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Alec Baldwin: “Durante años he sido mi peor enemigo”

El actor reflexiona sobre Donald Trump, su familia y su nueva biografía

Alec Baldwin, el pasado día 6.
Alec Baldwin, el pasado día 6.Vera Anderson (WireImage)

Alec Baldwin tiene demasiados puntos en común con Donald Trump. De temperamento volátil, sus comentarios en Twitter han mostrado su peor cara. Ambos vecinos de Nueva York, el actor también sintió la prensa por enemiga. Y sin utilizar los mismos términos soeces que dedicó el actual presidente de Estados Unidos a las mujeres, Baldwin fue grabado en 2007 diciéndole a su hija Ireland que era una “cerdita grosera y desconsiderada”.

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 Pero eso era antes. El mes que viene cumple 59 años —“solo me queda un año para los 60”, precisaba en un encuentro con EL PAÍS la semana pasada—, y su único parecido hoy con el magnate es el que le ha conseguido su fama más reciente, personificando al líder estadounidense de tal forma que hasta le han llegado a confundir con el verdadero presidente. “Lo hago para entretener a la gente, ni como forma de resistencia ni para humanizarle. Mi única meta es hacer reír”, se sincera el intérprete. Tampoco es amigo suyo, un hombre que, en su opinión, ha conseguido el mismo efecto “que si te dijeran que un meteorito se va a chocar con la Tierra”. “No voy a comparar estas elecciones con el 11S, pero no había visto a los neoyorquinos tan desesperados desde entonces”, asemeja. Él se declara demócrata, “no el blanco millonario de mediana edad” que tantos asocian con el actual presidente. “Todo el mundo asume que soy 10 veces más rico de lo que soy, que vivo un tipo de vida que no vivo y que me paso el día volando en un jet privado cuando cuento las veces que me he montado en uno con los dedos de las manos”, afirma mostrando sus palmas como prueba.

Para lo que ha dicho y hecho años atrás, pocos suenan tan cuerdos y serenos como el Baldwin actual. Pero como proclama el candidato al Oscar por The Cooler (2004) o el jefe de la serie Rockefeller Plaza, hoy no le importa lo que la gente piensa de él. “Lo único que quiero es estar en casa con mi esposa y mis hijos”, resume. Habla de la española Hilaria Thomas y de los tres hijos que ha tenido en los últimos tres años y medio, Carmen, Rafael y Leonardo. “Estamos hasta arriba de niños”, se ríe recordando que al más pequeño pensaron en llamarle “El último”, así, en castellano. Es como habla Hilaria a los niños. Tanto que Carmen, a sus 3 años, le toma el pelo a su padre porque solo habla inglés. “Ella sí que es la jefa”, comenta Baldwin parodiando su último trabajo en la película de animación Baby Boss. “Todas las mañanas nos da una rueda de prensa y por la tarde nos dice qué tal lo hemos hecho”, describe su tiempo en familia.

A su familia le dedica el nuevo libro que acaba de escribir, Nevertheless, su segunda biografía, esa en la que, como dice, ha perdido toda su vanidad. “Quiero que mis hijos sepan lo que es la felicidad. No es cosa fácil. La gente con más dinero no es necesariamente la más feliz. De hecho, los estadounidenses estamos demasiado obsesionados con el dinero y el poder y no nos fijamos en lo importante que es ser feliz”. “Durante años he sido mi peor enemigo”, resume el nuevo Baldwin hablado abiertamente.

Su nuevo libro habla de los mejores momentos y de los más duros, “de lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo”. Y, contra todo pronóstico, el final de su matrimonio junto a Kim Basinger —del que ya escribió en su libro de 2008— no está al frente de esta lista. “Lo más duro es que nunca hice lo que debía con mi carrera. Me dediqué a perseguir el dinero”, confiesa. Al menos lo dice con un cierto sentimiento de final feliz. “Sin decir nombres, es fácil pensar en una docena de estrellas que en las últimas décadas destruyeron su matrimonio por luchar por sus carreras. Es un juego difícil”, resume ahora feliz en un hogar que vibra con la música de Luis Miguel y Shakira y por el que lo da todo, incluso su carrera.

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