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Tentaciones
lo que hay que ver

Bofetadas y pies despellejados: así son los tratamientos de belleza sadomaso

Mascarillas que te envejecen veinte años, cremas que hacen que se te caiga la piel o el lifting vampírico de Kim Kardashian

Kim Kardashian es uno de los máximos exponentes a la hora de presumir lo mucho que sufre para estar bella. Aquí, un escalofriante selfie en pleno Vampire Lift
Kim Kardashian es uno de los máximos exponentes a la hora de presumir lo mucho que sufre para estar bella. Aquí, un escalofriante selfie en pleno Vampire Lift

El universo de la estética ha hecho del mítico “para lucir hay que sufrir” su mejor aliado al convertir al dolor e incluso a la repugnancia en sus mejores armas y reclamos. Ya no nos basta simplemente con estar bellos, sino que queremos que el proceso para estarlo prometa fotografías con las que avivar nuestras redes sociales y dejar a nuestros seguidores boquiabiertos. Le exigimos inmediatez y sencillez a cada tratamiento de belleza -uno de los tics millennials más notables del mundo de la cosmética-, pero en una sociedad en la que mejorar nuestro aspecto es cada vez es más accesible, parece que necesitemos dejar constancia de que hemos tenido que hacer algún sacrificio para estar guapos. Queremos estar bellos, sí, pero ansiamos demostrar que nos lo hemos tenido que currar para estarlo.

El furor de la cosmética coreana trajo consigo mascarillas imposibles perfectas para subir insólitos selfies a lo largo del proceso. Las preferidas de las celebs eran las que tenían cara de animal, una suerte de filtro Snapchat hecho cosmética. Mientras que antaño lo que se buscaba al tomar una fotografía para la posteridad era el presumir del deslumbrante “después”, tras el boom de la cosmética asiática, los autorretratos buscan dejar constancia del “durante”. Así nació el afán por presumir de sufrir con fines estéticos y de no ocultar todo lo que somos capaces de hacer en aras de la belleza. El éxito de las mascarillas con resultados selfie radicaba en lo ridículo y divertido del proceso, pero lo último en tratamientos de belleza es hacer que el que observa el tratamiento en cuestión se estremezca. Sí: la estética ha pasado de buscar el OMG al WTF y se centra ahora en hacer un kafkiano hincapié en El Proceso.

“¿Pagarías 300 euros por ser abofeteado? El objetivo de este tratamiento es dar firmeza al rostro recibiendo sopapos a ritmo pop y los resultados pueden durar hasta seis meses”

La mascarilla The Hana Cure promete una piel radiante y visiblemente más joven tras su uso, pero sus resultados no son los que han hecho enloquecer a internet. Lo que ha hecho que esta mascarilla posea una cuenta de Instagram para que los compradores del producto suban sus fotografías es el rostro que la mascarilla deja durante el proceso. En cuestión de unos treinta minutos, la mascarilla se seca hasta el punto de hacer parecer al que la lleva haber envejecido veinte años de golpe. Si bien es cierto que las fotografías del después muestran una piel notablemente más brillante, es más sencillo que el antes y el después resulte chocante cuando la mascarilla en cuestión te somete a un instagrameable Benjamin Button beauty. Basta con quitar el producto con agua tibia para pasar en escasos segundos de haber envejecido dos décadas a tener el cutis impoluto. Esta mascarilla es capaz de convertir a Judi Dench en Miley Cyrus a base de ingredientes naturales. La actriz Drew Barrymore es una de sus más fieles seguidoras.

De Corea también procede otra mascarilla conocida por sus efectos zombie. Baby Foot es otro de esos productos cuyos asombrosos resultados quedan ensombrecidos por la aparatosidad de su durante. Esta mascarilla para los pies hace que estos se despellejen de forma alarmante y grotesca, tanto que no es recomendable usarla durante el verano, pues los pies permanecen una semana en un estado digno de The Walking Dead. Tampoco es recomendable utilizarla si tienes una cita, porque la que firma el texto tuvo la mala suerte de haberse lanzado en los brazos de esta mascarilla días antes de una quedada improvisada y el acompañante no apreció el reguero de pieles que dejó en el parqué a su paso. Aunque la planta de los pies queda realmente perfecta a la semana de su uso, lo mágico de esta mascarilla es el tener que pasar siete días soltando piel a cada paso cual serpiente. Escribe Baby Foot en el buscador y prepararte para no despegar la mirada de las imágenes de los pies de los que la han probado. 

¿Pagarías 300 euros por ser abofeteado? En Face Slapping International, situado en San Francisco, lo hacen. Mawin y Tata han llevado con amor desde Tailandia hasta América el arte de abofetear en aras de la belleza. Aunque quizás lo adecuado sería decir que lo han importado con dolor, porque pasar casi media hora siendo abofeteado no ha de ser un camino de rosas. El objetivo de este tratamiento es dar firmeza al rostro de la mano de una sesión coreografiada de bofetadas a ritmo pop, un tratamiento que bien podría parecer sacado del imaginario de Taylor Swift. Los pupilos de Kung Khemika, una eminencia en el campo de las tortas estéticas, afirman que los resultados de una sesión de quince minutos pueden perdurar hasta seis meses. El tratamiento mensual, que consiste en cuatro sesiones, cuesta mil dólares. Lo sabemos: una auténtica bofetada a la nómina.

Kim Kardashian es uno de los máximos exponentes a la hora de presumir lo mucho que sufre para estar bella. Un escalofriante selfie en pleno Vampire Lift puso de moda este tratamiento, que rejuvenece la piel al extraer, centrifugar e inyectar en el rostro la sangre del paciente. El lifting vampírico es especialmente demandado por las celebrities semanas antes de pisar la alfombra roja, pues no se trata en realidad de un lifting, sino de un tratamiento que hace que se genere más colágeno y ácido hialurónico y cuyos resultados pueden llegar a durar un año.

Quizás cuando esta noche nos miremos al espejo con el inofensivo desmaquillante en una mano y el indoloro algodón en la otra, nos preguntemos si ha llegado el momento de que el no pain no gain se instale en el tocador. O quizás prefiramos aplicar el sérum con cariño y mimo y no permitir que la belleza nos siga abofeteando con sus imposiciones.

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