De la realidad virtual a la virtualidad real
El narcotraficante más buscado de España participa en un vídeo musical donde no es que aparezca fugazmente, no, es que es uno de los protagonistas
Salvatore Totó Riina fue uno de los capos más sanguinarios de la Cosa Nostra. Permaneció en la clandestinidad durante 30 años en los cuales, entre otras cosas, su organización criminal asesinó a los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino. Era prácticamente el jefe de un Estado —el mafioso— que actuaba, y sigue actuando, dentro y contra otro Estado legítimo y democrático. En los setenta, ochenta y noventa no se movía nada sin que él lo ordenara: extorsión, tráfico de drogas, prostitución, tráfico de armas y unos 150 asesinatos demostrados. Seguro que fueron muchos más.
Pero resulta que cuando la policía italiana por fin lo detuvo, se encontró con un señor que viajaba a bordo de un utilitario, vestía un traje desgastado y más bien pasado de moda, tenía una actitud absolutamente amable y humilde, daba las gracias por todo y aseguraba que en su vida había escuchado hablar de la Mafia. Viviendo en Palermo esto último era lo verdaderamente sospechoso.
Riina murió de viejo en la cárcel el año pasado. Siguió dando las gracias por todo a todo el mundo en prisión, poniendo cara de “esto es un error”, y, probablemente, continuó dando instrucciones a su organización hasta el final. Era de otra época. De una en la que lo importante era hacer y no contar.
Ahora de lo que se trata es de que todo el mundo se entere. Ahí está Francisco Tejón, El Catana, en busca y captura desde 2016. Tejón es de esta época. ¿De qué sirve ser el narcotraficante más buscado de España si los demás no lo saben? Pues eso tiene solución: un vídeo musical donde no es que aparezca fugazmente, no, es que es uno de los protagonistas. Tejón se baja de un automóvil de lujo, bebe champán, se mete en una piscina con ocho mujeres… ¡Ay, Totó, qué época te has perdido!
No está de más hacer el ejercicio de ver el vídeo y reconocer con sinceridad lo primero que a uno le viene a la cabeza. En el caso de quien escribe ha sido: “Pero esta gente ¿en qué está pensando?”. Pues, obvio, en contarlo. Aquí, entre hacer y contar, lo importante es lo segundo. Hemos pasado de la realidad virtual a la virtualidad real. Cuando ya ni los delincuentes quieren ser discretos es que algo anda muy mal.
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