Cifuentes, la Reina y el estilo

Pérez Galdós describe como un “plumaje maravilloso” el vestido de una de las protagonistas de los Episodios Nacionales. Proust dedica largos párrafos en su obra En busca del tiempo perdido a los trajes de la duquesa de Guermantes. Y el propio Antonio Machado considera oportuno dejar constancia de su “torpe aliño indumentario” en uno de sus poemas. Los periodistas intentamos también, modestamente, describir en entrevistas o perfiles al personaje del que nos ocupamos, convencidos de que todos los datos son valiosos para el lector.

Pero, ¿nos centramos demasiado en estos detalles cuando el artículo se refiere a una mujer? Esa impresión le ha producido a un lector, Alejandro Albadalejo del Castillo, una nota sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, publicada el pasado domingo.

“La labor de EL PAÍS en favor de la clarificación de posturas alrededor del género, denunciando la situación de discriminación de la mujer (…) es ejemplar”, escribe, para pasar después a expresar su sorpresa ante alguna de las frases de la pieza Del ‘trío de las Gin-tonic’ a conquistar el poder en Madrid, firmada por Javier Casqueiro. Y cita la siguiente: “Irrumpió con fuerza en aquel antiguo parlamento regional madrileño de la calle de San Bernardo como diputada, con sus irrenunciables tacones, sus chillones modelos conjuntados de Moschino y su pelo rubio, formando parte del trío de las ‘Gin-tonic’, un grupo de diputadas populares que llamaban mucho la atención pero a las que prácticamente nadie en su partido hacía ningún caso”.

“¿Tacones? ¿Conjuntos chillones de Moschino? ¿Ser rubia, como en un chiste plagado de topicazos? No es lo correcto”, se sorprende el lector. “En las cuestiones de género, mal que les pese a algunos, hay que ser escrupuloso”.

Javier Casqueiro, redactor de Política, no está de acuerdo con este análisis: “La idea del texto era transmitir cómo muchos de los que serían posteriormente sus jefes en el PP habían ignorado y hasta despreciado políticamente a Cristina Cifuentes en sus inicios, y aludían con el calificativo del Trío de las Gin-tonic a ese grupo de diputadas a las que veían juntas en la cafetería de la antigua Asamblea de Madrid, de las que pasaban totalmente y que es verdad que tenían una estética especial”.

Respecto a la mención al aspecto y la ropa de la presidenta autonómica, añade: “Las alusiones a ‘hacerse la rubia’ o ‘no sin mis tacones’ son constantes en cualquier entrevista o conversación con Cifuentes. Habitualmente comenta la frase “sin tacones no hay reunión” en entrevistas. Creo que con eso quiere subrayar que a ella le gusta vestir así, y que eso no tiene nada que ver con su feminismo, su independencia y la reivindicación de los derechos de la mujer”.

Entiendo que los detalles que aporta Javier Casqueiro en su nota son útiles para que el lector se haga una idea del pasado político de Cristina Cifuentes. Lo que no tengo tan claro es que fuera necesario insistir en su afición a los tacones o en el color de su pelo, en vista de que no ha cambiado en ese aspecto.

La reina Letizia es quizá la española que más atención mediática recibe. El pasado fin de semana, su asistencia junto al rey Felipe VI a la fiesta del 50º cumpleaños del rey Guillermo de Holanda dio de sí para una larga pieza en la edición digital. En el titular se resaltaba su vestido. Un lector de Chile, Pedro Armendáriz, me ha escrito para protestar: “Me molesta que aludan solo a Letizia para destacar el vestido que luce. Me parece una falta de respeto con las mujeres”.

Mábel Galaz, responsable de Gente y Estilo, explica: “La sección analiza periódicamente los estilismos de la Reina. Normalmente se hace en galerías de fotos. Es una información casi siempre enfocada a su estilo y evolución. Es la sección de España la que se ocupa de la vertiente política del papel de doña Letizia”.

Aunque el papel político de la Reina es bastante limitado por razones constitucionales, cuando se expresa públicamente, como ocurrió el pasado miércoles en la clausura de un seminario sobre Lengua y Periodismo, el diario recoge sus palabras y su indumentaria queda en segundo plano.