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Blogs / El Viajero
El blog de viajes
Por Paco Nadal
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Al Apóstol no le gustan las eléctricas

Las bicicletas eléctricas ganan cada día más adeptos. Pero no siempre son bien recibidas. La controversia llega ahora al Camino de Santiago, donde niegan la Compostela a quienes peregrinan de esta forma

Un peregrino recorre el Camino de Santiago en bicileta eléctrica.
Un peregrino recorre el Camino de Santiago en bicileta eléctrica.
Paco Nadal

Las bicicletas eléctricas han entrado en el mundo del deporte como elefante en cacharrería. Los divorcios que se están produciendo en clubes ciclistas después de años de amores sudorosos entre los que se perpetúan en la tradición del pedal y los que se han pasado al electrón darían para escribir un libro. Pero aparecen nuevos fuegos donde menos te lo esperas. Por ejemplo, en el Camino de Santiago.

¿Es válido hacer el Camino de Santiago en una bicicleta eléctrica? ¿Hacen el mismo esfuerzo por expiar sus pecados que quienes van a pie o en bici tradicional? ¿Tienen derecho a la Compostela (el documento acreditativo que expide la Iglesia de haber realizado la peregrinación bajo pietatis causa)?

La Compostela es la acreditación de la peregrinación a la Tumba de Santiago.
La Compostela es la acreditación de la peregrinación a la Tumba de Santiago.oficina de acogida al peregrino

De momento, el Arzobispado de Compostela parece (solo parece) tenerlo claro. Desde la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago de Compostela, la entidad arzobispal encargada de gestionar los asuntos de la peregrinación, me confirman que no dan la Compostela a quienes hagan el Camino en bicicleta eléctrica. “No está publicado en la web pero las instrucciones siguen siendo las mismas de siempre, que solo se dé a los que hagan los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo o 200 en bicicleta normal”. Me pregunto (y les pregunto): ¿y cómo lo confirman? ¿Salen a la puerta para ver qué tipo de bicicleta lleva el demandante? “A veces sí, pero no siempre”, responden (y yo lo dudo). “De todas formas, tenemos mucha experiencia, nada más ver entrar a un peregrino sabemos si ha venido a pie, en bici, en coche o en barco a vela”. Y sentencian: “si mienten aquí, menudo camino de mentiras habrá llevado”.

Diferente es la opinión de Tomás Sánchez, gerente de Bicigrino, uno de los mayores operadores y portales web de viajes en bicicleta por las diferentes rutas jacobeas. “Me consta de buena fuente que el arzobispado no piensa así, y que no hay una postura oficial de la iglesia en contra de las eléctricas. En mi opinión es absurdo prohibirlas. Hacer el Camino en bicicleta eléctrica no es ninguna trampa; no van solas, hay que pedalear. Y facilita a muchas personas con cardiopatías, problemas de salud o deficiente condición física hacer el Camino. ¡Estamos en el siglo XXI!”. Sánchez también cree imposible verificarlo. “Cuando uno va a pedir la Compostela suele dejar la bici en el hotel. ¿Van a bajar a ver una por una todas las bicis? Ellos no miran cómo es tu bicicleta y no tienes que entrarla dentro de la oficina. No hace falta especificar tanto”. En su empresa tienen 150 bicicletas de alquiler, 50 de ellas ya eléctricas. “Y cada año aumenta la demanda de éstas, es una tendencia imparable”, asegura.

Francisco Jiménez, de 60 años, es un purista del cicloturismo a la vieja usanza. Ha hecho con su bici muscular, como él le llama, seis veces diferentes caminos más otras a pie. Y dejó de salir con sus amigos habituales del club ciclista porque se negó a cambiarse a la eléctrica. Sin embargo, sobre esta polémica lo tiene claro: “el Camino es una aventura personal y cada uno lo hace por las razones que quiere y como quiere. Yo no veo ningún problema en que se haga con las eléctricas ni por ello siento que se agreda a la pureza del Camino. Todo lo contrario. La bicicleta eléctrica puede ayudar a animarse a mucha gente que de otra forma ni se plantearía hacer esa aventura. Yo mismo, por ejemplo, estoy pensado en hacerlo el año que viene con mi mujer, que jamás se atrevería a hacerlo con una bici normal. Además, el Camino es un negocio, aceptémoslo. Y si más gente puede hacerlo gracias a este nuevo ingenio, pues mejor para todos los que viven del Camino, incluida la Iglesia".

El que esto escribe, que ha hecho muchos caminos a pie y en bici en su época de escritor de guías para EL PAÍS-Aguilar, es también propietario de una bicicleta eléctrica. Y puedo asegurar que este tipo de bici no es una moto: de hecho no están consideradas vehículos de motor siempre que no superen los 250 W de potencia (que son la mayoría). El motor solo asiste a la pedalada, no te mueve solo, por lo que hay que pedalear y hacer esfuerzo. Menos que con la normal, obvio; pero sudar, se suda. Y mucho.

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Estampa habitual de un peregrino portando la concha de vieira, el famoso icono del Camino de Santiago.
Estampa habitual de un peregrino portando la concha de vieira, el famoso icono del Camino de Santiago.

Mejor que ponerle puertas al campo, ¿no sería más lógico poner una distancia mayor a recorrer con las eléctricas en el Camino de Santiago (400, por ejemplo, en vez de los 200 exigidos a la bici normal) para ser considerado un peregrino “oficial” en vez de negarle esa condición?

¿O es que los que hacen el Camino contratando un servicio de transportes de mochilas de albergue a albergue no hacen también trampas? ¿Y los que van en un viaje organizado con coche de apoyo? Aquellos que en vez de en ruidosos y olorosos albergues duermen en hoteles, ¿no tienen ventaja porque descansan mejor? Puestos a ponernos exquisitos, habría que exigir que se peregrine con borceguíes medievales en vez de con súper técnicas botas con Gore-Tex, porque eso también es una ventaja y desvirtúa el sentido primigenio de la peregrinación. Personalmente me parece más trampa a ese espíritu original del Camino la proliferación de albergues privados que son negocios puros y duros en vez de lugares de acogida y hospitalidad que el hecho de que alguien se apoye en un motor eléctrico para subir las cuestas.

En fin, el Camino es un viaje al interior de uno mismo. Y cada uno debe hacerlo por y como crea conveniente. La Compostela no deja de ser un suvenir sin más valor que el que tú quieras darle. Si la consigues de forma fraudulenta, allá tú, solo te engañas a ti mismo.

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