Septiembre
El regreso a la rutina laboral y familiar, la vuelta al lugar de siempre, nos sitúa a todos de nuevo en la realidad
Septiembre, si viene bueno, es el mejor mes, decía y dice la gente (recordando que con agosto no se termina el verano), lo que corrobora la canción que cuenta: “Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso…”. Aunque hay otra que la contradice señalando la melancolía que invade este mes que supone el paso de la estación de las vacaciones a la de la normalidad.
Durante un par de meses, hemos vivido la ficción de que la vida se parecía más a la edad de oro de la infancia, cuando todo era apacible y divertido, silencioso y relajado, que a la de la rutina tensa y llena de preocupaciones en que consiste la verdadera vida para la mayoría de las personas. El largo paréntesis de las vacaciones nos ha hecho pensar a todos que verdaderamente es posible alcanzar en este mundo la antigua felicidad de los dioses o la de aquellos primeros hombres que conocieron el paraíso, donde todo les era dado por la naturaleza sin gran esfuerzo como en la tierra de Jauja o en el país de Cucaña de los cuentos medievales infantiles. Pero llega septiembre y el sueño se desvanece por más que el tiempo siga siendo veraniego y la estación se prolongue hasta prácticamente el final del mes. El regreso a la rutina laboral y familiar, la vuelta al lugar de siempre, el retorno de los niños al colegio y de los adolescentes y jóvenes al instituto o la universidad nos sitúa a todos de nuevo en la realidad, una realidad amarga por más que la edulcoremos con el recuerdo reciente de nuestras vacaciones y de ese viaje que realizamos durante ellas y que les contamos a nuestros conocidos.
Lo peor no es eso, no obstante. Lo peor es que con nuestro regreso a la cotidianeidad regresan también las peores aristas de esta, entre las que no son las menores la vuelta de la política en su peor expresión y la de todos esos agitadores que ocupan de nuevo sus puestos en las tertulias de las televisiones y radios, aventando los pocos restos de paz que quedaban en el ambiente y que la contaminación y el ruido vuelven también a ocupar de nuevo. Que septiembre es el mes de la vuelta a la realidad y no el de las maravillas que prometía la canción de Gelu es algo que sabemos todos, y más en un país que, tras el inesperado cambio de Gobierno del mes de junio y las elecciones en el partido desplazado del poder a causa de él, se dispone a encarar un otoño caliente y lleno de crispación azuzado por el conflicto nacionalista de Cataluña, que tiene en él el epicentro de sus celebraciones. Que Dios nos coja confesados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.