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El príncipe Enrique y Meghan Markle acaban su gran día con una fiesta privada en Frogmore House

El segundo look de la actriz estadounidense el día de su boda, un única pieza con cuello 'halter' de un blanco inmaculado

El príncipe Harry y Meghan Markle dejan de la mano el castillo de Windsor Castle rumbo a Frogmore House.Vídeo: Getty Images / EPV

El príncipe Enrique y Meghan Markle tuvieron dos convites el día de su boda, el de la abuela y el del padre del novio. La comida oficial, ofrecida por la reina Isabel II de Inglaterra, se celebró en el salón de San Jorge, en el castillo de Windsor, con la asistencia de 600 invitados. Cantó para ellos sir Elton John, como también lo hizo en el funeral en memoria de Diana de Gales. 

La novedad del almuerzo fue que los platos principales se sirvieron en grandes boles, una moda venida de Asia y adoptada por jóvenes aficionados a la gastronomía como Meghan Markle. En el menú, productos británicos tan tradicionales como los langostinos y el salmón ahumado escoceses, los espárragos de Cotswolds o el jamón curado de Cumbria.

Pasadas las 19.00 hora local (18.00 GMT, 20.00 en la España peninsular), la pareja partió en un jaguar descapotable conducido por el novio rumbo a la Frogmore House, una casa de campo adyacente al castillo de Windsor. Allí, disfrutaron de la segunda recepción de la jornada con familiares y amigos íntimos. Como anfitriones, ejercieron el príncipe Carlos y su esposa, la duquesa de Cornualles.

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A la fiesta del príncipe Carlos, heredero al trono británico,para celebrar la boda del menor de sus hijos, de 33 años, y la exactriz, de 36, asistieron 200 familiares y amigos. El coche que condujo el benjamín de la fallecida Diana de Gales era un Jaguar azul del año 1968 de color plateado y reconvertido en coche eléctrico. Tenía la matrícula E19052018, la fecha del casamiento.

Lo que más llamó la atención del fugaz paso de la pareja hacia Frogmore House fue el cambio de modelo de Markle. La novia dejó boquiabiertos a muchos con su vestido de novia de la británica Clare Waight Keller, directora artística de la marca de moda francesa Givenchy, pero nadie imaginaba lo que vendría después. La ya Duquesa de Sussex reapareció con un vestido que destacaba toda su esencia, un única pieza con cuello halter, un corte que le encanta a Meghan y del mismo tono blanco inmaculado.

El vestido, de crepé de seda, está diseñado por la también británica Stella McCartney, según informó el palacio de Kensington y se nota que Meghan ha tenido más libertad de elección al optar por un segundo vestido totalmente de su estilo, que continuaba con la sencillez que la caracteriza. Por su parte, el príncipe Enrique se quitó el uniforme de mayor del regimiento de caballería Blues & Royals de la Guardia Real que lució para la ceremonia y se puso un esmoquin negro con pajarita.

En su segunda aparición, ambos salieron radiantes del castillo de Windsor de la mano y Meghan llevaba en su mano derecha una de las joyas más espectaculares de la colección de Diana de Gales, un anillo aguamarina que ella misma se compró después de divorciarse del Príncipe Carlos, con el que remplazó el icónico anillo de compromiso que ahora pertenece a Kate Middleton.

Meghan tenía previsto hablar durante esta segunda recepción, otro gesto de modernidad, según los expertos. "Tiene su propia voz, su propia personalidad, y creo que eso ha impresionado a todos" en la familia real, comentó Shrabani Basu, un historiador.

En las calles de todo el país se organizaron fiestas vecinales, al amparo del buen tiempo, y el día acabó bien regado por la muy graciosa concesión de permitir que los pubs cierren más tarde de lo habitual. Atrás quedaron los tiempos en que una divorciada estadounidense —Wallis Simpson, cuya boda con Eduardo VIII le obligó a abdicar en 1936 después de un breve reinado de 11 meses— podía hacer temblar los cimientos de una institución que ha presidido la vida del país desde la noche de los tiempos, con una breve interrupción en el siglo XVII.

Markle, además de divorciada, es la primera mulata de la familia real que se recuerda, acercando más que nunca el palacio de Buckingham a los barrios jamaicanos de Londres, donde el enlace también se siguió con interés. Seis millones de tuits fueron publicados por los internautas del mundo entero, en comparación con los 1,7 millones que suscitó la boda del hermano mayor, Guillermo, y Catalina Middleton en 2011.

Desaparecido el Imperio, con el Brexit en el horizonte, y un gobierno británico que suscita pocas simpatías en el mundo, Isabel II y su clan están ahí para que el país mantenga la frente alta, como demostraron las miles de personas de todo el mundo, y en particular de las antiguas colonias, que viajaron hasta Windsor y cuyas banderas se mezclaron con las Union Jacks.

El príncipe Enrique y Meghan Markle han comenzado este domingo su nueva vida juntos pero, con algunas obligaciones reales en agenda, la luna miel tendrá que esperar. Los nuevos duque y duquesa de Sussex tendrán el martes su primer compromiso oficial uniéndose al príncipe Carlos en los jardines del Palacio de Buckingham para un evento dedicado a obras de caridad.

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