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MIRADOR
Columna
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Risa terapéutica

Hagan turismo cinematográfico y sumérjanse en los canales de cine de los clásicos

La famosa escena del camarote de los hermanos Marx de la película 'Una noche en la Ópera'.
La famosa escena del camarote de los hermanos Marx de la película 'Una noche en la Ópera'.

Todos sabemos que la risa tiene un efecto sanador incuestionable. En los peores momentos del día, una buena carcajada relaja y te devuelve a la realidad oxigenado, con más energía y menos angustia. Hay tantos trabajos densos en los que la cabeza se aturulla durante horas, que es muy recomendable pedir ayuda a los profesionales de la risa para que nos masajeen la mandíbula, la tripa y el pecho con sus ocurrencias.

Yo crecí solo con dos canales en la televisión de España, y las películas que llenaron mis sobremesas de los días festivos fueron las de los hermanos Marx, que programaban en diferentes ciclos. Cuando me fui a vivir a Estados Unidos asumí que todos sus habitantes tenían que saber perfectamente quiénes eran aquellos señores que hacían cosas absurdas y eran tan divertidos. Pensaba que ese país era como el de las películas en blanco y negro que tantos ratos buenos me había hecho pasar.

Mis alumnos no los conocen. Ni los de hace veinte años, ni los de ahora. Pero yo no pierdo la serenidad cuando me miran extrañados, sin tener ni idea de quiénes son las personas a las que me refiero. Esa es vuestra arqueología, les digo, tenéis el cine mudo con Harold Lloyd, Buster Keaton y Chaplin. Tenéis a los hermanos Marx con el cine sonoro de comedias desternillantes. Os hicisteis los amos del humor cinematográfico del siglo XX, debéis disfrutarlo. No puede ser que vuestra herencia sean los establecimientos de comida rápida y el consumo desmedido de calorías. La risa os salvará. Nos salvará a todos.

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Hagan turismo cinematográfico y sumérjanse en los canales de cine de los clásicos, todas estas piezas son accesibles en este mundo digital lleno de vídeos insulsos. Exijan calidad, exijan volver a reírse como lo hicieron sus padres y abuelos. Entonces busco en el canal de YouTube esa escena maravillosa del camarote de los Hermanos Marx, se la muestro y contemplo en voz alta la posibilidad de reproducirla en mi desordenado despacho con toda la clase apretujada. Se ríen cuando la ven, se ríen cuando me río a carcajadas. Nos reímos juntos, nos contagiamos la risa. Esa risa pegajosa y fresca de los que están vivos y la comparten.

Lo novedoso es lo que uno descubre por primera vez, aunque lleve décadas existiendo. El cine de siempre, el mudo lleno de grandes actores o el de las deliciosas comedias sonoras en blanco y negro dieron un sentido optimista a nuestro siglo XX. Ese pasado está lleno de grandes y divertidas escenas que nos devuelven la naturalidad de las cosas. La risa que generan en nosotros es sana y necesaria.

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