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La libertad de expresión, encarcelada en Vietnam

El país condena a activistas con hasta 20 años de prisión en base a normas ambiguas

Tran Minh Nhat pasó cuatro años de cárcel acusado de "intentar derrocar al gobierno del pueblo". Ahora cumple tres de libertad condicional escondido.
Tran Minh Nhat pasó cuatro años de cárcel acusado de "intentar derrocar al gobierno del pueblo". Ahora cumple tres de libertad condicional escondido.Ángel L. Martinez Cantera
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El pasado mes de junio, la prominente bloguera vietnamita Nguyen Ngoc Nhu Quynh –más conocida por Madre Seta, su pseudónimo en la red– fue condenada a 10 años de prisión; inculpada por "difamar" al régimen de Hanoi. Su pena de prisión se une a la de otros 20 blogueros y netizens –anglicismo para referirse a los ciudadanos activos en la red– que en la actualidad cumplen sentencias por hacer uso de su libertad de expresión, según Reporteros Sin Fronteras (RSF).

El hermetismo informativo de la República Socialista de Vietnam no ayuda a esclarecer las cifras, pero los propios afectados coinciden en que hay muchos más prisioneros. “Si contamos a usuarios de las redes sociales encarcelados por denunciar abusos contra los derechos humanos, el número se duplica”, cuenta el bloguero de 30 años Tran Minh Nhat. Actualmente cumpliendo tres años de libertad condicional, Minh Nath pasó cuatro años en prisión por escribir artículos críticos hacia el gobierno en varios portales de Internet. Durante y después de su periodo entre rejas, no sólo resistió vejaciones propias sino la intimidación a familiares mediante accidentes de tráfico preparados o el incendio intencionado de la casa de sus padres en 2015.

“La violencia se ha convertido en la táctica sistemática para reprimir a blogueros, escritores y activistas. Las autoridades vietnamitas trabajan con matones sin límites [...] Junto con agentes de seguridad vestidos de paisano, intimidan y atacan a sus familias y amigos para disuadirles de continuar sus actividades”, confirma vía email Benjamin Ismail, responsable hasta hace meses de la sección para Asia-Pacífico de Reporteros Sin Fronteras (RSF). El ahora activista independiente enumera denuncias de RSF hacia la represión del Gobierno: desde el acoso policial a familiares durante encuentros pacíficos hasta el ataque físico directo.

JB Nguyen Huu Vinh es bloguero y colaborador en medios oficiales bajo pseudónimo. Sus escritos sobre la ausencia de libertad religiosa, la tensión con China o el desastre ecológico que sufrieron las costas del país el año pasado le han acarreado el acoso por parte de policías vestidos de paisano.
JB Nguyen Huu Vinh es bloguero y colaborador en medios oficiales bajo pseudónimo. Sus escritos sobre la ausencia de libertad religiosa, la tensión con China o el desastre ecológico que sufrieron las costas del país el año pasado le han acarreado el acoso por parte de policías vestidos de paisano.Ángel L. Martinez Cantera

Vietnam, con la mayor penetración de Internet de la región y un crecimiento económico de más del 6% en el último lustro, vive el periodo de prosperidad más largo de su historia reciente. Pero el Gobierno comunista se resiste a cambiar sus políticas en torno a la libertad de expresión. La draconiana legislación del país atenta contra cualquier alternativa al pensamiento único con leyes vagas e imprecisas. El artículo 88 del Código Penal, por ejemplo, contempla penas de hasta 20 años de cárcel por “propaganda en contra del estado”.

