Cuentos de terror en el Museo del Prado
Cuatro cuadros con más sangre que una película gore
‘El triunfo de la Muerte’
Pieter Bruegel el Viejo (1562–1563)
Pocas veces se ha mostrado el terror que infunde la muerte como en este lienzo pintado por Pieter Bruegel el Viejo hacia 1562. Frente a un paisaje yermo donde se suceden escenas de destrucción, un ejército de esqueletos, comandados por la muerte a lomos de un caballo famélico, se entrega a una degollina digna de George A. Romero. En mayo de 2018 el lienzo fue devuelto a las salas del Prado tras una minuciosa restauración que le devolvió sus colores originales.
‘El banquete de Tereo’
Pedro Pablo Rubens (1636-1638)
Un rey bárbaro, dos hermanas, una violación, una sanguinaria venganza. De eso trata la trágica historia de Filomela, uno de los mitos menos conocidos de Las Metamorfosis de Ovidio. Tereo, esposo de su hermana Procne, la viola y le corta la lengua para que no se chive, pero no puede evitar que Filomena dé cuenta del bárbaro acto, ni tampoco la venganza de ambas, que materializan a través de Itis, hijo de Procne y del propio Tereo. Rubens muestra en este lienzo el terrible momento en el que Procne arroja al tirano la cabeza sanguinolenta de Itis, tras habérselo servido de cena.
‘Saturno devorando a un hijo’
Francisco de Goya (1820–1823)
La más sangrienta y turbadora del conjunto de catorce escenas conocidas como Pinturas Negras —por la gama de pigmentos oscuros empleada y lo sombrío de los temas— que decoraron la Quinta del Sordo, la casa de campo a las afueras de Madrid donde Goya vivió sus últimos años en España antes de exiliarse a Burdeos en 1824, con 78 años. El cuadro representa a Cronos, o Saturno en la mitología romana, zampándose a uno de los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos. Se cree que fue el miedo a ser devorado por el terror absolutista que siguió al Trienio Liberal y la caída y ejecución de Riego lo que le impulsó a pintar esta espeluznante obra, que también funciona como alegoría del paso del tiempo (Cronos). Las Pinturas Negras fueron pintadas directamente al óleo sobre la pared seca; en 1863 fueron traspasadas de revoco a lienzo y posteriormente cedidas al Museo del Prado.
‘La leyenda del rey monje’
José Casado del Alisal (1880)
Conocido también como La campana de Huesca, este lienzo pintado por José Casado del Alisal durante una estancia en Roma es uno de los cuadros más truculentos de la colección del Prado (aunque hoy se encuentra en depósito en el Ayuntamiento de Huesca). La escena recoge el sangriento episodio en que Ramiro II el Monje, rey de Aragón desde 1134 a 1157, muestra a los nobles que se habían rebelado contra su autoridad “una campana que se habrá de oír en todo el reino”, formada por las cabezas de los 12 cabecillas de la sublevación, con la testa del obispo Pedro de Lucria, el instigador de la revuelta, colgada de una soga como badajo. La sala de la Campana, donde la leyenda sitúa los hechos se encuentra en una cripta del palacio de los Reyes de Aragón, hoy sede del Museo de Huesca.
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