'Gorrión rojo': los juegos del hambre del cine de espías en versión 'hardcore'
Jennifer Lawrence protagoniza este intenso thriller, un auténtico festín para los amantes del cine extremo que se estrena el 2 de marzo
Jennifer y Francis Lawrence formaron un tándem imparable en tres de los capítulos de la saga de Los juegos del hambre. El director supo elevar a la actriz a los altares de la gloria y convertirla a través de su personaje de Katniss Everdeen en una especie de icono contestatario del nuevo milenio para la cultura del entretenimiento mainstream. Ahora vuelven a encontrarse en Gorrión rojo, una película de agentes secretos que podría promocionarse perfectamente como “los juegos del hambre del cine de espías” si no fuera porque se aparta radicalmente de los esquemas de la sensibilidad ‘millennial’ para insertarse en el terreno del cine para adultos en su vertiente más hardcore.
Y es que, Gorrión rojo, además de desnudos integrales, constantes referencias sexuales y lecciones de bondage y sadomasoquismo, también incluye escenas que rozan el torture porn. Un auténtico festín para los amantes del cine extremo que no esperan ver semejantes dosis de saña en una superproducción convencional.
En los últimos tiempos la carrera de Jennifer Lawrence parece haber entrado en una dimensión mucho más madura. Después de participación en Madre!, la controvertida película de Darren Aronofsky en la que la actriz se entregaba por completo a la alucinógena y alegórica propuesta, ahora vuelve a sorprender dilapidando todo tipo de tabús en esta película en la que demuestra que puede pasar de un plano a otro de la delicadeza de una figurita de Lladró a la brutalidad de un animal acorralado.
"Jennifer Lawrence vuelve a sorprender dilapidando todo tipo de tabús en esta película en la que demuestra que puede pasar de un plano a otro de la delicadeza de una figurita de Lladró a la brutalidad de un animal acorralado"
La actriz interpreta a Dominika Egorova, la bailarina principal de la compañía de Teatro Bolshói que tras un terrible accidente sobre el escenario tendrá que abandonar su profesión quedando totalmente desamparada al cuidado de su madre enferma. Sin muchas expectativas de futuro, aceptará la propuesta de su tío Vanya (Matthias Schoenaerts), uno de los máximos responsables de la rama más siniestra del servicio secreto ruso. Después de tenderle una trampa, la obligará a alistarse en el programa de formación de los “gorriones rojos”, jóvenes captados por su alto atractivo físico que serán instruidos en las artes amatorias para servir como cebo a sus víctimas.
La escuela, regentada por la implacable “institutriz” que interpreta Charlotte Ramplin (en un papel que tiende puentes invisibles con El portero de noche), enseñará a sus alumnos a despojarse de todo tipo de sentimientos y emociones humanas a base de humillaciones tanto psicológicas como físicas. Incluso les obligará a practicar felaciones delante de sus compañeros y a ver pornografía... y eso es solo el principio.
Ahora sus cuerpos y sus mentes pertenecen al Estado, ya no tienen voluntad propia y solo pueden acatar las reglas dictadas. O triunfar en una misión, o morir por la patria, no pueden quedarse a medias.
En efecto, este planteamiento recuerda al de Los juegos del hambre. Chicos y chicas luchando por la supervivencia a base de engañar y asesinar a sus compañeros como parte de un diabólico juego urdido por un régimen totalitario que controla a la población a través de la represión, el odio y la violencia.
No sabemos todavía la reacción de Vladimir Putin acerca de Gorrión rojo, sobre todo después de los rumores que circularon alrededor de que su figura había sido recortada de la película por presiones internas, algo que su gobierno se apresuró a desmentir. Lo que sí ha prohibido expresamente ha sido la distribución de la sátira dirigida por Armando Iannucci titulada La muerte de Stalin, por considerar que su irreverencia podía herir la sensibilidad del pueblo… aunque en realidad lo que hace la película es destapar la conducta miserable y carroñera del dictador y de su gabinete.
Lo cierto es que, en los últimos tiempos, a raíz de la polémica de los hackers en la campaña electoral de Donald Trump y la manipulación de votos, han proliferado las ficciones en las que los rusos vuelven a convertirse en los villanos de la función. Una nueva era de películas parece reabrir las heridas de la Guerra Fría desde una perspectiva contemporánea. Algunas, como La forma del agua, utilizan ese momento histórico para hablar de la actualidad. Otras, como Atómica, se sitúan en los años ochenta, el momento en el que se el género de espías tuvo su máximo apogeo. Ahora, Gorrión rojo recupera toda esta tradición como si todavía nos encontráramos en los años del Telón de Acero. De hecho, cuando vemos la película, nos cuesta distinguir en qué época nos encontramos, y si no fuera porque los personajes utilizan teléfonos móviles, estaríamos temporalmente desubicados.
La película está basada en la novela del mismo título escrita por el ex agente de la CIA Jason Matthews y en parte recoge la herencia de John LeCarré pero desde un punto de vista más arrebatado, introduciéndonos en un torbellino de pasiones, odios, sexo, violencia, mentiras y traiciones. Olvídense de la adrenalina de Jason Bourne. Gorrión rojo es una película muy física pero no practica la acción. Lo suyo es el suspense, la intriga y la tensión psicológica. Todo a través de un estilo suntuoso, en ocasiones de lo más sofisticado (véase el estupendo montaje paralelo que abre la película) que envuelve al mismo tiempo que genera extrañeza.
"La película recoge en parte la herencia de John LeCarré pero desde un punto de vista más arrebatado, introduciéndonos en un torbellino de pasiones, odios, sexo, violencia, mentiras y traiciones"
Pero lo que más sorprende es el grado de carnalidad que alcanza, las dosis de brutalidad que desprende, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de la apuesta de un gran estudio. En ese sentido, resulta de lo más arriesgada. Planos de genitales, intentos de violación, torturas explícitas que desafían el estómago de los paladares más curtidos, insinuaciones incestuosas, sadismo… todo ello sin caer en el sensacionalismo gratuito.
Gorrión rojo es mucho más oscura de lo que jamás hubiéramos imaginado, en algunos momentos incluso terrorífica, algo que nos recuerda que antes de realizar las tres entregas de Los juegos del hambre, Francis Lawrence dirigió el neo-noir sobrenatural Constantine (2004) y la adaptación de la novela post apocalíptica de Richard Matheson Soy leyenda (2007). Sin embargo, su Gorrión rojo se muestra más incómoda y en ocasiones incluso subversiva. Se atreve a desafiar los estándares de lo políticamente correcto aportando un toque de irreverencia de lo más sugestivo y un discurso muy potente en torno al poder y la manipulación por parte del Estado. ¿Le pasará este atrevimiento factura en la taquilla? Esperemos que no, porque Gorrión rojo es una auténtica sorpresa.
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