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Tentaciones
lo que hay que ver

Vincent Moon: "El problema no es YouTube, sino los que lo usan"

Ha pasado de hacer vídeos para Arcade Fire o R.E.M. a los sufíes de Chechenia. Hoy realiza películas en directo y las difunde gratis

Elisa Sánchez Fernández

Fue el primero en grabar a grupos en lugares raros, sin artificios, con sonido directo y en una sola toma. El boca a boca e Internet le convirtieron en un referente para las bandas que, por amor al arte, se prestaban a salir en sus Take away shows, la serie de la web La blogothèque con la que revolucionó el vídeo musical allá por 2006. Antes de cumplir los 30, Vincent Moon (París, 1979) ya era el realizador de cabecera de grupos como R.E.M. y Arcade Fire, y de festivales como el ATP, para el que codirigió el documental All tomorrow’s parties (2009). Su obsesión por la experimentación entre música y cine le empujaron a viajar por el mundo con una mochila en la que cabía poco más que una cámara y un portátil. Y descubrió que en muchos puntos del planeta la música está muy alejada del hecho de ver a alguien sobre un escenario. Desde 2011 publica bajo licencias libres, con su sello Petites Planètes, un periplo etnográfico que ha recalado en lugares como Etiopía, Indonesia o Chechenia. También en Brasil, donde ha hecho una parada para crear este año Híbridos con la documentalista Priscilla Telmon. Un proyecto transmedia que ha presentado en La Casa Encendida (Madrid) y que, en su versión de live cinema —con Moon realizando una película en directo a partir de sus grabaciones y Telmon añadiendo cánticos e instrumentación— invita al público a reflexionar sobre la conexión del hombre con lo invisible mediante la música.

En tu caso, ¿todos los caminos llevaban a Brasil?

La historia es que, cuanto más viajaba, más me daba cuenta de que la música es algo más complejo y más ligado a la realidad de un lugar de lo que imaginaba. Esto tiene que ver con que el origen de la música está en un lugar muy sagrado para mucha gente. Empecé a hacer películas sobre música sagrada y uno de los primeros lugares a los que fui fue Brasil. Hice un par de películas pero me quedaron ganas de volver y profundizar. Conocer y comprender los orígenes de la cultura brasileña es fascinante. Después conocí a Priscilla y hace tres años volví allí para seguir investigando. Ahora tenemos una colección de unas 70 películas solo de ritos brasileños. Surgió la idea de darle forma de proyecto digital, difundiéndolo a todo el mundo bajo licencias Creative Commons y de llevarlo más allá de Internet con instalaciones y performances de cine en directo en los que, dependiendo del lugar, incluimos también vídeos de otras partes del mundo.

En tus películas buscas captar la esencia de la manera más objetiva posible, pero al final debes editar los vídeos.

El problema con la edición es que el cine, quizá más que cualquier otro tipo de arte, es una forma de creación lineal. Se edita en un timeline. Esa línea de tiempo es con la que yo no estoy de acuerdo, pero es lo único que tengo. ¿Cómo puedo retorcerla, distorsionarla? De alguna manera hemos intentado que la edición de todas estas películas sea sencilla y basada en la evolución de la grabación, pero en ocasiones ha llegado a ser problemático.

¿De ahí apostar por el cine en directo?

Sí, para permitir a la gente vivir en el momento una creación completa basada en todas esas grabaciones, porque la objetividad no existe. Nos gusta mucho hablar del live cinema porque para nosotros es algo muy nuevo. Es extraño recuperar esa forma de conexión primaria entre los humanos usando una herramienta tan moderna, pero es muy interesante usar la tecnología para que la gente se reconecte con las "tecnologías" ancestrales.

Hablando de tecnología, ¿cuál es el reto de quienes difundís vuestro trabajo en la red?

Cuando comencé a colgar mis películas en Internet empecé a tener muchas visitas. Con el tiempo me di cuenta de la mala influencia que ejercía sobre mí. Estaba perdiendo mi espontaneidad, me fijaba más en los trabajos que tenían más visualizaciones, una auténtica mierda. Vivimos en un mundo donde ya ni siquiera nos damos cuenta de estas cosas porque lo único que hacemos es ir contando plays, y eso no tiene nada en absoluto que ver con la vibración y la poesía que hay en ese trabajo.

"Vivimos en un mundo donde lo único que hacemos es ir contando plays, y eso no tiene nada en absoluto que ver con la vibración y la poesía que hay en ese trabajo"

Tu trabajo está colgado en tu canal de YouTube. ¿Qué opinas de esta plataforma?

Para mí, el único gran problema que hay con herramientas como YouTube, Facebook o el correo electrónico es que son privadas. Y no creo que esa sea la manera más inteligente de hacer las cosas. Deberían ser públicas, son maravillosas. Todo el mundo debería ser capaz de usarlas con responsabilidad. Cómo educar a la gente para que haga un uso responsable de Internet, esa es la mayor cuestión sobre esto. Nadie quiere porque es muy peligroso darle el poder a la gente. Pero sin esa educación se abre la puerta a cosas que abundan en sociedades desarmonizadas donde se es cada día más machista, violento… Se acaba mostrando lo peor. El problema no es YouTube, sino los que lo usan. Lo que nosotros intentamos es mostrar el mundo como un lugar donde es posible la convivencia entre culturas. La belleza de la realidad, así de simple.

Desde la perspectiva de usuario, ¿a quién sigues?

Uf, a mucha gente. Por ejemplo, hay un español, Carlos Casas, que tiene un proyecto en Kazajistán que me interesa muchísimo. Pero sobre todo me gusta investigar sobre música, soy un gran fan de la música vanguardista y de la conexión que hay entre la música espiritual y la experimental, creo que en muchos aspectos son la misma cosa.

Has llegado a financiar tus proyectos vía crowdfunding. ¿Cómo recaudas fondos actualmente?

Para Híbridos en concreto tenemos una fundación y utilizamos su fondo para ayudar al proyecto. Pero es como un círculo: si entra algo de dinero va a ese fondo y vamos tirando de él para seguir invirtiendo en él. Lo que hacemos es como el cine a la antigua, algo muy simple. Por lo que el coste es muchísimo menor de lo que imaginas, mucho menos que lo que costaría un documental, por poner un ejemplo. Y llevamos una vida muy sencilla. La lucha por publicar nuestro trabajo de forma libre en Internet crea otro tipo de realidad que es en la que vivimos desde los últimos años. Contando con la gente que te ayuda a que esto ocurra, y no solo con dinero. Lo que intentamos es abrir las mentes, especialmente sobre cómo crear de una manera diferente.

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