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¡Qué gustazo por detrás!

El ano tiene más terminaciones nerviosas que la vagina

A las mujeres les cuesta confesar en público las relaciones anales, máxime si los amantes han sido fortuitos. Los hombres, solo los homosexuales lo reconocen. De los juguetes anales, casi ni hablamos.

Sexo anal placentero para todos.
Sexo anal placentero para todos.Getty Images

A la hora de contar que hemos tenido una aventura pocos son los que mencionan el sexo anal; ojalá reconociéramos con naturalidad que nos encantó que fulanito (o menganita con un arnés o un dildo) nos diera por culo. La sodomía es la tercera práctica sexual que más practicamos después del coito y el sexo oral. Y que nos gusta explorar al respecto es más que evidente, aunque las reticencias a reconocerlo las tienen hasta los propios médicos.

Así que... ¿Qué tal si hablamos de buenas enculadas?

Lo primero, pongámonos cómodos. Enfrentarse al momento de que te metan algo por el culo, cuando menos, abruma. La culpa la tienen las heces. Pero relájense, un excelente síntoma de salud es defecar. Así que comencemos por asear nuestro recto con algo tan sencillo como una perilla. Sí, como la que tenía nuestra abuela para luchar contra el estreñimiento. Si no, no se extrañen si en mitad del acto sienten la imperiosa necesidad de salir corriendo al baño.

Si son hombres, están de suerte. A su punto de máximo placer, el punto P (inicial de próstata), solo se accede de un modo: por el culo. Y si son mujeres, insisto: el ano tiene más terminaciones nerviosas que la vagina.  El sexo anal debe practicarse con preservativo, sobre todo entre parejas heterosexuales. No solo por limpieza; también porque las bacterias de la vagina son igualmente contaminantes.

Al punto P solo se puede acceder por un sitio
Al punto P solo se puede acceder por un sitioGetty Images

Entrenémonos; practiquemos a solas para que la sodomización sea placentera. ¿Cómo? Con todo el repertorio de juguetería erótica anal que tenemos a nuestra disposición. Recurran al maravilloso mundo de los lubricantes y elijan el más adecuado para el momento, dependiendo de los preservativos y juguetes que usen. Todos los artilugios que sirven para el placer anal tienen un anillo o un tope, ¿saben por qué? Porque igual que la vagina tiende a expulsar, el recto, succiona. Es necesario que cualquier cosa que vayamos a introducir en él no pueda escapársenos de los dedos. Déjense de experimentos de esos que terminan en urgencias de un hospital y comencemos.

1.- BOLAS TAILANDESAS: El día que me presentaron las bolas tailandesas, casi me da un espasmo. Lo más oriental en bolas que conocía eran las bolas chinas y ya las había convertido en mis aliadas para fortalecer el suelo pélvico. Las tailandesas son iguales pero ensartadas en una ristra más larga y las hay todas del mismo diámetro o desde el tamaño de una canica hasta medio puño. Métanse en la bañera con agua tibia, mastúrbense (solos o acompañados), jueguen y vayan introduciéndose por el ano las bolas. El agua templada y la excitación ayudarán a que entren y no se preocupen, nuestros intestinos miden siete metros. Ahí cabe de todo.

Jueguen, mastúrbense, tóquense, dejen que les toquen y córranse. Aprovechen los espasmos de los orgasmos para ir sacando una a una las bolas, desde la más grande hasta la más pequeña, que saldrá casi con toda probabilidad, en los estertores de los espasmos. A-L-U-C-I-N-A-N-T-E.

2.- PLUGS ANALES: La traducción exacta de plug es enchufe. Y efectivamente, enchufan. Se trata de un pequeño cono, por supuesto con un tope, que introducimos en el ano con lubricante. Los hay de diferentes materiales, siendo los de PVC, metálicos o vidrio los mejores. Fáciles de limpiar y no retienen olor alguno. Algunos son tan divertidos que tienen al final algún elemento decorativo: desde colas de zorro hasta ventosas. ¿Ventosas? Sí, no siempre se usan a solas y a veces un alicatado hasta el techo viene estupendo para ronronear en la bañera...

Por cierto, se han fabricado hasta comestibles y la última moda es llevar plug anal (de los habituales) durante horas un día cualquiera: ir al trabajo, recoger a los niños y hasta cenar con los suegros enchufados.  ¡Vamos, valientes!

3.- ARNÉS: Si son dos mujeres las que están en la cama, viene estupendo tener un arnés. Las penetraciones son gozosas y ser lesbiana no implica tener que prescindir de ellas. Un arnés es una polla en un cinto que una de ellas se coloca para penetrar a la otra. Por delante y por detrás, a gusto de las consumidoras. Y es el mismo artilugio que usan las mujeres para penetrar a sus hombres. Tranquilos, señores, su heterosexualidad sigue a buen recaudo. Y encima serán de los listos que disfrutarán en cuanto estimulemos su próstata con el artilugio. Verán como no se arrepienten.

 4.- DILDOS Y VIBRADORES ANALES Si la juguetería erótica ha evolucionado, no saben hasta qué punto en el tema del sexo anal. Los vibradores y dildos anales se llevan la palma. Los hay dobles, para estimular vaginal y analmente en el mismo impulso, los hay para disfrutar a la vez con la pareja, ambos a cuatro patas acercando sus cuerpos ensartados por el mismo dildo... Otra variedad es el anillo con dildo que el hombre se engancha por debajo de los testículos y que sostienen un pene, normalmente, de menor tamaño que el suyo, que permitirá la doble penetración con la mujer.

¿No queríamos un trío con dos hombres? ¡Practiquemos, pues!

El sexo anal "engrandece" las vergas pequeñas
El sexo anal "engrandece" las vergas pequeñasGetty Images

Después de este entrenamiento previo, no hay verga que se nos resista. Bien sé que el problema del sexo anal radica en el tamaño del miembro que intente hacer las incursiones. Por eso es imprescindible que aprendamos poco a poco a dilatar nuestro ano, que nos relajemos si pretendemos pasárnoslo de vicio. Una buena idea es hacerse el entrenamiento en pareja; ayuda bastante para terminar ensartados...

Miren el lado práctico: la primera decepción que podemos llevarnos al comprobar que nuestro amante no calza lo que esperábamos... Se diluirá como la espuma si lo guiamos hasta el orificio adecuado. Y es probable que a él no le importe lo más mínimo...

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