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Que sí, cariño. Que sí. Que la tienes enorme

La idealización del miembro

El tamaño del pene importa más a los hombres que a las mujeres. Muchos consideran micropene por encima de los siete centímetros.

Getty

Quizás sea una cosa de edad y ahora los jóvenes no vengan así de serie, pero por una razón que se me escapa, la mayoría de los hombres que conozco le dan bastante importancia al tamaño de su miembro. En mayor o menor medida, nunca mejor dicho, pero el tamaño es una cuestión que planea con frecuencia. Imagino que todo tiene que ver. Tenemos un amplio repertorio de gestos con alto contenido fálico. Llevarse las manos al paquete y mostrarlo al respetable, por ejemplo. Y ninguno de los que lo hacen parecen querer evidenciar que la tengan pequeña. Lo que es maravilloso es acojonante, si es aburrido es un coñazo y mientras aún hay mujeres que no se atreven a ver su vulva, los niños se la cogen para mear desde que dejan el orinal. Por lo pronto hasta la universidad de Zúrich se planteó la necesidad de un estudio para saber cómo era el pene perfecto. Y solo con teclear en internet “tamaños de penes” aparecen más de dos millones y medio de referencias. Es en la red donde buscamos explicación a casi todo, así que es más que evidente que, por mucho que nos empeñemos en decir que no, el tamaño sí nos importa.

No seré yo la que establezca medidas anatómicas. Ni mucho menos la que las evalúe. Pero sí diré que no importa el tamaño si se pone empeño en otras lides. Siempre recordaré aquel paciente del urólogo del Gregorio Marañón, el Dr. Javier Mayor de Castro, que, cuando le informó de las posibilidades de operarse para recuperar sus erecciones después de pasar un cáncer de próstata le contestó que no. Que tenía buena fama entre sus amigas por el resto de sus habilidades amatorias. No tenía el más mínimo interés en que se le volviera a levantar. Olé, caballero. La mayoría de mujeres que conozco opinan como las amigas de este caballero. Y con el tamaño, ocurre lo mismo.

Otra cosa son las complicaciones que pudieran suceder.

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La curvatura del pene, por ejemplo. Casi un 3% de hombres tiene la llamada enfermedad de La Peyronie, que consiste en una cicatriz interna del pene. La mitad de esos hombres manifestará una curvatura. Y unos pocos lo tendrán jodido para el planazo del sábado por la noche. Hay un motivo que es el puramente físico: depende de hacia dónde tengas la curvatura y cuánto hará posible la penetración. “Si tienes una curvatura de noventa grados se hace muy difícil mantener relaciones”, señala Eduard García Cruz, urólogo especializado en sexualidad, “La propia enfermedad de La Peyronie puede provocar disfunción eréctil, el pene se acorta y ahí ya no solo entra la parte mecánica en el asunto; también entra el ego y autoestima. Relata también el doctor cómo algunos de sus pacientes, se presentaban con fotos de sus penes en erección manifestando un profundo rechazo hacia ellos. “Es que no quiero ni tocármelo, me dicen”.

Cierto es que las mujeres también idealizamos ese miembro. Pero qué curioso. Idealizamos más los penes de los amantes esporádicos. Según otro estudio, en este caso por las universidades de California y Nuevo México, el pene ideal lo ubicamos en los 16,3 centímetros metros de longitud. Y parece que 16 es la medida ideal, porque para nuestras relaciones de largo recorrido, idealizamos en esa medida exacta el pene de nuestras parejas. 

A ver si hacen un estudio sobre qué pasa cuando el que la tiene enorme es tu marido y no los que te encuentras esporádicamente. Me interesa.

Como cuenta Pere Estupinya en S=EX2, “el falo humano es el mayor de todos los primates. ¿Por qué? Varios motivos: por un lado caminar de pie y tenerlo expuesto lo convirtió en un signo de atracción sexual similar al pecho femenino. Y otro motivo es que con el pasado promiscuo que tuvo nuestra especie, los penes grandes y esa peculiar forma achampiñonada del glande eran mucho más útiles para retirar de la vagina de la mujer el semen del individuo anterior que había fornicado con ella”. De hecho, le debemos a este gesto de querer apartar el semen ajeno el que los coitos empezaran a durar más que lo estrictamente necesario. Los gorilas tienen unos músculos sublimes, penes de menos de cuatro centímetros y los espasmos eyaculatorios que duran apenas unos segundos son lo más parecido a una noche de pasión. Así que no se quejen con que la tienen pequeña. El divulgador científico (y bioquímico, que a veces se nos olvida) cree que quizás sí exista una justificación evolutiva para que los hombres estén más obsesionados que la mujeres con el tamaño de su pene. Al fin y al cabo lo exhibían y les servía de mucho.

La mayoría de los urólogos reconocen que son muchos los que acuden a su consulta preocupados por longitudes que superan los siete centímetros que establecen la categoría de micropene. Y también desconfían de todos los tratamientos y recursos a los que se recurra para conseguir más centímetros. Daniel Gascón me contó una anécdota buenísima la mañana que le dije que escribiría sobre este tema: “A Billy Wilder le preguntaron si una película suya era demasiado larga, a lo que respondió que todas las películas son demasiado largas y todas las pollas demasiado cortas”. Yo no sé si los griegos creían que su patria era su verga como defiende Sánchez Dragó, pero que algunos tienen en la boca siempre su santo miembro, no me cabe la menor duda.

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