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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Decisión justificada

El Gobierno acierta al retirar al buque español del grupo de combate naval de EEUU, pero tenía que haberlo comunicado de otra forma

Imagen de archivo de la fragata
Imagen de archivo de la fragataRomán Ríos (EFE)

La decisión de retirar a la fragata española Méndez Núñez del grupo naval de combate estadounidense encabezado por el portaviones Abraham Lincoln es acertada por cuanto Washington ha variado sobre la marcha la misión de la flota para dirigirla a una zona de potencial conflicto, algo no previsto cuando se acordó la participación española. Sin embargo, la comunicación de esta medida al Gobierno estadounidense ha sido realizada siguiendo un formato burocrático, renunciando así a canales diplomáticos que hubieran permitido evitar malentendidos o interpretaciones que no se ajustan a la realidad.

Hace dos años, España y EE UU acordaron que la Méndez Núñez se integrara en el grupo de combate estadounidense en una misión que constituye un ejercicio práctico —habitual, por otro lado, para la Armada española— que sirve además para conmemorar los 500 años de la vuelta al mundo de Magallanes-Elcano. El recorrido se inició en abril y se prolongará hasta el 31 de octubre, cuando la flota llegue a San Diego (California). La singladura se realizó según lo previsto hasta que la semana pasada el Gobierno de EE UU ordenó desviar los navíos hacia el golfo Pérsico ante la escalada de la tensión con Irán.

Se trata, pues, de una modificación no prevista y unilateral del plan que colocaba al buque español —el único no estadounidense que formaba parte del grupo— ante un potencial escenario bélico en el que, llegado el caso, se vería directamente inmerso. Es razonable que el Gobierno de Pedro Sánchez saque temporalmente a la fragata de esa flota tanto por el fondo —la política exterior española respecto a Irán está alineada con los países más importantes de la UE, no con EE UU— como por la forma: el Parlamento —aún sin constituir— no ha aprobado la intervención de España en conflicto alguno. Además, la Méndez Núñez no ha abandonado definitivamente la misión. Se ha limitado a buscar un puerto y esperar a que el grupo del Abraham Lincoln retome la ruta prevista para reincorporarse a la misión. Por razones similares y en paralelo, Holanda y Alemania han suspendido el entrenamiento que sus soldados imparten en Irak.

La actuación española, perfectamente justificada y leal con lo firmado, podría haberse explicado a los estadounidenses siguiendo los canales diplomáticos establecidos. De hecho, una razón de la existencia de las embajadas es que constituyen un canal de comunicación permanente y directo entre los Gobiernos de dos países. El que se utilizaran canales militares para informar al Pentágono de la decisión es un paso necesario desde el punto de vista operativo, pero insuficiente en las relaciones entre países aliados. España, pues, tiene la razón de su parte y tenía los mecanismos diplomáticos para explicarlo.

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