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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuando sobrevivir al cáncer depende del código postal

Las carencias sanitarias y el coste de los nuevos tratamientos provocan grandes diferencias en las posibilidades de curación

Milagros Pérez Oliva
Niños que sufren cáncer reciben tratamiento en un hospital de Yemen.
Niños que sufren cáncer reciben tratamiento en un hospital de Yemen. Mohammed Hamoud (Getty Images)

La incidencia de tumores sigue aumentando en España hasta el punto de que los expertos prevén que la mortalidad por cáncer superará en la próxima década a las enfermedades cardiovasculares como primera causa de muerte. El hecho de que España sea el segundo país del mundo con mayor esperanza de vida es la principal causa del aumento, pues el cáncer está vinculado al envejecimiento. En 2017 se diagnosticaron 228.000 nuevos casos y se prevé que sigan aumentando, lo que exigirá al sistema sanitario un gran esfuerzo.

Afortunadamente, el diagnóstico precoz y las constantes mejoras terapéuticas han permitido aumentar la tasa de supervivencia global, que en este momento se sitúa en el 53% a los cinco años del diagnóstico. Y las perspectivas de avance son buenas: un tercio de todos los nuevos fármacos que se incorporaron el año pasado eran anticancerígenos y de los 24 antitumorales aprobados, 11 eran principios activos completamente nuevos.

Tenemos tratamientos cada vez más eficaces, pero también cada vez más costosos. El elevado coste de las nuevas dianas moleculares explica en gran medida las enormes diferencias de supervivencia entre diferentes lugares, como ha puesto de manifiesto el estudio Concord, que ha comparado datos de 71 países. Hasta tal punto son significativas esas diferencias que las posibilidades de curación dependen más, en muchos tumores, del código postal que de la genética del paciente. He aquí dos ejemplos ilustrativos: la supervivencia de cáncer de mama a los cinco años alcanza en EE UU el 90%, mientras que en India apenas llega al 66%; en Finlandia, el 95% de los niños diagnosticados de leucemia linfoblástica aguda siguen vivos a los cinco años, mientras que en Ecuador solo sobrevive el 49,8%.

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En España tenemos un sistema sanitario público que incorpora todos los medicamentos que han demostrado eficacia terapéutica y cubre por igual a todas las personas, vivan donde vivan, lo que garantiza un acceso equitativo a los tratamientos. No siempre somos suficientemente conscientes de lo que significa el hecho de que aquí se pueden curar tumores que en otros lugares son una sentencia de muerte gracias a que tenemos un seguro público universal.

Pero la batalla contra el cáncer debe centrarse ahora en la prevención. Las cifras de mortalidad podrían mejorar de forma sustancial si fuéramos capaces de adoptar medidas preventivas eficaces. Más de un tercio de todas las muertes se deben a causas evitables. Hasta el 40% de los casos que se diagnostican están relacionados con hábitos de vida poco saludables. Mucha gente no sabe, por ejemplo, que la obesidad es responsable de uno de cada veinte tumores, que más del 90% de las 28.000 muertes anuales por cáncer de pulmón se deben al tabaco y que el alcohol está detrás del 12% de las muertes, especialmente por cáncer de hígado. Hay, pues, mucho camino por recorrer. Todo esfuerzo organizativo y presupuestario que se destine a la prevención evitará muertes y redundará en un ahorro futuro mucho mayor de lo que ahora se gaste. <

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