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Tentaciones

Así es la nueva erótica en España: una entrevista con Mantis Lab

Nos adentramos en el laboratorio creativo de la performer y activista Anneke Necro junto al músico Sade, técnico en proyectos como Eyesberg

Anneke Necro y Sade
Anneke Necro y SadeJoan Garolera Rusiñol

Mantis Lab es un laboratorio creativo pensado en formato tándem por la pareja Anneke Necro -diseñadora, productora, performer y activista del porno alternativo- y Sade -músico, compositor y técnico en proyectos como Eyesberg-. Su intención es esgrimir la erótica como un mecanismo del cambio, piden más ética laboral en la industria del porno, pero también mayor libertad en sus contenidos. “Creemos que el sexo tiene el poder de cambiar el mundo, pero para ello hay que cambiar el concepto de la sexualidad y es lo que buscamos investigar. Queremos ser un laboratorio de creación artística, pensar en contenidos que no se han visibilizado hasta ahora, pero también reflexionar y experimentar en torno a la sexualidad establecida.” ¿Cómo conseguirlo?

“De adolescente -cuenta Anneke en una entrevista para Peggy Mag- me aparté del porno y empecé a masturbarme leyendo libros de autores como Lovecraft, Sheridan Le Fanu, Edgar Allan Poe, Robert W. Chambers y Comte de Lautréamont, además de otros trabajos sobre la magia y lo oculto. Allí encontré lo que necesitaba para encenderme: ¡La fantasía!”. La exploración de sus propias experiencias, tanto en la industria del porno como hurgando en los límites de la imaginación, la trasladan a su recién estrenado proyecto. Hablar con ellos permite visibilizar ambos aspectos de la sexualidad, una lucha social tan incómoda como placentera.

Anneke tiene formación de diseñadora y Sade es productor, músico y compositor. Habéis compartido proyectos anteriores, como estilista y técnico de sonido en una productora de porno mainstream. Pero también sois performers, productores, guionistas y editores. ¿A qué niveles trabajáis como pareja? ¿Cómo os repartís las tareas en Mantis?

Anneke: Nos pasamos el día en casa, trabajando entre los dos. De entrada, en Mantis, teníamos claro que no queríamos que hubiera cargos. Cada uno cumple su función, que es básicamente lo que se nos de mejor: a él la música y a mí el estilismo. Pero cada vez tengo más claro que el porno y la moda no son tan distintos en términos de machismo y de poca ética laboral. En los rodajes, somos muy pocas personas. Primero por un tema obvio, que es el presupuesto, y luego, porque no queremos que sea un circo. De momento, hemos grabado en sitios ya de por sí incómodos: en un lago, en la nieve y en una piscina de agua helada.

Sade: Además en el porno se tiende a la pérdida de seriedad, cuanta más gente hay, más difícil de controlar. En un rodaje serio se sobreentiende que el equipo debe permanecer en silencio tras oírse la palabra acción

Anneke: Me recuerda a la primera vez que trabaje con Erika Lust. Siempre había estado en rodajes autoproducidos por mí o de equipos de pocas personas, que además son amigos. Me encontré con un plató inmenso, donde por lo menos había cuarenta empleados. Erika me explicó que era un día con más personas de lo normal. Estaba muy nerviosa, pero luego me di cuenta que cada uno se concentraba en su tarea y eso me gustó, sentí que trataban de que diéramos lo mejor en cada momento. Veías que todo el mundo estaba allí por alguna razón. Y ese es el tipo de ambiente que queremos para nuestras producciones.

“Cada vez tengo más claro que el porno y la moda no son tan distintos en términos de machismo y de poca ética laboral”

Con Erika Lust, compartís intención feminista, pero también utilizáis elementos de la teoría cyborg y queer -que son alegóricamente parecidas-, además de vuestro bagaje ocultista. ¿Qué símbolos encontramos en vuestra vuestra elección visual? Por ejemplo, me llama la atención el logo al final del vídeo de Violet.

S: Más que con los símbolos, buscamos jugar con las sensaciones ocultas. Enfrentar al espectador con algo que no sabe concebir; un vacío que no entra dentro de las opciones socialmente establecidas: la música, el porno o la película de turno que ya han decidido de antemano que les van a encajar. Queremos llevarles al lugar donde nadie pueda decidir por ellos si lo que ven está bien o está mal y que se pregunten si esto entra dentro de sus gustos o no. Que decidan por sí mismos si les interesa o si se atreven a verlo, aunque sea para juzgar o para disfrutarlo. Buscamos todo tipo de reacciones distintas a lo que hacemos, experimentar un poco.

Dejarte en tierra de nadie para que tu mismo elijas.