Human Rights Watch (HRW) estima que la cantidad de prisioneros políticos en Vietnam supera los 100

“Aquí no hay organizaciones ni medios independientes. Pertenecen al Gobierno o trabajan bajo su escrutinio y censura”, explica el periodista y bloguero de 55 años JB Nguyen Huu Vinh. Cofundador de la organización clandestina Periodistas Vietnamitas Independientes y colaborador en medios oficiales bajo pseudónimo, Huu Vinh vive el acoso de las autoridades, que intimidan constantemente a su mujer –periodista en un medio gubernamental, motivo por el cual su nombre se mantiene en el anonimato–. “Existen reglas no escritas para periodistas. No informar acerca del Partido, conflictos internos, religión o sobre las tradiciones del país. Los que las incumplen, son carne de presidio”, sentencia el bloguero.

Human Rights Watch (HRW) estima que la cantidad de prisioneros políticos en Vietnam supera los 100. Mientras, Amnistía Internacional (AI) señala que el país tiene el dudoso honor de recluir al mayor número de prisioneros de conciencia de todo el sudeste asiático. Según un reciente informe de la organización con base en Londres, Vietnam “ha sido, secretamente, el tercer país del mundo con mayor número de víctimas por pena de muerte en los tres últimos años, ejecutando a 429 personas entre agosto de 2013 y junio de 2016”.

Las líneas rojas del régimen de Hanoi

La disidencia, y su consecuente represión estatal, se remonta a 2008. “Ese año, el Gobierno inició su plan de apropiación de tierras, que acabaron vendiendo a entidades privadas. Primero, expropiaciones a la Iglesia. Luego, proyectos en todo el país. Aquello incendió las redes”, explica JB Nguyen Huu Vinh, sobre un proceso denunciado por la Oficina del Alto Comisario para los Derechos Humanos de la ONU (ACNUDH).

Con la mayor penetración de Internet de la región y un crecimiento de más del 6% en el último lustro,  Vietnam vive el periodo de prosperidad más largo de su historia reciente. Pero el Gobierno no cambia sus políticas en torno a la libertad de expresión

En 2010, la tensión entre Vietnam y China –su mayor valedor internacional– sobre unas disputadas islas del pacífico llegó a las calles y a las redes. Las protestas y detenciones se intensificaron. “Primero me arrestaron por filmar una manifestación contra China en Saigón [actual Ho Chi Minh]”, describe Tran Minh Nath, uno de los primeros casos de larga detención. Medio año más tarde y tras seguimientos e intimidaciones, fue encarcelado cuatro años. “Los primeros días, los interrogatorios duraban día y noche; sin descanso […] Me torturaron en celdas de aislamiento […] Estuve 20 meses detenido sin cargos. En el juicio, me culparon de 'intentar derrocar al gobierno del pueblo”, describe Minh Nath, ahora escondido en su ciudad natal.

Desde la provincia de Nghe An, en el centro de Vientam, él y otros activistas entrenan a jóvenes blogueros en el uso de las redes sociales para denunciar las violaciones de derechos. Esta región se ha convertido en el baluarte de la contra-propaganda tras el desastre natural que hace un año afectó a la franja costera del centro del país y que sacó a decenas de miles de manifestantes a las calles –aún este año han seguido las protestas– exigiendo información y responsabilidades políticas.

La disidencia vietnamita tiene su bastión en la provincia de Nghe An y en núcleos urbanos como Hanoi y Ho Chi Minh; donde jóvenes son entrenados en el uso de las redes sociales para la denuncia.
La disidencia vietnamita tiene su bastión en la provincia de Nghe An y en núcleos urbanos como Hanoi y Ho Chi Minh; donde jóvenes son entrenados en el uso de las redes sociales para la denuncia.Ángel L. Martinez Cantera

La represión estatal se había recrudecido ya antes. En 2011, la detención masiva de 22 blogueros y activistas fue considerado el mayor caso de subversión en Vietnam. El minucioso informe de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) describe la “serie de juicios injustos” en los que los acusados “fueron sentenciados a un total de 133 años en prisión y 65 años de libertad vigilada por su activismo pacifista”. El mismo informe también se hace cargo de la respuesta del Gobierno a las críticas, cuando el propio primer ministro llamó a castigar a todos los informadores independientes.

