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Tentaciones
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Hablamos con el director que ganó Sundance con un corto en gallego

Álvaro Gago Díaz obtuvo el premio del jurado en el certamen que fundó Robert Redford y que es la cuna del cine 'indie'

"¿Cuándo rodamos el largometraje?". Esta es la pregunta que le hicieron su padre (Alberto) y su tío (José) cuando Álvaro Gago Díaz pisó Galicia tras volar desde Utah (EEUU) con su premio bajo el brazo. Ellos son los productores de Matria, el cortometraje rodado en gallego que obtuvo el galardón del jurado del mítico Festival de Sundance. En la película también participó su primo Miguel, como ayudante de dirección. Pero ninguno de los tres pudo acompañarle al certamen que fundó Robert Redford y donde se dieron a conocer Quentin Tarantino, Tod Haynes, Allison Anders o Steven Soderbergh, entre muchos otros grandes cineastas.

El carácter familiar de Matria se refuerza, como explica este cineasta nacido en Vigo en 1986, desde su propio punto de partida. "El origen es mi amiga Francisca Iglesias Bouzón, que cuidó de mi abuelo durante los últimos años de su vida y que, si mi abuelo los disfrutó, fue en gran medida gracias a ella, que a pesar de la mochila de desgracias e infortunios que llevaba (y sigue llevando) al hombro, siempre llegaba a casa llena de energía, dinamismo y humor. La película surge de la admiración que siento por ella y de la necesidad que tenía de acercarme, conocerla y darle voz".

Matria habla, a través de este personaje, sobre la incomunicación y el matriarcado en Galicia.

No es fácil comunicarse, principalmente porque no es fácil escuchar. Requiere una gran energía hacer el ejercicio de ponerse en el lugar el otro. En Galicia (y en todo el mundo), es fundamental que el patriarcado escuche, reflexione y acepte, antes de nada, que el sillón desde el que ve el mundo es un sillón cómodo y que ocupa la mayor parte del espacio. En Galicia la mujer está igualmente sometida y silenciada que en cualquier otro lugar. El mito del matriarcado es un mito falso. Sólo hace falta sacar la cámara a la calle. Matria tiene un marcado carácter documental. Todo lo que vemos está documentado y luego presentado bajo el velo de la ficción, pero yo no me he inventado nada.

¿Cómo seleccionaste los actores?

Cada selección siguió un camino diverso, pero en ningún momento seguí el proceso de cásting habitual. La posibilidad de trabajar con Francisca se fue cristalizando a medida que íbamos ensayando, pero durante un tiempo tuve otras opciones en la cabeza (que nunca llegué a explorar). Para la encargada buscaba, antes que nada, una voz energética, robusta y punzante; la propia encargada de la fábrica dónde rodamos respondía a los parámetros de búsqueda, pero no quiso hacerlo. Fue después de su no definitivo que me acordé de la voz de la madre de un gran amigo que vivía por la zona. Seguí el pálpito y di con Eulogia. Muchos de los actores y actrices secundarias las encontré en las propias localizaciones. Visité cada localización entre diez y quince veces antes del rodaje, lo cual me permitió conocer bien el lugar y las personas que lo frecuentaban.

Hiciste un corto a partir de un taller con Abbas Kiarostami, ¿qué otros referentes visuales manejas?

Sí. Una pieza pequeña de tres minutos que no sé si le acabó de convencer. La aparente sencillez de la narrativa de las películas de Kiarostami es un referente importante. Los Dardenne, Andrea Arnold, Cristian Mungiu, Joao Salaviza, Laszlo Nemes, son cineastas que en muchas de sus películas, dejan de lado la experimentación narrativa para centrarse en la construcción de un personaje. Adoptan su punto de vista y difícilmente lo abandonan. Intentan darle al espectador una experiencia inmersiva en la que uno pueda casi coexistir con el personaje principal.

Todo esto me interesaba para Matria. El free cinema británico y los neorrealistas italianos sacan la cámara a la calle, documentan y cuentan historias desde puntos de vista minimalistas y simples. La compasión de Ozu hacia los personajes que filma, la agresividad de Pialat, el retrato como documento social en la fotografía de Virxilio Vieitez, la elementalidad primitiva y naturalista de María Antonia Dans, la síntesis discursiva y rabia contenida de Simone de Beauvoir o el espíritu de lucha que irradia las imágenes de la huelga organizada por las mujeres de la Illa de Arousa después de que cerrara la fábrica de conservas Odosa.

Matria ha sido uno de los cortos de la temporada, con premios en Valladolid o Alcalá de Henares, ¿te sorprendió esta reacción de la gente?

Cualquier reacción sería inesperada. No hago el ejercicio de trasladarme hacia un posible futuro en el que se está exhibiendo la película con público en el cine. Sí que pienso en la audiencia durante el proceso creativo, pues intento no dar todo masticado, dejar huecos a completar, pero no me planteo el éxito. Eso sí, todos tenemos un ego que alimentar, por desgracia, y me gusta que la gente aprecie mi trabajo.

Y ahora, con el premio de Sundance, demuestra que una historia en principio local tiene una lectura muy universal.

Todas las historias la tienen. El cine no conoce barreras, pues se construye a través de emociones comunes a todxs. El escenario puede ser diferente y las personas pueden estar hablando en otra lengua distinta a la tuya, pero todxs nos podemos identificar con la negación, la vergüenza, la soledad, el miedo, la adrenalina.. el cine es un espejo en el que nos reconocemos constantemente.

¿Cómo es el Festival de Sudance? ¿Sigue siendo la meca del cine indie?

Es un gran estanque helado con muchísimos peces, grandes y pequeños. Es una burbuja, una batidora, una montaña rusa a la que espero subirme nuevamente. Al mismo tiempo, me fui de allí con una calurosa sensación de que Sundance quiere convertirse en una especie de familia.

¿Cómo recibes la noticia de que vas a ganar?

No la recibo. Me llega en el preciso instante en el que Shirley Manson anuncia el título de la película.

¿Cuál fue el consejo que te dio Robert Redford?

Robert Redford habló para un grupo amplio de directores. Nos dijo, fundamentalmente, que no nos preocupásemos si sentíamos miedo, que era normal, que él también se había sentido así. El miedo es un arma de doble filo, pues la incomodidad que provoca te puede hacer avanzar pero también te puede paralizar. Sentirse vulnerable es parte del proceso.

¿Qué proyectos tienes entre manos?

La vulnerabilidad es una cuestión que me gustaría tratar en un futuro proyecto, pues creo que es un estigma que tenemos que derribar, pero por lo pronto voy a intentar rodar un nuevo cortometraje este próximo verano, en Vigo, a la par que desarrollo un largometraje basado en el personaje de Ramona.

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