A: Forma parte del proceso creativo que el espectador elija cuál es el sentido de esa pieza. Tú decías que en el corto de Violet no hay maldad, pero nuestra intención maligna es eso, que no la percibas. Al final, es el espectador o la espectadora quien termina de decidir qué es esa obra. Hemos elegido la mantis, porque es un insecto alienigena y con un aire futurista que encaja con nuestra intención de que el mundo de la erótica debe evolucionar. La psicología de la mantis es en sí muy BDSM, y le arranca la cabeza a su pareja después del acto, un signo anti-patriarcado desde la propia naturaleza. El logo que aparece al final de Violet es un sigilo que significa “mantis”. La gracia del sigilo es que es un mensaje subliminal, tu parte consciente no lo capta, pero tu inconsciente sí que descifra lo que hay allí y es algo que pasa también en nuestros proyectos. Tienen imágenes escondidas que te hackean la mente, sin darte cuenta te hemos puesto la semilla allí. En Mantis los vídeos van a ser muy frikis, poniendo en escena rituales, ciencia ficción, humor negro y mucha fantasía, ¡de algunos vamos a publicar hasta el making-off!

Uno de vuestros referentes es Beatriz Preciado con su discurso sobre la diversidad funcional, que debe dejar de considerarse una anomalía o una enfermedad, porque entre otras cosas, es un estado crónico, permanente. ¿Habéis pensado en incluir protagonistas en vuestros cortos que tengan diversidad funcional?

S: Nos encantaría trabajar con personas con diversidad funcional, de momento seguimos buscando performers. Nuestra intención es la de mostrar sexo más allá de la heteronormatividad, queremos un porno para todo el mundo.

Habláis de performers, ¿en qué se diferencia de un actor o actriz?

A: Por ejemplo, no me considero que soy actriz porque no tengo formación, pese a que participe en la película Life’s A bitch! de María Galindo. Hay una diferencia básica: en el porno mainstream hay una coreografía y en el alternativo se folla. No estoy interpretando un papel, estoy follando con alguien y es real.

La palabra en sí está cuestionando unos estereotipos.

A: Cuando lo llamas actor o actriz porno subliminalmente ya estás dejando claro que su trabajo es actuar, y en el peor de los casos, fingir.

Entonces, ¿qué tipo de vídeos encontraremos en Mantis?

A: Por ejemplo, tenemos un corto en el que realizamos la invocación de un monstruo desde la naturaleza. Aunque muchas veces la historia es una excusa para vernos follar [ríe]. “Larva” se sitúa en una habitación de ambientación japonesa y hay una intención moderada de acercarnos al guro manga. Pero más que una productora audiovisual, me decanto por decir que somos un laboratorio. No quiero que solo nos encasillen en vídeos, también me gustaría aprovechar para dar cabida a la pintura, a la fotografía, a la escritura, a colaborar con otros artistas. A nivel personal, me encantaría trabajar con personas que hacen bio-hacking y usan la biotecnología para hackear el cuerpo, un poco en la línea del transhumanismo. Como el colectivo de Quimera Rosa, que ha hackeado el virus del papiloma, el laboratorio de Pechblenda o Rita Wu que estuvo de estancia en el Hangar desarrollando un parche que detecta, al momento, varias enfermedades de transmisión sexual, hongos y cistitis en las mujeres. ¡Y es baratísimo! Hizo otro en Brasil que era para localizar problemas renales crónicos. Las ventajas de no catalogarnos como una productora porno, sino como un laboratorio, es que podemos trabajar en este vacío artístico.

S: En lo sexual, es un laboratorio que no se priva de hacer porno sino que le gusta que el contenido sea pornográfico, aunque la pornografía no defina todo el contenido. Para poner un ejemplo, Rammstein tiene el videoclip Pussy con actrices y actores porno; y recientemente Pimp Flaco ha sacado Pico Tres con chicas con las que hemos rodado, y no se cataloga como porno. Nosotros no solo hacemos porno, sino contenido artístico que puede ser sensual y/o sexual.

Cuando algo se considera pornográfico, esta se convierte en la categoría principal para describirlo, pero la sexualidad se podría tratar a través de muchas disciplinas y que esta no sea la central.

S: Claro, estás viendo una película y hay una escena o diez de sexo y no lo convierten en una película porno. Como Irreversible de Gaspar Noé que es muy explícita.

Joan Garolera Rusiñol

Supongo que al salir de la casilla de la sexualidad convencional, os habéis encontrado con todo tipo de conflictos.

