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Vanessa Williams el 23 de julio de 1984 en Nueva York para informar de que renunciaba a su corona de Miss América.
Vanessa Williams el 23 de julio de 1984 en Nueva York para informar de que renunciaba a su corona de Miss América.Getty Images

El caso Miss América: cómo la víctima de una discriminación histórica acabó derrotando al sistema

Vanessa Williams fue obligada a renunciar cuando se publicaron unas fotos de su desnudo. Pero después se vengó de la mejor manera: triunfando por su cuenta. Así sigue hoy, justo 35 años después

El matrimonio Williams se puso grandilocuente cuando publicó el nacimiento de su primera hija, Vanessa, en el periódico local de Chappaqua (Nueva York) en 1963: “Aquí está: Miss América”. En aquel momento, ninguna mujer negra había ganado el certamen (que llevaba celebrándose desde 1921) y de hecho no ocurriría por primera vez hasta 20 años más tarde cuando, efectivamente, Vanessa Williams se coronó como la mujer más hermosa de Estados Unidos. Pero este hito, aunque lo parezca, no es el final feliz de esta historia. Es solo el principio.

Vanessa Williams recurrió a los certámenes de belleza para pagarse su formación en expresión artística (Miss América es, entre otras muchas cosas, una beca de estudios) y tanto en Miss Nueva York como en Miss América consiguió el triplete al ganar la corona, pero también Miss Bañador y Miss Talento: en Nueva York cantó la premonitoria Being good Is not good enough ("Ser buena no es suficiente") y en el nacional la triunfal Happy days are here again ("Los días buenos están aquí otra vez").

Estamos ante un 'thriller' de terror misógino que acabaría convirtiéndose en un cuento de hadas, porque si hay un lugar en la Tierra donde todo esto puede acabar bien ese es Hollywood.

Durante los diez meses que duró su reinado (de septiembre de 1983 a julio de 1984), Williams recibió críticas, insultos racistas y amenazas de muerte. Una reacción habitual: el año antes clavaron cruces ardiendo, símbolo del Ku Kux Klan, en el jardín de la afroamericana Miss Carolina del Norte. Lo de Williams fue más allá: incluso su propia comunidad la despreció por “no ser lo suficientemente negra”: sus genes ghaneses, irlandeses, cameruneses y finlandeses dieron como resultado a una belleza negra, pero con ojos verdes, tez clara, rasgos mestizos y pelo liso. Una mujer negra, pero producida para el consumo del público blanco (en los ochenta las negras se peinaban, se maquillaban y se vestían como las blancas) que hizo que demasiada gente considerase que Vanessa Williams no era digna de representar a Estados Unidos y atacase su físico o, lo que es lo mismo para una Miss, su identidad.

“Pero otras personas se me acercaban y me decían que nunca creyeron que verían el día en que esto ocurriese. Me cogían la mano con lágrimas en sus ojos y en esos momentos me daba cuenta de que se trataba de un honor muy especial”, recordaría Williams. Con la ambición de ejercer como inspiración para su comunidad, participó en un 50 % más de los eventos que su contrato estipulaba. Pero esa dedicación no la protegió cuando en julio de 1984, a dos meses de completar su reinado, se anunció que la revista Penthouse iba a publicar unas fotos de ella desnuda en el número de septiembre. La organización le dio 72 horas para renunciar al título.

En el verano de 1982 (un año antes de la coronación), durante sus vacaciones universitarias, Vanessa Williams entró a trabajar como maquilladora y recepcionista en el estudio del fotógrafo Tom Chiapel. Él le pidió que posara para una serie de pruebas de luz, siluetas y posturas, prometiéndole que su cara no sería reconocible y que los negativos jamás saldrían del estudio. Ella aceptó, porque tenía curiosidad por vivir la experiencia, y comprobó, según explicaría años después, que en las fotos resultantes solo se veía su cuerpo entre sombras. Pero esas no eran todas las fotos.

