16 fotosDesesperanza en Sudán del SurEl hambre, la guerra y la enfermedad están agotando las últimas fuerzas de los sursudanesesPeter Bauza29 sept 2018 - 00:01CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceLas puertas del campo de refugiados de la Misión de Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés) en Wau se abren al amanecer y se vuelven a cerrar al anochecer. Miles de personas refugiadas en él desde hace años intentan seguir con sus ocupaciones normales, como ir al colegio, trabajar, recoger leña o ir al mercado en la ciudad. En los periodos de máxima actividad, el campamento llega a acoger a 50.000 refugiados. Las organizaciones humanitarias, entre ellas la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas, utilizan estas cifras como indicador de la seguridad en las zonas circundantes.Vista aérea del campo de protección de civiles de Bentiu, uno de los mayores campamentos para desplazados internos y refugiados de Sudán del Sur bajo la protección de UNMISS. A lo largo de los últimos años ha acogido a alrededor de 115.000 personas.Hasta los enfrentamientos de hace dos años, Perina, una de las refugiadas del campo de Wau de UNMISS, era periodista y presentadora de informativos para el canal estatal Televisión de Sudán del Sur (SSTV) y tenía unos ingresos estables. Cultivaba cuatro feddans (aproximadamente 1,6 hectáreas) de tierra de su propiedad y tenía lo necesario para llegar con comodidad a fin de mes. En su plato nunca faltaban el sorgo, los cacahuetes, la yuca y el quingombó. Cuando las tropas gubernamentales entraron en su pueblo matando a la gente, tuvo que huir para salvar su vida. Ahora comparte con sus tres hijos y sus tres hijas un refugio improvisado de apenas 15 metros cuadrados cubierto por una lona. Perina se niega a rendirse y trabaja como voluntaria para proteger la vida de las mujeres. Distribución de alimentos durante la hora de la comida en el hospital Aweil de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Sudán del Sur. Los pacientes tienen derecho a recibir comida para el desayuno, la comida y la cena.¿Cómo se puede explicar a una niña de cuatro días que su madre murió a consecuencia del parto? Aguek, de 19 años, intentó desesperadamente dar a luz a su hija a la manera tradicional en su pueblo de Mayen Pajok, a tres días a pie de Aweil. Durante dos días hizo todo lo que pudo. Por desgracia, no sirvió de nada. Cuando ella y sus familiares iban en busca de ayuda, dio a luz junto a la carretera embarrada y murió. Su familia tuvo que dejarla allí y llevar al bebé a casa. Con solo 25 años y sin ninguna experiencia en el cuidado de los niños, William, el padre de la pequeña, tuvo que confiarse a la experiencia de la abuela. ¿Qué será lo siguiente?Campamento de UNMISS en Torit, Sudán del Sur. 150 soldados ruandeses de las fuerzas de paz son los responsables de que Naciones Unidas pueda reforzar su presencia en la zona ecuatorial oriental mediante patrullas cuya misión es ayudar a proteger a la población civil. Está previsto que otro batallón nepalí llegue a finales de año para consolidar la protección. En el pasado, el campamento acogió a civiles que huían de los enfrentamientos entre las fuerzas oficiales del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) y el Ejército Popular de Liberación de Sudán en la Oposición (SPLA/IO).El sistema de drenaje entre manzanas y caminos se ha convertido en una alcantarilla, lo cual provoca enfermedades como la malaria o el cólera. La comunidad del campo de protección de civiles de Bentiu se encarga de limpiarla con regularidad. El campamento es una de las mayores instalaciones para desplazados internos y refugiados de Sudán del Sur bajo la protección de UNMISS. A lo largo de los últimos años, ha acogido a alrededor de 115.000 personas.Cada sábado, los habitantes de Hat, en el estado de Junqali –una zona controlada por los rebeldes y habitada por unas 9.500 personas– van a misa. Muchos de ellos son cristianos. Según el Informe 2012 sobre Religión y Vida Pública del Centro de Investigación Pew, en 2010 el 