Esta ‘it-lady’ de 69 años es la madre del presidente de Tesla
Maye Musk está de moda. Modelo desde hace 50 años, continúa más activa que nunca y ha sido determinante en la trayectoria de su famoso hijo
Ojos azul grisaceo, tipazo e impactante cabellera blanca con un moderno corte de pelo. La imagen de Maye Musk, de 69 años, atrae a primer golpe de vista pero engancha aún más si se supera la apariencia y se profundiza en su historia personal. El interés crece si se añade que es la madre de Elon Musk, el presidente de Tesla a quien se ha llegado a clasificar como el emprendedor más famoso de esta generación. Él, además de fundador de la compañía que persigue revolucionar el sector automovilístico con sus coches eléctricos. y el inmobiliario con sus sistemas de baterías que almacenan energía, también está detrás de la creación de PayPal, una de las mayores compañías de pago por Internet del mundo.
Al respecto, Maye Musk dice: “Yo era famosa antes de que lo fuera él”. No le falta razón a esta sudafricana que conduce un Tesla verde regalo de su hijo, porque la misma sonrisa con la que acompaña esta afirmación ha podido verse en una valla publicitaria en la neoyorquina Times Square, en una campaña para la compañía aérea estadounidense Virgin America, en cajas de los cereales Kellogs o en el vídeo de la canción Haunted de Beyoncé. La madre del visionario Elon Musk es modelo desde los 15 años y quedó finalista en el certamen de Miss Sudáfrica en 1969. Hija de Joshua y Wyn Haldeman, sus padres tenían un próspero negocio pero también una sed de aventuras en las que embarcaron a toda la familia constituida por cinco hijos, una de ellas gemela de Maye. En 1952 la pareja recorrió miles de kilómetros alrededor del mundo en un avión que el padre trajo de Canadá. Y cada mes de junio o julio, durante casi una década, recorrieron juntos el desierto de Kalahari en busca de la legendaria Ciudad Perdida como lo hizo el explorador canadiense William Leonard Hunt, conocido como Guillermo Farini. Una actividad sobre la que después daban charlas y que los convirtió en personajes conocidos.
Quien piense que a partir de entonces todo fue un camino de rosas para Maye, errará. Se licenció en Dietética, actividad que combinaba con sus trabajos como modelo en una época en la que ella misma ha explicado que eso significaba tener que llevar a las sesiones sus propios zapatos y complementos. En 1970 se casó con Errol Musk, un ingeniero con quien tuvo a sus tres hijos, Elon, Kimbal y Tosca, pero se separó nueve años después. Elon y poco después Kimbal se trasladaron a vivir con su padre a Pretoria durante su adolescencia, mientras que Tosca se quedó a vivir con su madre. Precisamente fue su tercera hija quien, según recoge The New York Times, explicó que en aquella época su madre “estaba muy herida”.
Esta etapa quedó atrás cuando Elon, persiguiendo su afición por la tecnología, se trasladó a Canadá donde vivían algunos familiares maternos. Poco después, sus otros dos hermanos y su madre se reunieron con él en Toronto, donde, según un perfil publicado en la revista Business Insider, vivieron en un apartamento semivacío en el que lo primero que compraron fue una alfombra porque no tenían para sillas. En ese periodo Maye Musk combinó varias actividades para cuadrar sus finanzas, entre ellas sus trabajos como modelo y también como nutricionista.
El siguiente traslado para Maye llegó en 1996, cuando sus hijos Elon y Kimbal le pidieron que se trasladara a San Francisco donde ellos acababan de empezar su aventura en Zip2, una empresa de software en la que su madre invirtió gran parte de sus ahorros y que años más tarde sus hijos vendieron por casi 300 millones de dólares. Sin embargo, cuando cumplió 50 años y sus emprendedores retoños le hicieron una fiesta, los regalos fueron una pequeña casa y un coche de madera que iban acompañados de una promesa: “Algún día te compraremos unos de verdad”. No la decepcionaron.
La modelo y dietista siempre se ha quitado importancia respecto al éxito de sus hijos: “Yo trabajaba muy duro y ellos tenían que hacerse responsables de sí mismos", ha llegado a afirmar. Pero sin duda algo ha tenido que ver en sus triunfos y los tres no dudan en calificarla como una mujer “increíble”, “dinámica” o “impresionante”. Con su primogénito convertido en prototipo de hombre de éxito en los negocios, sus otros dos hijos siguen la misma estela y no duda de presumir de todos por igual en cuanto tiene oportunidad. Actualmente Kimbal es propietario de una cadena de restaurantes, The Kitchen, y de una fundación que impulsa los buenos hábitos, la comida saludable y financia la creación de jardines en colegios e institutos donde los alumnos cultivan su propia huerta. Tosca es directora de cine y productora de programas de televisión y contenidos multimedia.
Desde 2013 Maye Musk vive en Marina del Rey, California, porque quiere estar más cerca de sus nietos. Pero no es una abuela retirada. Últimamente la industria de la moda le está prestando más atención que nunca. “Soy un ejemplo de cómo una mujer mayor puede seguir en activo. Nunca he trabajado tanto como ahora”, afirma jocosa. Su actitud de asumir con naturalidad las arrugas, su cabellera blanca desde que a los 60 años decidió que su pelo sufriría menos si dejaba de teñirse y su actitud positiva, encaja con la tendencia de muchas marcas de contar con mujeres de más edad. Sin duda, la etiqueta “madre de Elon” también tiene algo que ver pero igual que no distingue entre sus hijos, a los que califica de “brillantes”, tampoco le preocupa el motivo por el que los clientes quieren ficharla. Si hace falta puede volver a repetir que ella ya era famosa antes de que su primogénito pudiera llegar siquiera a imaginarlo.
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