Poco estimado terrorista...
Los musulmanes no reconocemos a los que asesinan en nombre del Islam como nuestros hermanos. Los reconocemos como personas desviadas mental y espiritualmente
Poco estimado terrorista:
He decidido escribirte dada la fama que has conseguido estos últimos años abriendo graves heridas en miles de corazones. Te escribo en representación de un multitudinario colectivo: los musulmanes. Como creo que ignorarás, el Islam no tiene ninguna nacionalidad, por lo que todo hijo de Adán puede ser un musulmán. Así que no te hablo en nombre de los musulmanes árabes sino de todos los musulmanes, cualquiera que sea su nacionalidad, su color de piel, su habla y su ascendencia. Al final, lo que resume nuestra existencia es que todos somos descendientes de Adán y Eva. Tú, yo y todos. Pero somos diferentes y, por lo tanto, pensamos diferente. Pero no nos equivoquemos, pensar diferente no justifica actuar mal o agredir a otras personas.
El Islam se nos reveló como el último capítulo de la religión monoteísta revelada al último profeta: Muhammad (al que otros mal llaman Mahoma). Antes, Dios o Allah ya nos envió varios mensajeros para concienciarnos del mensaje divino y nuestra obligación en esta vida. Cada uno de los profetas tuvo sus seguidores y sus enemigos, pero no por ello empezaron a predicar el mal; siempre fueron conscientes de su relevancia en el mundo y sentían y cumplían con los mandamientos divinos para hacernos espectadores del perfil de una persona correcta: para ser nuestros guías.
El Islam, y las otras religiones monoteístas nunca declararon la guerra injustificadamente, ni mataron algún inocente, ni mandaron hacer injusticias que pudieran ocasionar desigualdades. Sin embargo, vosotros sois la imagen de lo peor. Y no se trata de lo peor de la religión, sino lo peor de la vida. Os sentís con el derecho de falsificar los testimonios proféticos y de quitar vidas a seres inocentes. Perdonad que os lo diga pero esto no es ni religión ni islam, es barbarie. No sois yihadistas, sois terroristas. El yihadismo es superar los obstáculos para fomentar el islam. El yihadismo es ser capaz de ser musulmán y difundir el mensaje del islam en un contexto adverso. Yihadismo no es matar. Así que ni os llaméis yihadistas ni digáis abanderar el islam. Sois el antiyihad.
Para mí, y para la mayoría, con vuestros suicidios hacéis un favor a la humanidad pero, desgraciadamente, provocáis desgracias en personas ajenas a vosotros que nada tienen que ver con vuestras denuncias.
Antes de mataros y asesinar a gente proclamáis las sagradas palabras de “Alláh es Grande”. ¡Qué manera más sucia e indecente de adorar a Alláh! ¿Os pensáis que Alláh es más grande o pequeño con vuestras acciones? ¿Realmente pensáis que matando a gente inocente vais a entrar en el paraíso? La respuesta es NO. Alláh es ajeno a vuestra causa. Habéis errado en el qué, el cómo, el dónde y el quién. Si queréis perder la vida existen muchos acantilados con unas bellísimas vistas. Pero si lo que pretendéis es fomentar el Islam, ello se hace con buenas acciones, siendo un buen vecino, una buena persona y un buen musulmán: no permitiendo injusticias ni desigualdades (y cuando las hubiere, luchar contra quienes la provocan, no contra los inocentes).
Antes se ganaban elecciones insultando y estigmatizando al inmigrante; hoy se hace lo mismo con los musulmanes
Así nos lo enseñaron los profetas y así es el mensaje de Dios. El islam es una religión de paz. “No hay coacción en la práctica de Adoración, pues ha quedado claro cuál es la buena dirección y cuál el extravío. Quien niegue a los ídolos y crea en Allah, se habrá aferrado a lo más seguro que uno puede asirse, aquello en lo que no cabe ninguna fisura” (Corán 2:256). El mensaje es claro: fuimos creados, tanto hombres como mujeres, para creer y adorar a Dios y quien predique con el ejemplo entrará al paraíso, quien no, no. Y, visto lo visto, vosotros no seguís las palabras de ningún profeta. Sois seguidores de alguien que os adoctrina a su gusto o, quién sabe, si sois meros mercenarios que os matáis y asesináis a otros por dinero.
Los musulmanes no os reconocemos como nuestros hermanos. Os reconocemos como personas desviadas mental y espiritualmente. Por vuestra culpa se está ensuciando el nombre del Islam, por vuestra culpa el mundo no sabe qué predica el islam, por vuestra culpa habéis dividido el islam, por vuestra culpa muchas personas han perdido la vida en vano, por vuestra culpa se han desviado muchas personas y otras han huido del islam, por vuestra culpa los musulmanes somos catalogados de criminales y terroristas además de las discriminaciones que ya sufríamos, por vuestra culpa se han levantado guerras… Por vuestra culpa el malo parece bueno y el bueno parece malo. Os sentiréis orgullosos de vuestras obras, imagino. Ojalá, algún día, seáis conscientes del mal que provocáis al Islam y a la humanidad. Ojalá, algún día, volváis al camino correcto. Ojalá, algún día, las familias de las victimas cobren por sus pérdidas.
El Islam no tiene nada que ver con el terrorismo ni la violencia. Para nosotros, el terrorismo, a parte de lo que hacéis, es la propaganda islamófoba que abanderan estos últimos años los países occidentales. Antes se ganaban elecciones insultando y estigmatizando al inmigrante; hoy se hace lo mismo con los musulmanes.
Tengo claro que tanto los terroristas como los países occidentales están utilizando la doctrina del miedo o terrorismo para conseguir sus sucios y malvados propósitos. Lo que consiguen ambos es crear conflictos, divisiones y discriminaciones absurdas por las diferencias que tenemos algunos seres humanos. No se puede ni debe obligar a nadie a que sea musulmán, pero tampoco se puede ni debe obligar a nadie a ser ateo y tener que elegir entre dejar su religión de lado e integrarse en el país occidental donde reside. Lo que caracteriza a la humanidad es su diversidad. Hemos llegado donde hemos llegado gracias a las aportaciones y trabajos multiculturales. Hemos llegado a la Luna gracias a científicos de más de doce nacionalidades. La construcción del conocimiento y la cultura general ha sido gracias al trabajo conjunto de todos. Todos sumamos y, quien diga lo contrario, miente.
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