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La sistemática autodestrucción del máster de Cifuentes

Llama la atención que la presidenta madrileña dijera que hizo el máster aunque no tuviera necesidad

Cristina Cifuentes, este miércoles en la Asamblea de Madrid. En vídeo, las declaraciones de la oposición.Foto: atlas | Vídeo: Zipi (EFE) / ATLAS
Juan Cruz

Era tan atractivo, televisivamente, lo que iba a pasar el miércoles en la Asamblea de Madrid que podría pensarse que las televisiones que están al quite tendrían allí su foco. Pero una estaba zapeando y las otras estaban a lo que están.

Una que se ocupa de decir minuto a minuto lo que pasa las 24 horas, 24 horas de Televisión Española, sí tuvo a bien conectar. Pero en cuanto aquello resbaló hacia intervenciones que debieron juzgar menores en el estudio (las segundas réplicas a la presidenta Cifuentes, sujeto del debate), el presentador tuvo a bien desconectar para que escucháramos, en cambio, las intervenciones, sin duda interesantes y polémicas, de los periodistas que le acompañaban. Conectó de nuevo cuando la presidenta lanzó su ya conocido chorreo de fin de máster a todos los contrincantes que habían tenido la desfachatez de replicarle con sus dudas (razonables) sobre las razones que da para hacer todo lo que hizo con el objeto efectivo de degradar sistemáticamente el máster que ella dice que hizo.

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Voy a entretenerme tan solo en un factor que pone de manifiesto la poca seriedad con la que Cristina Cifuentes se tomó la comparecencia, que es equivalente a la que puso para defender su máster. De todo lo que dijo, llama la atención que dijera que hizo (que hizo) el máster aunque no tuviera necesidad ninguna, ni para sus conocimientos ni para su curriculum, de incorporarlo a la supuesta vastedad de sus conocimientos. Llama la atención que explicara, sin que para ello  tuviera que guiñar un ojo a nadie, que obtuvo de sus profesores (“dadas mis circunstancias”) el favor de que no fuera imprescindible ni acudir a clase ni tener otra correspondencia sobre las materias de estudio. Y que aún obtuvo “hasta sobresalientes”. Inventó de una tacada los viejos cursos por correspondencia versión Cristina.cero y la ya antiquísima educación a distancia. Y, sobre todo, cayó de lleno en lo que ha sido su principal tarea de deconstrucción o de autodestrucción: deconstrucción de la figura universitaria del máster, como algo que se puede hacer de manera doméstica y sin más relieve que el de un trámite que se puede resolver con papeles timbrados, y destruyó la importancia de su propio máster, para el que, según ella, no tenía ninguna necesidad. Y como no tenía ninguna necesidad, para qué molestar a los profesores o a los evaluadores con su presencia, tan imprescindible entonces fuera de las aulas.

Fue una tarde bochornosa para la Universidad, para los diputados madrileños y para la salud democrática de una asamblea sometida a los guiños de una presidenta que indignó al final, y ya es mérito, a la presidenta de la Cámara, a la que Cristina Cifuentes no tuvo ni la alegría de guiñarle el ojo.

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