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Defensora del Lector
Tribuna
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Comparaciones arriesgadas

Un artículo que establecía paralelismos entre el juicio a La Manada y el homicidio de una joven en los Sanfermines de 2008 provoca indignación

Concentración a las puertas del Palacio de Justicia de Navarra durante el juicio a La Manada.
Concentración a las puertas del Palacio de Justicia de Navarra durante el juicio a La Manada.Jesus Diges (EFE)

Desde que comenzó en la Audiencia Provincial de Navarra el juicio contra los integrantes de La Manada, recibo a diario correos de lectores que discrepan de algún titular o del contenido de alguno de los muchos artículos que hemos publicado sobre el tema. Hace días, abordé algunas de estas quejas en mi blog. Pero en la última semana el flujo de protestas no ha dejado de aumentar. Una lectora, María José Medina, me escribió disconforme con un titular que se publicó el miércoles 22 en la edición digital y el jueves siguiente en la impresa, encabezando una noticia sobre la declaración de tres de los imputados. Esta lectora consideraba el título -La Manada admite que no hubo consentimiento expreso- sensacionalista y además le parecía, después de leer la información, que no era cierto: “¡Ojalá lo fuera!”, escribía.

En realidad, el titular sí reflejaba los hechos. Es cierto que los acusados no se desviaron en sus declaraciones de la tesis inicial, según la cual mantuvieron sexo consentido con la joven. Pero la novedad de su testimonio ante el tribunal es que quedaba claro que la joven no había expresado ni verbal ni de ninguna otra forma aprehensible exteriormente, el supuesto consentimiento.

Con todo, lo que ha provocado reacciones de indignación en algunas lectoras ha sido el artículo del columnista y reportero Manuel Jabois Las personas más indefensas del mundo, publicado el 22 de noviembre. En el texto se establecía algún paralelismo entre el caso de violación que se juzga en la Audiencia de Navarra, y el estrangulamiento de la joven Nagore Laffage, en los Sanfermines de hace nueve años, por rechazar los requerimientos del hombre que la invitó a subir a su casa, José Diego Yllanes. Las quejas las ha provocado una frase en la que el periodista señalaba respecto al homicidio de Laffage: “Nagore podría estar viva hoy. Para ello tenía que haber cedido a las pretensiones de Yllanes aquel 7 de julio. Dejarse hacer para que parase de golpearla y marcharse a su casa. Quizás así sobreviviese. ¿Hubiera denunciado entonces?"

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Una lectora, María Martín Servant, escribe en el mensaje que me ha enviado:

La frase del periodista sobre el caso de  Nagore Laffage se presta a error

“Lo cierto es que no sé si la intención del escritor del artículo, Manuel Jabois, o la del periódico es, de nuevo, centrarse en las víctimas y culpabilizarlas, pero a estas alturas creo que hay recursos suficientes para darse cuenta de ello. Me resulta un artículo indignante”. Y añade respecto al párrafo señalado: “¿En serio? ¿Dejarse hacer? ¿La víctima podría no haber sido víctima, es la que podría haber cambiado, pero del verdugo no se dice nada? No entiendo ni la comparación de los dos casos. (…) Creo que es muy importante que ante casos así un periódico pueda recurrir a periodistas formadas/os en feminismo y así nos evitaríamos artículos como este”.

No es menos tajante Cristina Ruiz-Poveda que me escribió el mismo día, lamentando la falta de sensibilidad de los reporteros cuando informan de casos de abusos sexuales.

“En las últimas semanas, con todos los casos de abusos sexuales, EL PAÍS ha mostrado su intención de informar sobre el asunto sin poner en duda los testimonios de las víctimas, pero ha llevado a cabo una labor muy torpe. La mayoría de los artículos al respecto fueron asignados a reporteros hombres que inconscientemente no eligen las mejores palabras para mantener la neutralidad en la noticia. El último caso ya ha cruzado los límites y directamente culpabiliza a la víctima. El artículo por el que les escribo [el firmado por Manuel Jabois] concluye con un párrafo que directamente culpabiliza a la víctima y compara la violación con "dejarse hacer", literalmente”.

La lectora, añade: “Es decir, que la chica está muerta por decisión propia, ¿no? Es lo que se deduce de estas frases. Esta horrible connotación se podría haber evitado poniendo un "solo" o añadiendo que esa es la perspectiva del violador. Sin embargo, al omitir esa información, el autor está tomando esa perspectiva por sí mismo: ella misma podía haber evitado su asesinato. Esto es inadmisible, el único que podía haber evitado el asesinato es el criminal que la mató. (…) Ruego que revisen ese texto y que pongan más atención a los artículos referidos a la violencia sexual. No es mucho pedir que se los asignen a redactoras con conciencia de género, que sin duda las hay. Evítense estas barbaridades”.

El autor del artículo, Manuel Jabois responde:

“Lamento que estas dos lectoras hayan interpretado ese párrafo de la forma contraria por la que fue escrito: como denuncia de la culpabilización de la que suelen ser objeto las víctimas de agresiones sexuales. Asumo la responsabilidad por no haberme hecho entender lo suficiente. En julio de 2016 escribí un artículo recordando el juicio del asesinato de Nagore Laffage en el que abordé la diferencia de trato hacia víctima y asesino. Iniciado el juicio a La Manada volví a escribir sobre el informe encargado a detectives para que siguiesen a la víctima. Y en el artículo que las lectoras citan denuncio la situación en la que se hubiera encontrado Nagore Laffage en el caso de no haberse resistido a las pretensiones sexuales de su asesino: quizás podría estar viva, quizás "dejándose hacer" sobreviviría, "¿pero la creerían?". Lo hice para exponer la situación diabólica en la que se pone a las victimas cuando son violadas: ¿no te resististe?, ¿por qué no hay heridas?, ¿por qué no intentaste escapar? Eso es lo que denuncio en ese párrafo. El propio subtítulo de la noticia se refiere a la "culpabilización de las víctimas". Y eso es lo que he estado observando y denunciando del juicio de Pamplona: el momento en que una parte de la sociedad hace recaer su sospecha en la denunciante antes que en los denunciados, y lo que eso supone para las mujeres que sufren agresiones sexuales y quieren denunciar. Los acusados tienen derecho a defenderse y a un juicio justo; la denunciante tiene derecho a no ser puesta bajo sospecha con criterios machistas. Como recuerdo en la crónica con la que estas lectoras discrepan, es el mismo momento en que la madre de Nagore Laffage, asesinada en 2008, tiene que escuchar la pregunta del jurado sobre si su hija "era muy ligona". Al respecto, aprovecho para recomendar el documental Nagore, de Helena Taberna.”

Creo que el párrafo podía prestarse a error. Una cosa es, a veces, lo que queremos decir, y otra lo que decimos. Y me parece sumamente aventurado (aunque entiendo el sentido del ejemplo) establecer paralelismos entre el caso que se juzga ahora y el de Nagore Laffarge. Pero no creo que la sensibilidad y el rigor periodístico necesarios para escribir de abusos sexuales sean patrimonio exclusivo de las mujeres.

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