Hermano ‘indepe’

Mi hermano mayor aprovechó el otro día mi cumpleaños para decirme que es independentista del morro fort, incondicional y de a por todas, vamos. Ya solo habla catalán, me recalcó (excepto conmigo). No me hubiera sorprendido más si me hubiera anunciado su ingreso en la Legión Extranjera —siempre por un asunto de faldas— o que era agente del Mossad. No porque sea raro ser independentista, lo que me resulta extraño es que lo sea mi hermano, que hizo la mili en los boinas verdes, fue empresario textil y parece un híbrido de El gran Gatsby y El lobo estepario. ¡Jo, Carlos, de las COES a la CUP!, intenté bromear. No me hizo caso. “Estuve en el Instituto Balmes, en una mesa electoral, luego enfrentándome a la policía, ayudando a la gente; llevamos a los heridos a un portal vecino e instalamos allí un puesto de primeros auxilios. Solidaridad, humanidad, valor, compromiso. A ti te costará entenderlo, claro”. Ha sido como oír en directo a John Reed, a Hemingway, al Larry Darrell de El filo de la navaja.

He comprendido, con envidia, que mi hermano ha encontrado una causa. Nuestros padres insistieron mucho en ello. Cierto, a mamá, tan monárquica, le hubiera chocado que su primogénito escogiera precisamente esa. Y ni digo a la abuela, infiltrada como espía franquista en el SIM republicano durante la guerra. Y yo que pensaba que el progre y rebelde de la familia era el menda, que guardo Martin Eden en la mesita de noche. Ya no me queda ni eso. En fin, que se acabó, con mi hermano en el procés no tengo nada que hacer. Ninguno tenemos. Siempre lo ha ganado todo. Tendrían que ver cómo se hizo con el Fuerte Comansi y cómo me sojuzgaba para jugar al Subbuteo. Para mí, ya han vencido. Tienen a mi hermano. Tiembla, Rajoy.