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Paisajes que parecen de otro mundo II (pero que están en América) La riqueza natural de la región que abarca desde la singular belleza de La Reserva Nacional de Paracas, en Perú, a la exuberancia de los tepuy de Roraima, en Venezuela, deja un repertorio de imágenes únicas que casi podría decirse proceden de otro planeta. La Reserva Nacional de Paracas es un área natural protegida por el Estado debido a la gran diversidad biológica de su ecosistema marino-costero. Está ubicada en una zona desértica de la costa sur de Perú, 250 kilómetros al sur de Lima, en la región Ica. SERNANP La reserva tiene un área de 335.000 hectáreas, de las cuales el 35% es tierra firme y el resto corresponde al mar. Paracas forma parte de la lista de humedales de importancia internacional de la Convención de Ramsar.
Gabriel Herrera El área comprende además una gran cantidad de sitios arqueológicos y zonas para observación de aves. Christian Quispe Situado a unos 150 kilómetros al este de la localidad de San Pedro de Atacama, uno de los polos turísticos del norte de Chile, el salar de Tara se encuentra sobre la caldera del volcán Vilama a unos 4300 metros sobre el nivel del mar. Parte de la Reserva Nacional Los Flamencos, en el salar se pueden apreciar los Monjes de la Pacana, gigantescas formaciones rocosas verticales repartidas por el paisaje erosionadas por el viento que parecen sacadas de una película de ciencia ficción. Servicio Nacional de Turismo de Chile Son los hielos de la Patagonia chilena. De los Campos de Hielo Sur se desprenden 49 glaciares, que forman parte de dos parques nacionales: Torres del Paine y Bernardo O’Higgins. Los visitantes ponen a prueba sus destrezas al caminar sobre hielo por sus blancos caminos y escalar sus escarpadas alturas. El monte Fritz Roy, que parece tocar el cielo, es uno de los de mayor dificultad para escalar a nivel mundial. En una postal blanca en donde el ser humano se enfrenta a la inmensidad de la naturaleza. Servicio Nacional de Turismo de Chile Tan 'mundo lunar' parece el Salar de Uyuni, situado en Bolivia, que fue usado como locación de la última película de la saga Star Wars, “The last Jedi”, para representar Crait, el planeta en el que se libra una cruenta batalla entre la Resistencia y la malvada Primera Orden. El lugar formado por 10.000 millones de toneladas de sal, una llaneza absoluta y un imponente marco montañoso hacen de este sitio el principal atractivo turístico del país sudamericano. Una de sus particularidades va más allá de la Tierra porque se puede identificar desde el espacio. Anthony Asael (Corbis via Getty Images) La visita al Parque Nacional de Yellowstone es entrar en otro mundo. Su extensión abarca tres estados Wyoming, Montana e Idaho. Sus bosques y montañas son morada de una gran variedad de animales salvajes como osos pardos, lobos y bisontes. La singularidad del lugar reside en la cantidad de geiseres naturales y fuentes termales a lo largo del recinto. El olor a azufre del Mammoth Hot Spring, los tonos ocres y amarillos de las montañas, y los brillantes colores de los manantiales como el Grand Prismatic Spring te trasladan a un lugar desconocido. La gama de colores de los manantiales proceden de los microorganismos que viven en las altas temperaturas, que son imposibles de aguantar por el cuerpo humano. NPS/Peaco Unas 155.000 personas cada año llegan hasta el extremo sur de Chile para visitar el impresionante Parque Nacional Torres del Paine. Son 227.00 hectáreas de aguas turquesas, glaciares y alucinantes cuernos de granito. Es un paisaje cinematográfico que, en los meses de verano, tiene 17 horas de luz y el amanecer tiñe de tonos rojizos los grandes macizos. En un paisaje mágico, que en abril de 1978 fue declarado Reserva de la Biósfera por la UNESCO, habitan zorros, huemules, guanacos y cóndores. Servicio Nacional de Turismo de Chile El tepuy Roraima se eleva 2.810 metros, pero debajo arrastra 2.000 millones de años de historia geológica. Este es uno de los lugares más antiguos