_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Política para ciudadanos adultos

La gente no es boba; quiere que le presenten los problemas en toda su crudeza y se reconozcan los errores

Fernando Vallespín
Pedro Sánchez celebra la victoria en las elecciones generales.
Pedro Sánchez celebra la victoria en las elecciones generales.Uly Martín

Perdonen, ya sé que voy a hablar de algo que no es de actualidad. No, al menos, de lo que hoy entendemos por tal. Aunque eso no le quita importancia al tema, que vale para ayer, hoy y mañana, es una cuestión perenne. Me refiero a la necesidad que tienen nuestros políticos de tratarnos a los ciudadanos como personas adultas, y no como el objeto de las nuevas políticas de comunicación. En estas aparecemos como seres infantilizados, primarios, dispuestos a tragarnos casi cualquier cosa si se presenta con el envoltorio adecuado. Y si no cuela en ese momento, la mareante aceleración de las noticias y el constante cambio de temas ya se encargarán de trasladarlas al olvido. Cambio de pantalla, como se dice ahora. Pero no quiero olvidar, quiero detenerme, aunque solo sea un ratito, en un par de ejemplos recientes de patente desprecio a la inteligencia de los ciudadanos. El primero, y quizá el más grave, es el pacto Sánchez-Iglesias, que en sí mismo es perfectamente legítimo. A lo que me refiero es a la incongruencia entre lo que todos recordamos que dijo Sánchez en su día sobre su nuevo socio y la celeridad y desparpajo con la que se presentó como “lo que hay que hacer”. Digo que es lo más grave, porque fueron esas reticencias entre ambos partidos lo que acabaron conduciéndonos a nuevas elecciones. Pero también porque supone una flagrante vulneración de la premisa básica de la lógica, el principio de no contradicción. Ya sabemos que la lógica no siempre sirve para la política; pero, como recordaba Maquiavelo, para esos casos está el disimulo. Tampoco hubiera sido tan difícil habernos preparado con la escenificación de “negociaciones” que acabaran después en acuerdo. No, tiene mucho más efecto mediático la sorpresa, aunque pensemos que nos toman por tontos.

Más información
Así se cerró en una hora la coalición imposible entre PSOE y Podemos
Los dardos de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias en la cadena SER

El segundo ejemplo es anterior, la propia reacción de Sánchez tras el escrutinio electoral. Esa eufórica celebración del resultado como si fuera una extraordinaria victoria cuando en realidad significaba el fracaso de la estrategia que condujo a nuevas elecciones. Seis meses más de parálisis que nos devolvieron a la casilla de salida, llenaron el Congreso de representantes de la ultraderecha y lo hicieron todavía más ingobernable. A esos angustiados ciudadanos a los que por enésima vez les condujeron a las urnas les hubiera gustado escuchar alguna autocrítica, aunque fuera pequeñita. Nada, ni eso, el enmarque fue que el PSOE había vuelto a ganar las elecciones y amplio ondear de banderas, punto. Al cabreo de los ciudadanos por el bloqueo se unía ahora la sensación de tomadura de pelo. Hay muchos otros casos, desde luego, pero son tantos que no caben en una columna. En todos ellos se manifiesta ese síndrome de que somos menores de edad, que se nos puede engatusar con cualquier truqui diseñado por los nuevos gurús. Pero la gente no es boba; quiere que le presenten los problemas en toda su crudeza y se reconozcan los errores. Sin eso es difícil que volvamos a recuperar la confianza en los políticos. Si hay algo que no soportamos es que se nos tome por primos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_