Nino Redruello: tradición y creatividad a todo gas
El alma del restaurante Fismuler partió de un negocio familiar hasta convertirse en uno de los grandes de la gastronomía actual. Cuando no está detrás de los fogones, se dedica a su otra pasión: el motor
Hay quien descubre su vocación a través de una experiencia iluminadora, pero también quien lo tiene claro desde la cuna. “Yo con cinco años en el colegio decía que quería ser cocinero”, recuerda Nino Redruello. Es lo que sucede cuando perteneces a la tercera generación de una familia de hosteleros que comenzó con su abuelo, quien abrió una taberna legendaria en Madrid, La Ancha. “Desde niño vas mamando de tu familia, escuchas hablar a tu padre y a tu tío, les ves trabajar... No es que hayas aprendido una receta, que también, sino que aprendes una filosofía de vida”, explica con entusiasmo.
Esa misma pasión es la que le ha llevado a continuar el negocio familiar y expandirlo hasta llegar a crear algunos de los templos de la gastronomía de Madrid. Primero fue Las tortillas de Gabino, seguido de La Gabinoteca. Luego se sumó Tatel, del cual es director gastronómico. Fismuler es, hasta el momento, su nueva criatura (por partida doble, porque acaba de abrir sucursal en Barcelona). Todos esos logros, sin embargo, no estaban en la mente de Nino cuando quiso enfrentarse a los fogones. “Mi meta no era conseguir nada, sino estar a la altura de mi familia”, asegura. “Lo que me planteaba era no cagarla. Mi padre nos decía que todos los días es el día de inauguración. Nosotros nos hemos impregnado de una manera de vivir en la que la constancia y la intensidad es máxima”.
Cocinero, no rockstar
Dedicación es una palabra que Nino utiliza a menudo, y es algo que se traduce a su trabajo. Él se decidió por la cocina cuando la gastronomía no vivía el boom actual. “Decir que eras cocinero cuando todos tus amigos estaban estudiando en la universidad daba un poco de vergüenza”, confiesa. “Ahora a veces te tratan como si fueras una estrella del rock, pero al final tienes que ser consciente de que lo que tienes que hacer es dar bien de comer”. La clave, además de no perder la perspectiva, él la encuentra en la creatividad. “Así es como pasas de una casa tradicional de comidas a lo que hacemos hoy en día. La creatividad, como en cualquier tipo de arte, engancha porque ilusiona”.
Esa creatividad, hoy en día, tiene que estar tanto en lo que se sirve en el plato como en el entorno que lo rodea. “Le doy muchísima importancia a la estética”, cuenta Nino. “Cuando abrimos Las tortillas de Gabino, mi padre me dijo: 'Da bien de comer, que con eso ya vas a trabajar'. Ahora ya no vale solo con eso: hay que ser iluminador, sonidista, psicólogo... hay que saber de sensaciones”. Pero, para él, esas nuevas necesidades no le desvían de su visión. “En Fismuler, por ejemplo, no hay nada que embellece por embellecer. Eso también pasa con nuestra cocina: hay técnicas modernas, pero prima la sencillez para que resalte el propio producto. Sencillez y respeto”.
Enamorado del motor
La otra gran pasión de Nino Redruello también le viene de familia. “Mi padre corría rallies y yo he hecho cursos de conducción deportiva por el Jarama. Mi mujer y yo nos peleamos por conducir, nos encanta a los dos. Somos todos un poco locos del motor”, detalla. Como padre de familia, lo primero en lo que se fija en un coche es “la fiabilidad y, después, la habitabilidad”. Por eso mismo, un automóvil como el Renault Talisman le ofrece lo que necesita, desde su tecnología 4Control para una mejor conducción. “Me gusta también que el coche te haga sentir que eres un padre de familia un poco diferente, con un punto deportivo”, explica.
El diseño es, obviamente, otro de los elementos de Renault Talisman que le cautivan. “Muchas veces lo que tenemos es una prolongación de lo que somos. Me importa que mi coche también guste y transmita el tipo de persona que soy yo”. Elementos como la tapicería de cuero gris claro, el tablero de a bordo y los umbrales de puerta con molduras satinadas son esos detalles que marcan la diferencia.
Para alguien que aprecia el placer de la conducción, su escapada ideal está en lo que él llama su “playa y montaña de Madrid”. “Me encanta ir al Pantano de San Juan, es mi vía de escape. Subir por el Puerto de la Almenara, que es alucinante, y perderme por la sierra de Madrid”. Cuando lo hace, no puede faltar la música, por lo cual el sistema de conectividad R-LINK 2 del Renault Talisman es otra ventaja. “Siempre voy con el móvil conectado y Spotify. Siempre”, asegura. “Tengo una lista de flamenquito que me hace poner una sonrisa todo el rato”.
El talismán de la vida de Nino Redruello también viaja con él. “Tengo un meteorito que me regaló Santi, el hermano mayor de mi padre, que falleció el año pasado. Me lo dio de niño y lo llevo siempre en el coche. Es como si me guardara un poco, como si nos protegiese dentro del coche”. Como en todos los aspectos, la vida de Nino se apoya en sus principios: sencillez, respeto y el toque creativo necesario.
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