Un grupo de manifestantes muestran su apoyo a Williams frente al hotel Sheraton Centre el 23 de julio de 1984. Dentro, Miss América renunciaba a su título.
Un grupo de manifestantes muestran su apoyo a Williams frente al hotel Sheraton Centre el 23 de julio de 1984. Dentro, Miss América renunciaba a su título.Getty Images

A pesar de que sus allegados le animaron a que luchase por la corona, Vanessa Williams se resignó a ser la primera reina de la belleza americana en abdicar en toda la historia del concurso y fue reemplazada por la segunda clasificada, la mestiza Suzette Charles, durante las siete semanas que le quedaban de título.

El número de septiembre de Penthouse, beneficiado por esta inmensa publicidad gratuita, fue el más vendido de su historia y generó 12 millones de euros en beneficios. El editor de la revista, que pagó a Chiapel 43.000 dólares por los negativos, argumentó que las fotografías tenían “valor informativo” y que las publicó como “obligación para con los lectores”. Hugh Hefner, el fundador de Playboy, contó que le habían ofrecido las fotografías pero las rechazó: “La única víctima en todo esto es la jovencita, cuyo derecho a tomar una decisión le ha sido arrebatado”, defendió Hefner. Williams demandó al fotógrafo y al editor de Penthouse pidiéndoles 430 millones de euros, pero retiró la demanda un año después para dejar atrás el incidente. Es posible que constatase que en el formulario previo que firmó antes de hacerse las fotos, que ella creía una formalidad, cediese los derechos de explotación a Chiapel.

Vanessa Williams fue la primera mujer negra en ganar en el certamen de Miss América. En la imagen, el momento de su coronación en 1984.
Vanessa Williams fue la primera mujer negra en ganar en el certamen de Miss América. En la imagen, el momento de su coronación en 1984.Getty Images

“Tras la publicación de las fotos en Penthouse la gente venía a mi casa, tocaba el claxon y me gritaba insultos”, dijo Williams. Alguien incluso arrancó un cartel que se había instalado a la entrada de Millwood que decía “el hogar de Miss América". La revista People describió que Williams aparecía “en posturas lésbicas” en Penthouse (hubo otra modelo en la sesión, a la que Williams abraza ligeramente). Vanessa Williams había pasado de icono cultural a desgracia nacional, símbolo de la vergüenza femenina y chiste en todos los programas de televisión. Algunos incluso creyeron que Williams había posado desnuda después de ganar el concurso. El ensañamiento iba más allá de la humillación femenina y tenía también connotaciones raciales: la primera Miss América negra y la primera en renunciar al título por conducta inmoral.

Y se ignoraba una cuestión que pocos se plantearon en 1984: ¿Y si Vanessa Williams hubiera posado deliberadamente para una revista de desnudos dando el consentimiento para su publicación? ¿No habría remota defensa o justificación entonces? El caso Williams desenterró la hipocresía asfixiante del mundo del espectáculo en general y los certámenes de belleza en particular: las mujeres guapas pueden ser (y serán) sexualizadas, pero siempre y cuando esta explotación provenga de la mirada corporativa masculina, bajo ningún concepto podrán sexualizarse en sus propios términos.

El erotismo femenino es aceptable solo si la mujer es objeto, no sujeto. De modo que las chicas como Vanessa Williams, si quieren beneficiarse de su físico, deben caminar sobre la exigua línea que separa lo sexy de lo sexual. Y por supuesto, hacerlo con unos tacones de aguja, un bañador y una sonrisa.

El número de septiembre de 'Penthouse' fue el más vendido de su historia. Generó 12 millones de euros en beneficios y supuso el fin del mandato de Miss América. En la portada, Vanessa Williams.
El número de septiembre de 'Penthouse' fue el más vendido de su historia. Generó 12 millones de euros en beneficios y supuso el fin del mandato de Miss América. En la portada, Vanessa Williams.Pinterest

Cuando años después Williams se presentó a un casting para el musical My one and only en Broadway, la mujer del letrista Ira Gershwin exclamó: “Por encima de mi cadáver va a salir esa zorra en mi espectáculo”. La verdadera desgracia nacional, la auténtica vergüenza de esta historia no fue el desnudo de Vanessa Williams, sino la reacción de la opinión pública. “Ahora tengo que plantearme qué puedo hacer con mi vida”, reflexionaba Williams tras su renuncia, “pero al fin y al cabo solo puedo ir hacia arriba, porque ya he tocado fondo”. Tenía 21 años. Pero este thriller de terror misógino acabaría convirtiéndose en un cuento de hadas, porque si hay un lugar en la Tierra donde todo esto puede acabar bien ese es Hollywood.

