Barcos cargados de esperanza
La inmigración según quien la refiera puede ser un problema, un fenómeno, un reto, una oportunidad y..., en el peor de los casos, un arma política arrojadiza; es decir, la ocasión ideal para que afloren la xenofobia y el racismo como argumentos electoralmente muy rentables en las “avanzadas” democracias europeas. La política europea, demasiado confusa al respecto, contribuye a mantener el imaginario colectivo que ve la inmigración como algo ingobernable, que escapa a cualquier control administrativo y que depende absolutamente de los traficantes de personas. Sin embargo, los trabajadores inmigrantes de ahora no son diferentes a los emigrantes españoles y europeos de siempre. Dejan su país, en busca de una dignidad personal que allí no van a conseguir y que aquí les negamos sistemáticamente, creyendo que si mejoran su suerte es a nuestra costa, y no por el esfuerzo extraordinario que están haciendo desde que decidieron partir.— Luis Fernando Crespo Zorita. Alcalá de Henares (Madrid).