60,5% de la población de Sudán del Sur era católico, el 6,2% era musulmán, y el 32,9% restante profesaba la religión tradicional africana. Otras fuentes ofrecen cifras diferentes, y las Iglesias católica y anglicana afirman que sus congregaciones son muy numerosas.En Hat, en el estado de Junqali, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (WFP) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ocupan de dar una respuesta de emergencia lanzando suministros desde el aire. El Programa Mundial de Alimentos lleva a cabo una media de 15 misiones MIRR (Mecanismo Integrado de Respuesta Rápida) al mes, en las cuales lanza 6.800 toneladas de alimentos con una media diaria de 16 lanzamientos diarios. Además, el organismo desplaza cada mes entre 900 y 1.000 camiones de suministros.Como tantos sudaneses del sur, esta anciana sufre de inanición. Desde la crisis de 2013, los dos bandos rivales mantienen un enfrentamiento que ha costado al país una guerra civil, combates, enfermedades y hambre.Las mujeres traen los paquetes lanzados desde el aire y los apilan en un punto de recogida. Los hombres se encargan de la coordinación y la supervisión, mientas que los guardias garantizan la seguridad e impiden los saqueos y los disturbios hasta que empieza la distribución organizada.Pertenencias de los refugiados que piden asilo en las instalaciones de la catedral de Wau. En los periodos de máxima actividad, la iglesia ha llegado a acoger a 9.000 en sus alrededores. Diversas ONG y organizaciones de Naciones Unidas se encargan de atenderlas. Wau está situado en la margen derecha del río Jur, en el condado de Wau del estado de Bar el Gazal Occidental.Entrevista del Washington Post a Salva Kiir, presidente de Sudán del Sur, en Yuba. Kiir explica su opinión sobre la crisis de Sudán del Sur y afirma que él declaró el alto el fuego unilateral.“(Se ha eliminado el nombre de la mascarilla por razones de identidad)”. “Tuve una infancia feliz y despreocupada con mi familia. A los 17 años empecé a ir al colegio”. Entonces esta joven fue obligada a casarse con un oficial de alta graduación del SPLA-IO (el ejército rebelde) mucho mayor que ella. “Yo solo quería ir al colegio y estar con mi familia, pero me pegaron y me obligaron a irme con él”. Después, la Pequeña Martha (el nombre se ha cambiado), que actualmente tiene 20 años y dos hijos, se enteró de que ella era la segunda mujer. “Nunca conocí a la otra, que era de Bor, en el estado de Junqali. En junio supe que mi marido estaba enfermo, y hace unas semanas me informaron de que tenía sida y tuberculosis”. El hombretón fue quedándose cada vez más delgado y acabó derrumbándose. No quería tomar alimentos ni comer, y era demasiado orgulloso para permitir que le ayudasen. Ni siquiera sus compañeros de habitación en su mismo estado podían convencerlo de que comiese. Horas después, el que había sido un orgulloso oficial, murió.El campo de protección de civiles, en el que las tiendas se adosan unas a otras sin ninguna intimidad, es un paraíso para las epidemias. A lo largo de los últimos años, sus instalaciones, que forman uno de los mayores campamentos para desplazados internos y refugiados de Sudán del Sur bajo la protección de UNMISS, han acogido a alrededor de 115.000 personas en tiendas provisionales. Tras los enfrentamientos en la zona y hasta finales de 2013 llegaron sobre todo miembros de la tribu nuer en busca de refugio. Sucesivamente, su población fue aumentando.Depósito de cadáveres del hospital de Médicos Sin Fronteras de Agok, en la Zona Administrativa Especial de Abyei, en Sudán del Sur. Lo normal es que los parientes se lleven los cuerpos de inmediato. Sin embargo, cada vez es más frecuente que nadie los recoja. Nyaluak Mut Kuol murió a las 10.30 de la mañana del 13 de agosto de 2011 a consecuencia de varias enfermedades y de su debilidad extrema. La ayuda llegó demasiado tarde. Por desgracia, su marido, que está en el extranjero, no puede ocuparse del funeral. El equipo de Médicos Sin Fronteras tiene que encargarse de celebrarlo con la ayuda de la policía local.