A: El principal es que las plataformas de pago (Visa y MasterCard) tienen una censura muy fuerte, no permiten la venda de material donde se representan ciertas prácticas, no puede haber ni asfixia, ni sangre -aunque sea menstrual-, ni BDSM duro. Si aparece una marca de un golpe puedes tener problemas. Ahora nos hemos abierto un perfil en Patreon, una nueva plataforma de mecenazgo que en vez de funcionar como un crowdfunding, propone una subscripción mensual. Es más flexible, pero tampoco te puedes pasar. Si excedes los límites, las plataformas de pago se quedan con tus ingresos. No les parece bien lo que haces pero tu dinero sí. Tenemos que presionar, porque si todo el mundo se calla la boca y pasan por el aro las cosas no cambian.

S: Todo lo que tiene que ver con estos términos es muy a puerta cerrada, poca gente a la que le gusta el porno (y sobretodo cuando este tiene connotaciones fuera de las comunes) lo hace público. Entonces, las problemáticas que engloba no se pueden reconocer ni trabajar a nivel global.

A: Lo que podemos intentar hacer nosotros es trampear la situación, buscar vacíos legales o pasarlo por el lado artístico. Para Black Mind, la productora que monté con Nico Beltran -aunque las cosas se torcieron entre los dos-, el gran momento fue cuando conseguimos presentar los vídeos en el Festival Internacional de Cortometrajes y Animación de Barcelona (MECAL). No fuimos a competición, porque era impensable, pero estuvieron proyectando nuestros cortos en bucle en una de sus salas. Con Mantis nos gustaría jugar a estos niveles. Por ejemplo, YouTube es una plataforma que no se usa porque no se pueden poner desnudos, pero el sexo no es solo desnudo bajo mi punto de vista. Es como el Mok Bang que consiste en ver a la gente comer, muchas personas lo consumen para excitarse, es otra categoría de porno y se busca. Hay muchos vídeos de fetichismo con la comida en YouTube y nadie los quita. Como estamos centrados en que el sexo es algo que pasa entre varias personas que van desnudas y que tiene que ver con lo genital, es muy divertido colar en estas plataformas porno que no sea genital ¡y se lo comen con patatas!

¿Dónde deberíamos ubicar los límites?

S: Lo importante es saber dónde está la fantasía y dónde la realidad, que tiene que ser siempre una experiencia consensuada. Nos hace mucha gracia esta censura, que encontramos por ejemplo en varios “pornotubes” hacia la sangre o el BDSM real (El BDSM no es ese porno mainstream disfrazado con sugerentes modelitos de vinilo) y donde luego te puedas encontrar material pornográfico en el que se ejerce violencia brutal contra animales. Un animal no puede dar su consentimiento, al contrario que una persona adulta. En el BDSM auténtico el consenso mutuo es crucial y no compartimos que la censura deba tener nada que decir al respecto.

A: En el consentimiento, el problema no es que se finja una violación, sino que haya una violación real, ¡que en el porno mainstream a veces las hay! Se lleva a las actrices al límite y no se para cuando lo piden. Son vídeos que las productoras de la industria generalista los graban porque sale rentable hacerlos, porque si los espectadores lo denunciaran, no saldría este producto. Vas a los tubes, que es donde generalmente se consume el porno, y te das cuenta que existe un gran porcentaje de pornografía que no es consensuada y que está allí. Se nota mucho cuando se ha llegado a un mutuo acuerdo y cuando no. En kink.com, puedes ver BDSM duro y una actriz llorando -porque obviamente le están haciendo daño-, pero la vez sonríe o la ves que está excitada porque está practicando algo que le gusta, aunque sea a placer través del dolor ¡y siempre hay una palabra de seguridad que se debe respetar para detener la sesión! Pero luego, hay vídeos que solo sale la actriz llorando y chillando en porno que no es BDSM. En la web kink.com hay conversaciones previas y posteriores a la sesión para que se entienda que es una ficción, y otra alternativa es Inside Flesh que hacen un porno bastante perturbador y además muy relacionado con el mundo de la moda. Diría que mezclan fashion films, con terror, con sexualidad. Pero como decía, creo que lo más importante es que las prácticas sean libres y consensuadas.

"Toda la censura nace de no reconocerse a sí mismo y de no aceptar que todos tenemos una parte oculta"

Es curioso cómo funciona la censura en la pornografía actual.

A: Muchas veces sale de no reconocer tus propios placeres. Silvia Júlia de Mujeres y Música me contó que William H. Hays, a principios del s.XX, creó una ley contra la pornografía, antes era más libre. Le ménage moderne du Madame Butterfly (1920) de Bernard Natan está considerada como la primera película pornográfica y relataba experiencias homosexuales. En la era Pre-code (1900-1929), había representaciones homo, trans, BDSM, etc. Pero partir de allí, con las nueva legislación, ya no se podía representar la homosexualidad, se suavizó el BDSM y lo curioso es que no se podía incluir la esclavitud de personas blancas pero sí a personas negras, ¡y también prohibió que se vieran los ombligos de las actrices! Cuando William H. Hays murió, se le encontró una de las mayores colecciones de fotografías de ombligos del mundo. Toda la censura nace de no reconocerse a sí mismo y de no aceptar que todos tenemos una parte oculta.

