inexistentes– y tenía claro que si lloraba en la cuna tenía que “aguantar” periodos cada vez más largos antes de cogerme en brazos para “acostumbrarme”. Hoy por hoy a nadie se le debería ocurrir ya hacer ninguna de estas recomendaciones, pero aún hay otras muchas –como vemos– que siguen flotando en los centros de salud, los libros y las guías de crianza.

Me decía la psiquiatra infantojuvenil y perinatal Ibone Olza en Twitter sobre la guía citada que quizás el primer problema sea justo que se consulte al médico o al pediatra por asuntos de crianza. “Más valdría consultar a las abuelas, a las madres expertas, a las amigas y gente querida...”. Yo añadiría un segundo problema: que nuestras madres a veces tampoco pueden ayudarnos, precisamente porque las recomendaciones que ellas recibieron quedan lejos muchas veces del sentido común. O de las recomendaciones imperantes. “Aguántala más tiempo en el carro aunque llore”, me decía a mí la mía cuando mi mayor lloraba en el capazo.

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A mediados de noviembre leía que la Universidad de Barcelona (UB) impartirá en 2020 el 'Máster en crianza 0-3 y acompañamiento a las familias en red', el primer máster de España que forma a profesionales en la crianza de los primeros años. Cuenta con 750 horas de formación integral –en la que participan psicólogos, fisioterapeutas pediátricos, pedagogos, sociólogos, médicos, profesores, enfermeros, antropólogos y educadores sociales–, y está dirigido a todos aquellos que trabajan en ámbitos relacionados con bebés y niños pequeños, miembros de entidades que desarrollan proyectos de crianza y acompañamiento a familias en el tercer sector, titulados universitarios o de ciclos formativos y docentes en activo. El objetivo es que se adquieran conocimientos sobre cuestiones como la pareja, el embarazo, el parto y el posparto o la educación de forma que puedan acompañar a las familias en una de las etapas más trascendentales.

Núria Rajadell, profesora de pedagogía de la UB y directora del máster, cuenta que el máster, que va ya por su tercera edición, es hijo de un posgrado creado en 2011 a raíz del interés de numerosos expertos –pertenecientes a diferentes campos– en “un avance positivo y respetuoso hacia la crianza de los niños y niñas y sus familias”. Se trata de una formación que se realiza en grupos pequeños para que, según explica Rajadell, los alumnos tengan contacto más directo con los profesores y la formación sea mucho más “potente y enriquecedora”.

La sociedad que se ha olvidado de cuidar

“Nunca se había estado tan formado para ser familia pero tampoco nunca había estado esta familia tan sola en el momento de la primera época de crianza de sus hijos e hijas, y tampoco tan angustiada para hacerlo lo mejor posible”, dice Núria Rajadell. En este momento de profesionalización de la crianza también ocurre que la hemos “patologizado”. Tenemos miedo ya desde el embarazo de que algo no salga bien y buscamos continuamente el fallo. Lo que no está bien. La catástrofe. Enfemenino.com se convierte en el buscador de las más terribles pesadillas. “Embarazo ectópico” fue el primer término que busqué al llegar a la semana 12 de mi primer embarazo. No es de extrañar la cantidad de libros que se publican cada mes sobre cualquier aspecto relacionado con el embarazo, la crianza, la educación, la alimentación y hasta con el ocio familiar. Cualquier cosa es susceptible de salir mal. Hasta el ocio. Queremos saber para poder evitar la catástrofe y queremos saber, también, porque no hay nadie que nos lo cuente. ¿Cuántos niños han nacido en nuestro entorno más próximo en los últimos años? ¿A quién acudir cuando descubrimos el fardo de dudas con el que llega el bebé bajo el brazo? ¿Qué red hemos terminado tejiendo a nuestro alrededor?

El modelo de familia ha cambiado así como la manera en la que llegamos a la maternidad y a la paternidad. También han cambiado los problemas sociales, económicos y laborales. Nuestras preocupaciones. “Desde las políticas sociales se debería facilitar y poder gozar esta preciosa época de la vida. Para ello resulta tan importante el trabajo en red en el que los diferentes profesionales y servicios, más allá de su especialización, tuviesen este mínimo conocimiento de la tarea de demás profesionales con los que conviven indirectamente con esta familia, bajo un respeto y una facilitación a esta andadura como familia”, explica Núria Rajadell, para quien existen diferentes posibilidades de colaborar con esta época de la crianza. Una de ellas es, esta, la de la formación de los profesionales que forman parte de las instituciones, pero también la reflexión en torno a la importancia que le damos a los cuidados. El problema puede ser ese: que hemos normalizado que los cuidados no son una responsabilidad de todos. Nos hemos olvidado de cuidar.

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