Amar u odiar la política
Los ciudadanos tenemos suficientes motivos para odiar la política. Hay demasiado debate sin argumento, sonrisas abúlicas y falsas ilusiones. Es comprensible que haya ciudadanos que repudien a sus políticos y, por consiguiente, a la política. Pero nunca será justo que no amemos hacer política a causa de los gritos del Congreso y del Senado. Ojalá vuelvan las ganas de escuchar, así terminarían de una vez las disputas inútiles y las palabras malgastadas. Y, puede que para siempre, los ciudadanos amemos la política.
Raúl Zarabozo Santos. Santa Cruz de Tenerife
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.