Entrenados para el deporte profesional
Cuando los clubes son empresas cotizadas entran en juego las escuelas de negocio
Cuando Matthijs de Ligt marcó un gol en el minuto 67 del partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones entre su equipo, el Ajax de Ámsterdam, y la Juventus de Turín, las consecuencias de su tanto fueron más allá de lo deportivo. El lunes siguiente, las acciones del Ajax (que se había clasificado) subieron un 9% en la Bolsa de Ámsterdam, mientras que las de la eliminada Juve se hundieron un 17,6% en la plaza de Milán. El deporte profesional tiene más de un siglo, pero hasta las dos últimas décadas, sobre todo en Europa, siempre se ha movido en un terreno intermedio en el que se buscaba un equilibrio entre la identidad de los clubes y la faceta empresarial, al contrario que en, por ejemplo, Estados Unidos, donde el modelo de franquicias hace de la comercialización un asunto que resulta mucho más explícito.
Pero estos últimos 20 años han acabado con esa ambigüedad. Los equipos profesionales (que en Europa son, sobre todo, los de fútbol) son negocios y como tal son tratados. “Desde hace unos años, la importancia de profesionalizar la industria es cada vez más evidente”, apunta Mercedes Hernández Marrero, directora ejecutiva de la Escuela Universitaria Real Madrid - Universidad Europea. “Se trata de un sector económico clave [según la consultora AT Kearney, puede llegar a mover 450.000 millones de euros al año] y necesita especialistas y apasionados del deporte en cada una de las áreas de la industria”. Y, como tal, a la hora de buscar gestores, los clubes están dejando de mirar en sus vestuarios para fijar su atención en las escuelas de negocio. Y estas están atendiendo a la llamada.
Aun en España, donde los clubes, la profesionalización de la industria está dejando su huella, en comparación con los bombásticos años noventa del siglo pasado y los excesos de antes de la crisis. “Tenemos ya la consciencia de que no se puede gestionar una entidad deportiva de una manera distinta de otro tipo de entidad”, indica Félix Plaza, del Centro de Estudios Garrigues. La escuela que dirige tiene un máster en Administración de Empresas (MBA, en sus siglas en inglés) en Derecho y Deporte (con la colaboración de la Liga de Fútbol Profesional), así como un programa executive (destinado a directivos) en gestión deportiva.
El sector del deporte puede llegar a mover 450.000 millones de euros al año y necesita profesionales específicos
El Johan Cruyff Institute tiene toda una serie de programas (presenciales, semipresenciales y online) sobre gestión deportiva y marketing, en especial un máster en Administración y Dirección del Fútbol en colaboración con el Fútbol Club Barcelona. “Mientras que hace años la transparencia no existía y todo estaba basado en los contactos, el deporte como negocio está intentando dar un paso adelante”, apuntan desde el centro. “Cada vez más entidades deportivas apuestan por contratar mejores profesionales que puedan entender las posibilidades del mercado global”.
Posibilidades de empleo
Toda esta expansión de programas viene derivada de que es un mercado en auge: cada vez más deportes se profesionalizan, o incluso, como el caso de los deportes electrónicos, están poniéndose en marcha. “La mayoría acaba trabajando en la industria”, apunta Babatunde Buraimo, director del MBA en Industria del Fútbol en la Universidad de Liverpool (Reino Unido). “No solo en clubes de la Premier League, sino también en Europa, en la FIFA y en la UEFA”. Y más, porque el sector es mucho más amplio que los clubes y federaciones. “También permite trabajar en empresas relacionadas indirectamente en puestos como marketing, operaciones, finanzas o negocio digital”, explica Hernández Marrero. “Patrocinadores, marcas de ropa…”.
Los equipos profesionales (que en Europa son, sobre todo, los de fútbol) son negocios y como tal son tratados.
Si hay una cosa en la que todos coinciden es que si hacen falta cursos específicos es porque el del deporte es un mundo aparte. “Las reglas son distintas”, considera Buraimo. “Es una industria que genera muchísimos ingresos, pero donde la rentabilidad es muy baja”. “Los clubes aprecian que la gente que vaya a trabajar para ellos tenga consciencia de las idiosincrasias del sector”, considera Plaza. “De hecho, a la hora de contratar, se tienen que preguntar si vale la pena fichar a alguien que no conozca sus características”.
La diferencia fundamental es que se trabaja con sentimientos, no con productos. “Si tu empresa fabrica smartphones, y a los consumidores no les gustan, se irán al producto de la competencia”, explica Buraimo. “Pero en el deporte no pasa eso. El consumidor se ofende cuando le tratas como tal. Se consideran aficionados leales y si no les gusta lo que haces, van a protestar y mucho”.
Pero no todo es competición. “Cuando hablas de marketing, por ejemplo, un graduado que entra en la industria tiene que saber que los clubes deben colaborar entre sí”, indica Buraimo. “Apple no puede trabajar conjuntamente con Samsung, pero el Real Madrid y el Barcelona, por mucho que compitan deportivamente, tienen que aliarse en los negocios, porque solo les irá bien si les va bien a los dos”.
Educación física: buena oferta, quizás demasiada
Antes que de trajes y maletines, el mundo del deporte va, sobre todo, de llevar al cuerpo humano a los límites de su habilidad. Los éxitos de los atletas españoles en casi todos los ámbitos no han hecho sino incentivar la participación tanto en el ámbito profesional como en el de los aficionados, aunque, según Eurostat, España sigue estando bastante por detrás de los países del norte de Europa. Para atender esa demanda, en más de 40 facultades españolas se dan cursos de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, en exclusiva o en combinación con Fisioterapia. Una cifra “exagerada”, como reconoce Vicente Gómez, decano de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de la Universidad Politécnica de Madrid, que señala que, aunque al principio las vocaciones llevan al entrenamiento, la principal salida sigue siendo la formación escolar.
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