Esquerra tiene miedo
O los republicanos se plantan ante Puigdemont o les engullirá su estrategia
La tentativa de una segunda investidura (tras las elecciones del 21-D) en favor de Carles Puigdemont es parlamentariamente insólita y en términos democráticos, extemporánea.
Editoriales anteriores
No solo porque ya se sabe de antemano el fiasco y el vacío en que desembocaría, al resultar legalmente imposible, como han acreditado el Consell de Garanties Estatutàries y el Consejo de Estado, y sin duda ratificará en su momento el Tribunal Constitucional tras el correspondiente recurso del Gobierno. Todos han rechazado, con razón, las entronizaciones presidenciales telemáticas, pues hurtan a ciudadanos y a sus representantes la dinámica del debate presencial y la viveza argumentativa de las réplicas y dúplicas.
También lo es porque supone una nueva pérdida de tiempo, cuando los catalanes necesitan ganarlo para recuperar su normalidad estatutaria, jurídica y económica. Porque demuestra nuevamente que los más interesados en la prolongación de la situación excepcional del artículo 155 son el propio Puigdemont y su círculo inmediato de confianza. Porque el atropellado baile de candidatos quemados y aspirantes imposibles banaliza la seriedad exigible a una institución tan importante como la Generalitat. Porque ese espectáculo solo beneficia a los intereses individuales de una persona, empeñada en mantener la inestabilidad y la tensión hasta el final de los tiempos.
Ha llegado la hora de que Esquerra Republicana, principal socio de Junts per Catalunya, deje de hacer el caldo gordo a las esotéricas maniobras del líder fugitivo. Esquerra sabe que Puigdemont no volverá a ser president y percibe con toda nitidez que no le interesan unas nuevas e inciertas elecciones. Además, aunque mantenga el objetivo independentista, está incursa en un proceso de alejamiento del unilateralismo que debe, para ser creíble, abrir espacios a la normalización.
El principal obstáculo para la aplicación de esos propósitos tiene un nombre: el del último presidente. Su empecinamiento individualista no solo está emponzoñando las perspectivas de Esquerra, sino también afianzando la larga permanencia de su principal líder, Oriol Junqueras, en prisión preventiva: una situación que desde distintos puntos de vista sería deseable revertir pero que la prolongación del unilateralismo por parte Puigdemont imposibilita, a los ojos —y los autos— del juez instructor.
Si Esquerra quiere recuperar credibilidad como el partido de gobierno que ha sido en distintas ocasiones debe deshacer el obstáculo y plantarse ante las exigencias de Puigdemont a que los demás desacaten la ley, desobedezcan a los tribunales y se encaminen a la cárcel, mientras él prosigue sus aventuras sin ataduras.
Si Esquerra no da respuesta a lo que a todas luces es también una provocación contra sus cargos electos (como el presidente del Parlament) y contra el propio partido —por incomprensible miedo a aparecer como partido traidor (¡desde la cárcel!)— acabará en el lodazal de tener que aplaudir a un nuevo presidente títere e inane, o enfangándose en unas elecciones cuya convocatoria solo Puigdemont y quienes secunden su dislate pagarán, por incapaces de elegir un líder viable a lo largo de cinco meses dilapidados en insensateces.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.