Por ejemplo, en tu caso eres dómina.

A: Más que dómina me he considerado sádica. Desde hace unos años el BDSM me provoca una serie de sensaciones que nada tienen que ver con el sexo. Las condiciones para ser mi sumiso son que sea masoquista y que sea educado. No me gusta que me contacten con emails mal redactados que se nota que los han escrito durante un calentón. Ni contesto, porque no me interesa. Me gusta una persona que sea amable y que se haya tomado sus minutos para ponerse en contacto conmigo. Lo veo una falta de respeto que me escriban de cualquier manera (no se trata de un whatsapp entre amigos), pero me vengo arriba cuando hay un sumiso que está abierto a experimentar y dispuesto a conocerme.

Como con el porno, me interesé en ello por muchas razones. Fue natural, me pareció una evolución lógica, porque empecé a hacer fotos de BDSM y de desnudo cuando era muy joven y desde entonces, casi nunca digo que no a que me pasen cosas. Quiero que si alguien desea que su vida gire alrededor del sexo no haya un estigma, que sea una disciplina más y se vea con naturalidad. ¡Todos estamos aquí porque alguien folló! Es un absurdo este drama alrededor de la sexualidad. Hay quien pasa del sexo y yo tambien tengo todo el derecho a no pasar. Pero, aunque la gente conoce mi faceta de performer y modelo, también he hecho escultura, he pintado, he dibujado, he escrito, y siempre el sexo está allí. Para mí es como toda disciplina artística, como la persona que ha estudiado Bellas Artes haciendo pintura y de repente descubre la fotografía es lo suyo. En mi caso, es lo mismo.

Esta faceta interdisciplinar está patente en Mantis, donde investigáis los formato del videoclip.

S: Nos gusta partir de una historia que se ha escrito y cómo cambia la intención o el sentido cuando le añades la música. También está supeditado a las sensaciones y nuevas opciones que ha generado el rodaje. El guión se escribe con una intención, pero nos interesa cómo la grabación o la misma banda sonora crea o le deforma el sentido de la imágen y de la historia, se retroalimentan; tienen vida propia. Esta forma de concebir quizá es más lenta de lo normal, pero nos gusta.

Pienso otros casos donde el peso de la música sea importante en una pieza artística de contenido sexual, por ejemplo cuando Merzbow musicaba vídeos de bondage para la productora japonesa Kinbiken.

S: La intención es buscar un tipo de expresión musical más visceral en lo que al sexo se refiere, a como nosotros lo vivimos, no como está establecido que una música entra dentro del contexto sexual o lo que se acepta como música sexualizada. Lo que buscamos, en general, es salir de la caja, donde se ha decidido que dentro funciona y fuera no. A nosotros nos funciona mejor fuera, porque está en un terreno inexplorado y nos atrae más.

Aún así, la banda sonora para Violet tiene un aire a John Carpenter, ¿es un referente para ti?

S: No sé hasta qué punto tengo una referencia, o busco el huir de ella. Últimamente, lo que más me inspira es escucharme, descubrir mi propia personalidad y dentro de este mundo visceral, se crea un ente que también es sexual. En Mantis, busco centrarme en esto. Mis padres son compositores y profesores de piano, pero en mi vida social no ha abundado precisamente la música clásica. He absorbido desde compositores como Chopin o Penderecki, hasta el máquina total, pasando por el underground extremo tanto en lo que a la electrónica como a música de bandas se refiere, hasta tendencias más pop. Pienso que es importante encontrarle el gusto a cada estilo y acabarás haciendo tu propia mezcla.

¿Qué videoclips os hubiese gustado publicar en Mantis?

A y S: ¡Chris Cunningham! Le amamos profundamente, con vídeos como el “Come on my Selector” de Squarepusher o “Rubber Johnny” de Aphex Twin; y de E. Elias Merhide en “Antichrist Superstar” de Marilyn Manson. Luego Björk también nos ha influenciado mucho. También somos muy fans de los clásicos de Inmortal y desde que vimos el videoclip de Grim and Frostbitten Kingdoms”, que tenemos obsesión con lo que pasa dentro de la escarcha, de aquí algunas de las imágenes de nuestros cortos. Luego hay un videoclip de Interpol que es muy ritualístico, con una chica a la que embadurnan con un líquido negro, la canción se titula “Lights”. Nos gusta desde Peaches a los últimos vídeos de Igorrr. ¡Diversidad!

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