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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los relojes en hora

La UE propone el final del cambio horario pero su aplicación es compleja

Bela Hatvani, descendiente de la nobleza húngara, atrasa una hora el reloj de bolsillo de la colección familiar en un museo en Kunszállás (Hungría).
Bela Hatvani, descendiente de la nobleza húngara, atrasa una hora el reloj de bolsillo de la colección familiar en un museo en Kunszállás (Hungría).Sandor Ujvari (EFE)
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Is it the time to reset our watches?

El último premio Nobel de Medicina recayó en tres investigadores que descubrieron los mecanismos del cuerpo que regulan los ritmos circadianos. Gracias a su trabajo, se sabe que las células de los seres vivos esconden un reloj interno sincronizado con el día y la noche, que marca nuestros ritmos vitales. Los horarios no son, por lo tanto, solo una cuestión social: están insertados en los mecanismos de la vida. Por eso es importante la decisión anunciada por la Comisión Europea, que ha propuesto que los países miembros renuncien a los cambios estacionales de horario, que comenzaron a aplicarse hace más de 100 años y que en la Unión se rigen por una directiva de 2001. En España están en vigor desde 1974.

La decisión de la Comisión tiene una lectura política: es un mensaje en un momento en que los discursos euroescépticos acusan a Bruselas de vivir en un limbo alejado de los ciudadanos. Se produce después de que el jueves se publicaran los resultados de una consulta no vinculante, lanzada en Internet por la Comisión, que reveló que el 84% de los ciudadanos están en contra del cambio de horario. Todavía es solo una propuesta y el último domingo de octubre se deberán retrasar los relojes una hora. El debate se inició con peticiones del Parlamento y de los Estados miembros tras varios informes que mostraron que las presuntas ganancias económicas del cambio eran marginales.

En la encuesta participaron 4,6 millones de ciudadanos, una mayoría de ellos alemanes, una cifra importante en términos absolutos, pero muy pequeña en términos relativos (solo votó el 0,89% de 500 millones de habitantes de la UE). Es de lejos la consulta de este tipo en la que más ciudadanos han dado su opinión. No hubiese estado de más publicitarla mejor para lograr una participación más significativa: en España solo votó el 0,89%. Este guiño a la democracia directa abre un camino interesante, siempre que no se abuse de él. Además, no hay que olvidar que es una propuesta que debe ser aprobada por el Consejo Europeo, esto es, por los Gobiernos nacionales, y por el Europarlamento. Se ha escuchado a los ciudadanos, pero la decisión final está en manos de sus representantes.

Su aplicación, sin embargo, no será sencilla. Los Veintiocho tienen que ponerse de acuerdo en adoptar el mismo horario (quedarse con el horario de invierno o con el de verano), porque en caso contrario se crearían problemas en los transportes o en las comunicaciones, ya que sería más complejo saber la hora en otro Estado. En España, cualquiera de las dos opciones provocará un desconcierto inicial. Si se adopta el horario de verano, amanecerá entre las nueve y las diez de la mañana en Navidad. Si se adopta el horario de invierno, en verano anochecerá entre las 20.30 y las 21.00. El anuncio de la Comisión ha vuelto a abrir el debate en España sobre si este país se encuentra en el huso horario correcto o debería adoptar la hora que Canarias, Portugal y Reino Unido. Es una buena oportunidad para estudiar a fondo un problema que lleva años en el debate público y decidir si también la Península debe poner los relojes en hora.

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