Filipinas, corazón latino en el sudeste asiático
Las islas vírgenes, sus playas paradisíacas y el buceo entre tiburones han convertido al archipiélago en el destino de moda de la región
En los últimos años, el archipiélago filipino se ha convertido en el enclave más de moda de la región más de moda, el sudeste asiático. Armas no le faltan: cuenta con playas de ensueño, una abundante y variada vida marina y paisajes paradisiacos. Y no solo eso. El pasado colonial español del archipiélago ha quedado reflejado, además de en los nombres y apellidos que dejan entrever ancestros comunes y en las palabras castellanas que aún se usan, en que es el único país mayoritariamente católico de todo el continente. Una nación de islas salpicado de templos construidos en coral y madera. Parte de su gastronomía sigue también casada con esta historia compartida, pues su origen se remonta a ese tiempo en el que un galeón cruzaba el Pacífico uniendo Acapulco y Manila, acercando los dos continentes. Todo esto hace de Filipinas un lugar único, especial y pintoresco, y de sus habitantes los más abiertos y latinos de toda esa zona del mundo. Además, les encanta divertirse, lo que hace que todo aquí sea mucho más agradable. Aunque la elección del polémico Rodrigo Duterte como presidente ha colocado al país en el epicentro de la controversia, Filipinas sigue siendo un lugar tan mágico que provoca en el viajero un síndrome de Estocolmo difícil de superar. La única cura es volver. El país nos recibirá siempre con los brazos abiertos.
Manila, colonial y moderna
Intramuros es el resquicio colonial del país. Casonas, iglesias y la catedral de Manila llenan esta zona de calles empedradas y estrechas muy cerca del Parque Rizal y del Museo Nacional. Pero Manila, llena de contrastes, también cuenta con zonas emergentes como Makati y Bonifacio Global City (BGC), modernos centros culturales y económicos, plagados de hoteles de superlujo, tiendas exclusivas, restaurantes y vida nocturna. En Makati encontramos el Greenbelt, maxicomplejo de ocio y compras que abarca varias manzanas, abarrotadas de restaurantes, y el Museo Ayala, uno de los más importantes del país. Por la noche en Makati hay que darse una vuelta por el antiguo barrio rojo, con sus luminosos de neón y terrazas reconvertidas en locales de moda. En BGC, el nuevo motor económico filipino, está High Street, donde se encuentran las tiendas más lujosas de la ciudad y los restaurantes y locales más modernos, desde el Rocket Room hasta el exclusivo The Palace Nightclub. En Manila estuvimos con Carlos y Kino, los dos andaluces tras Destino Filipinas (www.destinofilipinas.es), una agencia de viajes personalizada.
Bucear con tiburones
Al sur de la isla de Cebú, la segunda más poblada del país, encontramos Oslob, un santuario para los peces más grandes del planeta, los tiburones ballena. Allí hay alojamientos de lujo como Bluewater Sumilon Island, un resort ubicado en un atolón coralino a cierta distancia de la isla principal y donde se pueden practicar actividades al aire libre como rafting o snorkel. Aunque sin duda la actividad estrella es bucear entre tiburones, ya sea haciendo snorkel o practicando el submarinismo con bombona.
Ecoturismo en Bohol
Es la isla vecina a Cebú, y se llega hasta ella en ferry o en vuelo interno desde Manila. En Bohol, rural y tranquila, el ecoturismo tiene mucho que decir. Pero lo que la hace distinta es un conjunto de colinas redondeadas situadas en el centro de la isla y conocidas con el goloso nombre de Chocolate Hills. En Panglao, una isla menor unida a Bohol por un puente, es donde se encuentran la mayoría de los resorts y las mejores playas, como Libaong Beach. Aquí encontramos hoteles de lujo como el Bellevue o el Bohol Bee Farm, un resort pintoresco y familiar. Para salir de copas en Panglao tenemos la zona de Alona Beach, llena de bares y restaurantes donde poder comer barbacoa en la misma playa. No hay que irse sin visitar Balicasag, una isla virgen situada cerca de Panglao donde es posible nadar con delfines o bucear en sus increíbles paisajes subacuáticos llenos de vida.
El Nido, Paraíso en la tierra
Situado en la punta norte de la isla de Palawan, la más occidental de Filipinas, El Nido está considerado uno de los rincones más bonitos del mundo. Desde Manila se vuela a Puerto Princesa y aún quedan para llegar seis horas por carretera, lo que ha mantenido el aislamiento de la zona. Una vez allí es imprescindible visitar las islas y disfrutar de su exuberancia, sobre todo de sus espectaculares atardeceres. Uno de los mejores miradores donde coger sitio para contemplarlos está en Corong Corong Beach. En dirección norte, nos encontraremos con playas prácticamente vírgenes, como Nacpan Beach, con más de cinco kilómetros de arena fina y aguas cristalinas y donde solo es posible llegar en moto o triciclo.
Corón, la joya aislada
Llegar a Basuanga, la isla que está enfrente de Corón, es posible en ferry desde Palawan o en un vuelo desde Manila. Corón Island es otro paraíso para el buceo, con el típico paisaje cárstico del sudeste asiático y barcos de la Segunda Guerra Mundial hundidos a pocos metros de la superficie a los que es posible entrar en nuestra inmersión. Las playas parecen sacadas de una postal y poder nadar en esas aguas color turquesa es una experiencia irrepetible. Seguramente sea la isla donde el ocio, aparte del submarinismo, sea el más limitado. No hay muchas opciones más allá de las tradicionales barbacoas y tomar unas cervezas a pie de playa. Para alojarnos hay que volver a la isla de Basuanga.
Volar era esto
Una de las mejores opciones para llegar a Manila es Turkish Airlines, elegida en 2016 Mejor Aerolínea de Europa por sexto año consecutivo en los premios Skytrax World Airline. Las conexiones desde España con escala en Estambul son diarias, si bien la frecuencia depende del aeropuerto de origen. Hay salidas desde Bilbao, Madrid, Málaga, Barcelona y Valencia, con precios que van desde los 629 euros, IVA incluido. Atatürk, el aeropuerto de Estambul, es gigantesco pero manejable, y las escalas de la compañía turca son rápidas y eficientes. La flota es moderna y cómoda, con un servicio en cabina sobresaliente y menús de chefs internacionales que les han valido los premios al Mejor Servicio de Comedor en un Business Class Lounge y Mejor Catering a Bordo en Business Class. ¿Recuerdan cuando volar era un placer? A esto se referían.
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