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Columna
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La ocasión de oro para Esquerra y Ciudadanos

Si ambos partidos optan por hacer política en vez de testimonialismo pueden lograr interesantes réditos de la situación

Xavier Vidal-Folch
Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Pere Aragonès tras conocer el resultado electoral.
Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Pere Aragonès tras conocer el resultado electoral. ALEX CAPARROS (Getty Images)

El empeño de la investidura de Pedro Sánchez es, además de un embrollo, una ocasión de oro tanto para Esquerra Republicana como para Ciudadanos. Si ambos partidos optan por hacer política en vez de testimonialismo pueden lograr interesantes réditos de la situación: viables solo si son compatibles con los beneficios para el aspirante socialista.

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¿Qué les ocurre? Esquerra viaja tortuosamente al pragmatismo, sumergida en un áspero sudoku triangular. Primero, compite con el pujolismo radicalizado (la CUPvergència), lo que la atenaza ante un adelantado escenario electoral, si el juicio a Quim Torra que hoy comienza acaba inhabilitándolo por desobediencia. ¿Por qué? Porque en una coyuntura de honda crisis las posturas más polarizadas gozan de prima.

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En el segundo ángulo, su base, asambleísta, aprovechará estafase pre-Congreso del partido para forzar a la dirección: ya lo hizo antes impidiendo que renegara del todo de la fracasada opción unilateralista y la aceptase como otra más, esa incoherencia. Y como efecto de ambos ángulos, el tercero, la relación con el PSOE, exhibe un estrecho margen de maniobra para ambos.

Pero toda alternativa a su abstención desembocaría en una hipótesis peor: ¿podría permitirse Esquerra aparecer como el viático de Vox? Ni sus electores, ni sus dirigentes encarcelados lo verían como mejor opción. Por eso tiene tres tareas: recordar que la posconvergencia es frágil aliado: siguen menudeando cada día sus escándalos (financiación de Waterloo, desvío de fondos de Deportes...); contraponer a sus talibanes el prestigio interno de un Carles Mundó (el unilateralismo “es poco útil”), y buscar una síntesis con el aspirante: primero, trenzar un acuerdo intracatalán, como enfatizan los socialistas; luego, verter sus conclusiones a un espacio intraespañol, como desean los indepes en su afán bilateral (legítimo si no excluye el multilateralismo).

Lo de Ciudadanos es más sencillo y rotundo. Para sobrevivir como tal y evitar una opa del PP, tiene la vía de refundarse recuperando ya su perfil autotraicionado: centrismo liberal contra pactos opacos con los ultras; función de bisagra con pactismo en distintas direcciones. Eso implicaría, ahora, anunciar la hipótesis de abstenerse y negociar sus términos programáticos.

¿Y el interés de Sánchez? No sería menor balizar desde la Constitución el encauzamiento de la cuestión catalana, ni dotar a su alianza de izquierdas de otro vector centrista (junto al PNV) que la hiciera más transversal. Y, por tanto, más sostenible.

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