del planeta y sus particulares formaciones rocosas de areniscas, abismos, bancos de arena de cuarzo rosado, cuevas, especies por descubrir y vegetación insólita, recogida en las bitácoras de los expedicionarios que han subido esta montaña desde finales de 1800 inspiraron, a Arthur Conan Doyle para escribir su clásico de aventuras El mundo perdido. CLAUDIA SMOLANSKY No se debe gritar en la cima porque se nubla todo y viene el mal tiempo. Hay que pedir permiso a la montaña al comenzar a subir la llamada pared, el acantilado vertical de 400 metros de altura que emerge sobre la sabana al sureste de Parque Nacional Canaima. Nadie puede llevarse ni una piedrecita de recuerdo del mundo perdido. CLAUDIA SMOLANSKY Quienes suben hoy el tepuy, en una travesía que dura cuatro días, van guiados por una cartilla de leyendas que repiten sin alteraciones los indígenas pemones que habitan la zona. Los mitos que se tejen alrededor del tepuy también son un mantra para preservar este patrimonio natural que marca la frontera de Venezuela con Guyana y Brasil. CLAUDIA SMOLANSKY El Valle de la Luna es uno de los puntos más turísticos del desierto de Atacama, en la zona de la Cordillera de la Sal. Las imponentes montañas de formas sinuosas son el resultado de cientos de años de erosión eólica y fluvial. Las formaciones en piedra y arena parecen esculturas. Fue declarado Santuario de la Naturaleza en 1982. Ignacio Palacios (Getty Images/Lonely Planet Images) Se podría decir que es una de las montañas más fotografiadas del mundo. Con sus 5.897 metros es también uno de los volcanes activos más altos del mundo. El Cotopaxi, situado en la Cordillera Oriental de Ecuador, es el eje central del parque nacional del mismo nombre creado en 1975. El Instituto Geofísico señala que es uno de los volcanes más peligrosos por la frecuencia de sus erupciones, su relieve y su cobertura glaciar, así como la cantidad de poblaciones expuestas a su potencial amenaza. Arctic-Images (Getty Images) Es uno de esos lugares que algunos desean visitar una vez en la vida. La erosión hizo su efecto para formar los 2.000 arcos de piedra que conforman el Parque Nacional Arches en el estado de Utah. Este es uno de los más icónicos, se encuentra al final de un ascenso de 4,9 kilómetros en una zona rocosa de colores arenosos que cambian según la incidencia de la luz solar. Los turistas madrugan para ver el amanecer y el avance de los rayos del sol a través del arco. Manuel Sulzer (Getty Images/Cultura RF) Otro de los monumentos nacionales de Chile es la Capilla de Mármol, formada por un conjunto de cuevas oradadas en una zona de roca marmórea a lo largo de 300 metros en la rivera del lago General Carrera, en la comuna de Río Ibáñez (centro del país). Una vez en el interior la particularidad es el color de los mármoles, que según su contenido de impurezas van variando, predominan los blancos, aunque también se puede encontrar azul y rosa. reisegraf (Getty Images/iStockphoto) El horizonte del desierto de Tatacoa parece infinito. Situado al norte del departamento del Huila, son 330 kilómetros cuadrados de zonas áridas con escasa vegetación y rica en fósiles. También conocido como el ‘Valle de las Tristezas’ es un bosque seco tropical por el que transitar de día o hacer una visita nocturna para ver las estrellas. Su proximidad con el Ecuador terrestre lo convierten en un lugar privilegiado como observatorio astronómico natural. Bjorn Holland (Getty Images) El lago del volcán Irazú es un espectáculo para la vista. Localizado a una hora y media de San José, la capital, es el más alto del país con 3.400 metros. La cumbre del volcán tiene varios cráteres, pero el más conocido es el que se forma un lago de color turquesa intenso. El motivo es la combinación de los minerales que contiene el agua y el reflejo de la luz. El volcán todavía se considera activo, sin embargo, la última erupción registrada fue en 1963. Aunque no es habitual, en días despejados, desde la cima es posible ver la costa del Mar Caribe y del Mar Pacífico. Kryssia Campos (Getty Images)