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Un refugio contra traumas Alejados de los flashes del público, medio centenar de chimpancés conviven en el santuario de Sorocaba, una ciudad brasileña que se ha convertido en un refugio para grandes primates que han sufrido traumas durante su paso por zoológicos y circos En lo alto de una torre de cemento, Dolores, una chimpancé de 20 años, da saltos de manera compulsiva, aplaude y grita incesantemente ante la indiferencia de algunos de sus compañeros. Son las secuelas de su vida circense, que la dejaron "completamente loca", según cuenta el cubano Pedro Ynterian, propietario de esta reserva situada en el interior de Sao Paulo. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) La iniciativa surgió hace dos décadas y se profesionalizó en el 2000, cuando decidió asociarse al Proyecto Protección a los Grandes Primates (GAP), un movimiento internacional que lucha por el derecho a la vida, la libertad y la "no tortura" de los chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) Al igual que en los zoológicos y circos, en el templo sagrado los animales están en cautiverio, pero las condiciones, resalta Ynterian, son distintas: no sufren el estrés del público, el tamaño de las instalaciones es superior y la alimentación es ilimitada. En la imagen, el chimpancé Guga juega con una revista. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) Los chimpancés son los principales protagonistas de este santuario de medio millón de metros cuadrados, pero en el que también conviven otros tipos de simios, aves, leones y osos rescatados por las autoridades regionales de circos y zoos, así como de redes de tráficos de animales. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) En Sorocaba, los chimpancés viven en una especie de fortaleza construida con muros de cemento, dividida en diferentes compartimentos en los que habitan los ejemplares del mismo grupo. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) En el refugio, los primates disponen de todo tipo de comida, pero al igual que lo humanos -con quienes comparten el 99,4 % del ADN- tienen sus preferencias: pastel de pollo, refrescos y yogur de zanahoria, naranja y miel. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) En 2009, la Unión Brasileña de Circos Itinerantes (Ubci) presentó una denuncia contra el santuario acusándolo de realizar experimentos contra el Sida, pero una investigación posterior descartó posibles irregularidades, confirmó a Efe el Ministerio Público (MP) de Sao Paulo. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) Samantha, una de las chimpances, en el santuario. FERNANDO BIZERRA JR (EFE) El doctor Ynterian llega al santuario a las 3 de la madrugada y prepara diariamente la comida de los chimpancés, a los que considera parte de su familia, especialmente a Guga, un macho dócil y juguetón de 16 años que ha crecido en el refugio. FERNANDO BIZERRA JR (EFE)