La inquebrantable amistad de Karl Lagerfeld y Carolina de Mónaco
El fallecido modisto de Chanel mantuvo durante décadas una fiel relación de confianza con la princesa monegasca
Si alguien logró convertirse en la máxima exponente del estilo de Karl Lagerfeld y de su visión de Chanel esa fue, sin duda, Carolina de Mónaco. La princesa, heredera del glamur de su madre, Grace Kelly, se convirtió en musa del diseñador, fallecido este martes en París a los 85 años.
Lagerfeld se encargó de la ropa de la princesa monegasca en algunos de los momentos más importantes de su vida, para grandes galas, fiestas y eventos. Pero también supo otorgarle un punto de identidad y elegancia al vestirla para el día a día, con una sencilla blusa blanca o una chaqueta de tweed de la firma.
La princesa ha vestido de Chanel para la mayor parte de los célebres Bailes de la Rosa o las Fiestas de la Cruz Roja que se han celebrado en el principado que ahora comanda su hermano, Alberto. Y, de hecho, el propio Lagerfeld la acompañó a buena parte de ellos, sobre todo desde la separación de facto de Carolina con su todavía esposo, Ernesto de Hannover. Se les vio juntos en el último Baile de la Rosa celebrado en el principado, el 24 de marzo de 2018, cuando la acompañó y la vistió con un diseño a capas en rosa empolvado con manga larga. Pero también vistió entonces a sus dos hijas, Carlota Casiraghi, impresionante de negro con una estola blanca que ya ocultaba su embarazo, y la joven Alexandra de Hannover, de entonces 18 años.
Carolina no solo fue musa, inspiración e icono de la firma, sino también íntima amiga y confidente del creador alemán. Juntos posaron en el photocall de esa Fiesta de la Rosa, y juntos, uno enfrente del otro, se sentaron en la anterior edición, de 2017; y juntos pasearon por los mismos salones del Sporting Club de Montecarlo en 2016, 2015, 2014... con Carolina siempre vestida de Chanel. El creador fue uno más de la familia monegasca.
Su amistad se remonta a los años ochenta, cuando Lagerfeld, que ya llevaba casi dos décadas al frente de la casa Fendi, se colocó como cabeza visible de Chanel. Una marca que entonces era considerada anticuada y obsoleta, pero que con la visión del alemán y con la monegasca como ideal maniquí consiguió convertirse en el epítome de la elegancia. Y aunque la princesa fue una de las primeras no fue la única que vistió de Chanel. Su grupo de amigas, como Inès de la Fressange o su ahora consuegra Carole Bouquet, han llevado las creaciones del modisto y se han convertido en musas de la casa.
La boda del entonces príncipe Felipe con Letizia Ortiz en 2004; la de su hermano, Alberto de Mónaco, en 2011; la o la de Guillermo de Luxemburgo, en 2012 fueron algunas de las grandes ocasiones para las que Carolina confió en su amigo. Una confianza que pasó a sus retoños: Carlota Casiraghi apuesta habitualmente por él, y también llevó sus diseños en la boda de su tío o en su puesta de largo, en 2004, a la que, cómo no, acudió el diseñador, uno más en la familia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.