Vanessa Williams contrató al relaciones públicas Ramon Hervey para que diseñase una estrategia de recuperación. Juntos decidieron cómo sería el comunicado de renuncia, juntos acordaron esperar un par de años antes de regresar a la vida pública y juntos tuvieron tres hijos durante un matrimonio de diez años (se separaron en 1997; ella se ha casado otras dos veces). En 1988 Williams debutó como cantante y actriz y acabaría convirtiéndose en la Miss América más exitosa en la historia del certamen: 11 nominaciones a los Grammy (entre sus mayores éxitos musicales están el número 1 mundial Save the best for last, la banda sonora de Pocahontas, Colors of the wind o su dueto con Chayanne, Refugio de amor), tres nominaciones a los Emmy por Ugly Betty (donde interpretaba a la villana Wilhelmina Slater) y una al Tony por el musical Into the woods.

Williams además apareció en Mujeres desesperadas y se convirtió en la primera embajadora negra de L'Oreal a finales de los 90. Así fue como Vanessa Williams atravesó la tercera trasformación de su imagen pública hasta erigirse como un símbolo de superación cuyo éxito demostraba que, a veces, el mundo sabe enmendar sus errores. Solo faltaba alguien por pedirle disculpas.

En 2016, 32 años después de humillarla públicamente, la organización de Miss América invitó a Vanessa Williams a presidir el jurado. El momento era perfecto: unos meses antes un hacker había publicado fotos privadas de actrices de Hollywood desnudas y Jennifer Lawrence, la más popular de las víctimas, reconoció que su primera intención fue disculparse, pero que había decidido negarse a hacerlo, una actitud aplaudida por la opinión pública. Williams aceptó volver al certamen con la condición de que le dejasen cantar una vez más, en esta ocasión Oh How the years go by ('Cómo pasan los años').

Williams tiene 11 nominaciones a los Grammy. Entre sus mayores éxitos musicales están el número 1 mundial 'Save the best for last', la banda sonora de 'Pocahontas', 'Colors of the wind' o su dueto con Chayanne, 'Refugio de amor'.
Williams tiene 11 nominaciones a los Grammy. Entre sus mayores éxitos musicales están el número 1 mundial 'Save the best for last', la banda sonora de 'Pocahontas', 'Colors of the wind' o su dueto con Chayanne, 'Refugio de amor'.Getty Images

Williams fue recibida como un mesías, un vellocino de oro y un hijo pródigo: “Ha conquistado el mundo del espectáculo y, esta noche, regresa a casa”, exclamó el presentador. Tras la actuación, el presidente de la organización, Sam Haskell (que había sido jurado en 1983), salió al escenario y, cuando Williams notó su mano en la espalda, sabía que iba a ocurrir algo importante porque Haskell estaba temblando. “Aunque ninguno de los actuales miembros formábamos parte de la organización en 1984, quiero disculparme en nombre de ella a ti y a tu madre, la señora Helen Williams”, declaró Haskell con el inevitable corte al plano de la madre en la platea. Y añadió: “Quiero disculparme por todo lo que se dijo y se hizo para que dejases de sentirte la Miss América que eres y que siempre serás”.

Y así fue cómo, tras el vía crucis y la crucifixión, Vanessa Williams cerró su relato resucitando en la televisión en directo y otorgándole sentido a un certamen que cada año tiene menos razón de ser.

Hoy, Williams sigue grabando discos y actuando, participa en películas y series ('Modern family' es una de ellas) y tiene una línea de ropa llamada V by Vanessa Williams. A veces, el sistema puede ser derrotado. 

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