Víctima de aquella detención masiva fue el bloguero católico de 38 años, Dang Xuan Dieu. En libertad desde hace dos meses, cuando Hanoi se plegó a las presiones internacionales, relata su calvario por email, desde su exilio en Francia: “Me castigaron con aislamiento en la prisión cinco de Thanh Hoa [al norte del país]. Durante diez días sólo vi las paredes sucias de la celda […] con una caja de plástico minúscula para excrementos”. Ingeniero civil de profesión, Xuan Dieu pagó con cuatro años de cárcel, huelgas de hambre y torturas –algunas documentadas por AI– las publicaciones contrarias a las políticas gubernamentales en su blog.

Guerra es Paz. Libertad es Esclavitud. Ignorancia es Fuerza

“Las cabeceras de la prensa tienen nombres de los asuntos de los que precisamente no hablan. La revista de las mujeres no trata sus derechos, sino de belleza. O el periódico de leyes tampoco se refiere a la legislación”, explica el poeta y periodista de 37 años, Ly Doi. Junto con el también poeta Bui Chat, gestionan una de las cuatro casas editoriales independientes del país. Desde Ho Chi Minh, publican y distribuyen gratuitamente traducciones de libros prohibidos en Vietnam, como el ensayo El Futuro de la Libertad (Fareed Zakaria, 2003) o las novelas distópicas Rebelión en la Granja y 1984 (G. Orwell, 1945 y 1949).

El régimen orwelliano de Hanoi persigue sin descanso a los que burlan la censura. “He sido arrestado en tres ocasiones por la publicación de estos libros […] El problema no es si la represión es mayor o menor, sino el estado del miedo que genera; que contribuye a la auto-censura”, explica Bui Chat, quien fue detenido por última vez a su regreso de recoger un premio concedido por PEN Internacional; organización que vela por la defensa de la libertad de expresión y la literatura desde 1948.

Ly Doi y el también poeta Bui Chat, gestionan una de las cuatro casas editoriales independientes del país. Publican y distribuyen gratuitamente traducciones de libros prohibidos en Vietnam, como las novelas 'Rebelión en la Granja' y '1984'.
Ly Doi y el también poeta Bui Chat, gestionan una de las cuatro casas editoriales independientes del país. Publican y distribuyen gratuitamente traducciones de libros prohibidos en Vietnam, como las novelas 'Rebelión en la Granja' y '1984'.Ángel L. Martinez Cantera

Vietnam evidencia un progreso económico que ha ensanchado su clase media, acercándola a la Red. Lo que también ha motivado mayor flujo de información y las recientes manifestaciones multitudinarias. Pero los expertos no son muy halagüeños. “El desarrollo económico puede traer derechos básicos (agua, medicinas, acceso a Internet...). No ocurre así en el caso de los derechos políticos y civiles”, explica Benjamin Ismail; que sienta su discurso en la evolución de los países vecinos: “Me preocupa el futuro de Vietnam porque he visto cómo China se ha desarrollado con su propio modelo en los últimos 10 años. Lo mismo que Singapur, con una economía robusta pero un estado lamentable de los derechos de sus ciudadanos”.

El libre acceso a Internet –relativo, en un país en que la web de la BBC está capada– y sus múltiples ofertas informativas tampoco son garantías, explica JB Nguyen Huu Vinh: “Las autoridades también crean sus propios blogs, incluyendo cifras y datos tergiversados. Arremeten contra el activismo con información destinada a inducir a errores... Hay mucho ruido en Internet”.

Impelidos por las circunstancias internas y alentados por sus propias esperanzas, los blogueros vietnamitas conservan prometedoras esperanzas. “No sé cuando vendrá pero estoy convencido de que los cambios se producirán. Los ciudadanos están cada vez más interconectados. Son más conscientes de la situación y demandan más cambios”, resume Tran Minh Nath. Sorprende su discurso optimista desde un pueblo recóndito en el centro del país, en el que se esconde desde hace meses a la espera de su próxima detención.

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