111 sombreros para una reina
El Palacio Het Loo presenta una exposición con los tocados que dieron a Beatriz de Holanda una silueta característica y reconocible durante su vida oficial
La reina Isabel II de Inglaterra dijo una vez que los sombreros “son parte del uniforme”. Beatriz de Orange tenía 42 años cuando subió al trono en 1980 y abdicó en 2013. Al principio de su reinado, las holandesas de su edad apenas llevaban ya la cabeza cubierta, así que optó por modelos discretos. Con el tiempo sin embargo, se convirtieron en una seña de identidad con reglas propias: nunca en momentos trágicos, como accidentes o catástrofes naturales, o para el discurso de Navidad; siempre en visitas oficiales y actos de Estado. Escultora aficionada de calidad, la hoy princesa Beatriz solía intervenir en el diseño de sus tocados. Más de un centenar de los mismos se exponen en una muestra titulada Chapeaux, abierta hasta agosto próximo en el Palacio Het Loo, residencia oficial de su abuela, la reina Guillermina, y hoy museo público.
Fiel a sus mensajes, Beatriz de Holanda acudió con la cabeza descubierta a la apertura de la exposición. Un guiño, en unas salas dedicadas a repasar la evolución de su regia cabeza a lo largo del tiempo. Para que nadie las pierda de vista en público, otra de las funciones del sombrero, los de las reinas no deben volarse nunca. Si un modelo corre dicho peligro, se utilizan alfileres decorativos. Una vez sujeto, un sombrero regio tampoco debe distraer la atención del interlocutor. Pero aquí, Beatriz, madre del actual soberano, Guillermo, ha seguido su propio camino. En algunos momentos, el adorno capilar ha superado con creces expresiones como “la reina es la que lleva el sombrero”, para convertirse en un “¡vaya sombrero que lleva la reina!”. Es el caso, por ejemplo, de un modelo de gran tamaño confeccionado con plumas azules y negras lucido por Beatriz en la boda de su malogrado hijo Friso con Mabel Wisse Smit, en 2004. (El príncipe falleció en 2013, un año después de haber sufrido un accidente de esquí que le dejó en coma profundo). Ejecutado por Suzanne Moulijn, una de sus sombrereras de cabecera, el armazón es de paja y por lo tanto ligero. Fibras vegetales como la de plátano, y sisal (agave sisalana) predominan en la manufactura.
Modelos
Hay otro sobrero, más discreto, de fieltro rojo con adornos negros y un bucle en la parte de atrás, firmado por Emy Bloemheuvel. Igualmente de hechura perfecta, puede ser fotografiado desde cualquier ángulo. Harry Scheltens completa el trío de diseñadores favoritos y su trabajo cumple con los deseos de la clienta: dejar el rostro libre. De ahí que sus trabajos parezcan a veces torres, y sean lo bastante grandes como para dotar a Beatriz de Holanda de la silueta reconocible que buscaba.
“Son para una soberana, no los llevaría una holandesa media. La reina de Inglaterra tiene una gran corona de oro y diamantes. La holandesa llevaba los sombreros como si fuera coronada”, según Paul Rem, conservador del Palacio Het Loo. Solo una vez ocultó Beatriz su rostro tras el ala de un sombrero. Fue en 2002 durante el funeral de su esposo, el príncipe Claus.
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