El ‘enfant terrible’ del clan Duterte estrena ‘reality’
Sebastian 'Baste' Duterte, tercer hijo del presidente filipino, es un joven surfero que protagoniza un programa de viajes en Filipinas
Cuesta creerlo. Sebastian Baste Duterte es la viva imagen del millennial. Tatuado, pelo largo, pantalón caído, esmerada perilla. Surfero. Su estilo hípster queda en las antípodas del agnosticismo estilístico de su padre: tosco, mal vestido, peor hablado. Pero precisamente es ese abismo que le separa de su progenitor, el presidente filipino Rodrigo Duterte, el que ha colocado a Baste en el punto de mira. Y el que ahora le ha dado su propio reality de viajes en una cadena de televisión nacional.
Fue Duterte padre el que puso el foco sobre su tercer hijo el pasado febrero. En una de sus imprevisibles peroratas sorprendió a los presentes cuando proclamó: “Mi hijo menor es un capullo”. El dirigente, promotor de una polémica guerra contra las drogas que ha dejado miles de muertes desde el pasado año, sacó la artillería pesada contra su supuesto casquivano vástago. “Hace ya tiempo —aireó— que no viene a casa”. El joven, de 29, años recurrió también a una plataforma pública para responder a su padre. “Buenos días, pa. No te estreses. Me he quedado en la otra casa desde comienzos de mes”, escribió en su cuenta de Facebook, que siguen casi medio millón de personas.
Mag-uumpisa na ang one-of-a-kind reality-adventure show ni presidential son Baste Duterte kasama ang YouTube sensation na si Bogart the Explorer and their funny friends. Lakaw ta' bai! Kita-kits ngayong Sunday after the PBA, dito sa TV5! #LakbaiOnTV5
Gepostet von TV5 am Montag, 15. Mai 2017
Mientras muchos filipinos se preguntaban porqué los Duterte no solucionaban sus desavenencias en privado, la fama de Baste se disparó. Último de los tres hijos del primer matrimonio del mandatario filipino, su atractivo e imagen desenfadada —es el único de los hermanos (Paolo, de 41, y Sara, de 38) que no está metido en política, pese a ser lo que estudió en la universidad— le ha convertido en un fenómeno social entre sus coetáneos.
Y tal vez en un filón televisivo. Una cadena filipina (TV 5) ha comenzado este fin de semana a emitir un reality de viajes con él como protagonista: Lakbai (“viaje”, en tagalo), con el que prometen “diversión y aventura”. “Es un reality para gente con los pies en la tierra y amante de la naturaleza”, aseguró la directora de contenido de TV 5, Mellannie Yazon-Tolentino. “[Baste] se embeberá de otras culturas y conocerá a gente diferente de los sitios más inesperados”, añadió.
Un programa que fácilmente será más inocuo que cualquier intervención de su padre. El exalcalde de Davao tiene especial devoción por dedicar improperios a figuras de peso mundial. No titubeó al llamar “hijo de puta” a Barack Obama cuando este era aún presidente, provocando una crisis diplomática, ni se ruborizó al dirigir el mismo exabrupto a los obispos del pío país por oponerse a su cruzada contra los estupefacientes. Por no mencionar que se regodeó de que él mismo mataría a su hijo si este consumiera drogas.
Pero, al final, ambos parecen estar más cerca de lo que las meras apariencias sugieren. La concupiscencia no le es ajena al patriarca familiar. Casado en segundas nupcias —matrimonio del que tiene otra hija, Veronica, “Kitty"—, Duterte dejó al respetable boquiabierto cuando recientemente defendió, medio en serio medio en broma, la poligamia. “Realmente hay tantas mujeres y hay tan poco tiempo en este mundo. Dios mío”.
Y no solo eso. La pequeña pantalla ha resultado ser otro punto de unión paternofilial. El presidente prepara su propio show nacional (Mula sa Masa, Para sa Masa), en el que explicará sus controvertidas políticas al público. Una dosis de realpolitik que complementa a la perfección la cuota de soft power que el programa de su hijo —y su hijo en sí— suponen para el atrabiliario presidente. De tal palo, tal Duterte.
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