10 fotosIndígenas en la gran ciudadLos yukpas emigran desde las zonas rurales del estado Zulia a las principales localidades de Venezuela buscando una mejor calidad de vida, pero solo empeoran su situaciónEl PaísBarquisimeto - 30 abr 2018 - 00:21CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceA un costado de la vía principal, en medio de un terreno lleno de escombros y tierra, se pueden observar niños semidesnudos corriendo y jugando en medio de la nada; a pocos metros se observan casas improvisadas y una fogata; al otro extremo, las mujeres cuidan a más niños y los hombres llegan por la avenida. Se trata de los yukpas, una etnia que se alejó de sus minas y selvas en la sierra de Perijá (en Zulia, uno de los 23 estados de Venezuela) para buscar mejor calidad de vida en las ciudades. Así vive la colonia en Barquisimeto, ciudad en el río Turbio, al noroeste del país.Del casi centenar de personas que forman parte de este asentamiento yukpa en Barquisimeto, aproximadamente un tercio son niños con edades comprendidas entre dos y 12 años. No cuentan con educación primaria, tampoco con asistencia médica y una dieta equilibrada.Muchos asentamientos han decidido emigrar debido a la falta de productos básicos, clientes que compren sus artesanías, o por seguridad ante las bandas mineras que operan en su territorio. Al ser una comunidad pacífica, muchos delincuentes se aprovechan de esto e invaden sus terrenos para construir campamentos mineros.En una de las casas se encuentran tres hombres y una niña, uno de ellos es Evencio Camejo, el Cacique Mayor y líder de ese asentamiento, quien llegó junto a su comunidad hace dos años a la ciudad buscando mejorar la calidad de vida. Pero no le ha sido fácil: “Huimos de nuestras tierras porque no se consigue nada, allá no hay nada, allá uno sufre bastante, no hay arroz, no hay nada, uno come gusanos y plátanos, por eso nos vinimos acá, aquí podemos comprar pollo de vez en cuando y algo de comida con lo poco que conseguimos".El día de un yukpa pasa lentamente en la ciudad de Barquisimeto, en su mayoría solo comen plátano asado y no consiguen dinero para comprar algo de proteína. Carmen, la esposa de Camejo, no extraña su hogar en la Sierra de Perijá, Estado Zulia, pero sí, esa conexión con sus raíces que se han visto amenazadas por la necesidad: “Aquí tampoco es que seamos felices, buscamos ayuda por todos lados pero nada, estamos solos en esto, siempre ha sido así, aquí es cierto que tenemos comida, comemos más plátano de lo que comíamos allá en casa, pero esa conexión que uno tenía con la naturaleza y con el medio ambiente mis hijos lo perdieron y no lo están viviendo".En la imagen, la hija menor de Evencio. Los niños menores han sido vacunados por estudiantes de medicina que se han acercado al asentamiento y los han asistido. Estas ayudas se producen ocasionalmente, no se lleva un control de vacunas y con una dieta tan baja en proteínas es probable que presenten problemas durante su desarrollo.Los niños yukpa comen y juegan donde duermen, muchos no tienen ropa y algunos visten lo que algunas personas les han regalado, para bañarse usan el agua de lluvia que recolectan en cubetas ya que no cuentan con una llave de agua cercana para llenarlos.En varias ocasiones las lluvias han derribado las casas improvisadas, están levantadas con troncos que encuentran en el terreno y usan plásticos de vallas publicitarias o material reciclado de construcción.Se ha calculado que la población yukpa en Venezuela es de unas 10.640 personas, dentro de un total de 724.592 indígenas aproximadamentel, según el censo realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas del año 2011. El único agua que usan es la que recolectan de la lluvia, la usan para asearse, lavar los platos y para cocinar, ese mismo agua es el que beben para paliar la sed.Las etnias en Venezuela, a pesar de ser reconocidas como patrimonio cultural para la humanidad por la Unesco, están siendo amenazadas y no cuentan con un apoyo gubernamental que les brinde soluciones a sus necesidades de supervivencia cotidianas. Las madres deben realizar artesanías para poder venderlas y así obtener dinero para comer. Ellas realizan las manualidades en el mismo sitio donde duermen y alimentan a sus hijos.