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Un chal, unos tacones, y poco más

Solo Cuca Escribano, Candela Peña, Dani Rovira y Ana Belén, dedicaron parte (muy breve) de su discurso a reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres

Isabel Valdés
Cuca Escribano en la XXXI edición de los Goya.
Cuca Escribano en la XXXI edición de los Goya.Francisco Seco (AP)
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Se dio la vuelta sobre la alfombra roja, dando la espalda a las cámaras y, sujetando el chal, abrió los brazos. “Más personajes femeninos”, se leía sobre el bordado. La actriz Cuca Escribano (Madrid, 1973) se convirtió en la primera voz feminista de la XXXI edición de los Premios Goya: “Hay un 52% de mujeres en la sociedad y solo un 20% de papeles femeninos en el cine”. Poco después Candela Peña también usaba los micrófonos previos a la gala para reivindicar igualdad: "Que trabajen más las mujeres. Tenemos apenas un 25% de presencia en pantalla. Y eso que España tiene una gran tradición de actrices".

Durante la siguiente hora los nombres de mujer se pronunciaron solo para que presentasen y entregasen alguno de los premios, y eso sí, en todos y cada uno de los agradecimientos, como soporte o como apoyo o como impulso, todas como palanca de empuje a los demás. Raúl Arévalo fue el primero, al recoger el Goya a la Mejor dirección novel por Tarde para la ira, recordando a su madre, a su hermana Tamara, a Alicia, a Melina (su pareja) y a Beatriz Bodegas (su productora, y a la que él llama “hada madrina”): “Mujeres fundamentales en mi vida y en algunos de los procesos de esta película”. 

Pasaron por el escenario muchos otros premiados, todos daban las gracias a sus hijas, a sus madres, a sus parejas, a sus abuelas, a sus tías, a sus amigas. Subió David Martí a recoger el Goya al Mejor maquillaje y peluquería por Un monstruo viene a verme, nominado junto a Marese Langan, su mujer, pero ella no estaba. “Está trabajando”, dijo Martí. Subió una mujer en lugar de Eugenio Caballero, Goya a la Mejor dirección artística también por la película de Bayona, para leer un whatsapp que Caballero le había enviado. Subió Carlos Santos, Goya al Mejor actor revelación por El hombre de las mil caras, y nombró a Laura, su hermana: “Ella hoy no puede estar aquí, en el Día Mundial contra el Cáncer, sobran las palabras. Laura, te quiero, esto es para ti”. Subió Yvonne Blake, la presidenta de la Academia, y no pronunció ni una sola frase dedicada a las diferencias, a la necesidad de un equilibrio en las cifras, al empoderamiento.

Dani Rovira durante su "momento feminista".
Dani Rovira durante su "momento feminista".Jaime Villanueva

Aparecieron entonces unos cuantos tacones en un primer plano que, al abrirse, mostraba a un Dani Rovira poco ducho sobre unos stilettos rojos. Un hombre andando sobre unos tacones para poder ponerse en “nuestros zapatos”. Tal vez sea una buena metáfora, buscada o no, de cómo siguen ellas pasando por la historia, y por la vida: haciendo equilibrios, callo y rozadura, no estando nunca del todo cómodas, soportando horas con más esfuerzo que el resto, con dolor pero con aguante.

“Os admiro, hasta que no pasan cinco horas no lleváis los zapatos en la mano, yo en cinco minutos voy a tener los dientes en el suelo. ¿Por qué me pongo tacones? Para ponerme en vuestros zapatos, cada año se reivindica lo mismo y cada año es necesario, hay que reivindicar el papel de la mujer en todos los puestos de la sociedad y sobre todo, hay que seguir reivindicando que las mujeres ocupen puestos de toma de decisiones. En el cine siguen haciendo falta mujeres que hagan películas, con mujeres, para mujeres, para todo el mundo… Y aunque este año los datos han mejorado y se igualan un poco, sigue habiendo mucha diferencia”.

Y Rovira siguió y dio esos datos: en 2016 hubo 303 actores y 230 actrices trabajando en cine, 78 directores y 18 directoras. Eso en 2016, y en toda la historia de los galardones, por cada cinco premiados solo una es mujer.

Ana Belén, Goya de Honor de la XXXI edición de los galardones.
Ana Belén, Goya de Honor de la XXXI edición de los galardones.Ballesteros (EFE)

Siguieron pasando cosas. Le llegó el turno a Silvia Pérez Cruz, que cantó por los desahuciados con su Goya a la Mejor canción original bajo el brazo, Ai, ai, ai en Cerca de tu casa. Y luego Sandra Hermida Muñiz recogió su cabezón a la Mejor dirección de producción por Un monstruo viene a verme empezando con un “estoy orgullosa de estar aquí como mujer, como técnica y como cineasta”, pero no se alargó más. Tampoco Anna Castillo, la ganadora más joven de esta edición, mejor actriz revelación por El Olivo, usó sus minutos —unos de los más largos en los agradecimientos— para  comentar que, en esta edición, Nely Reguera (directora novel) e Isabel Peña (coguionista) fueron las únicas mujeres nominadas en cuatro de las grandes categorías; o que las mujeres solo llegan al 50% en vestuario y maquillaje; o que jamás una mujer ha ganado el cabezón a Mejor película europea.

Hasta que llegó Ana Belén y se preguntó por qué a las mujeres aún les cuesta tanto trabajo ser reconocidas al mismo nivel: "Incluso en una profesión liberal y abierta como la nuestra. Ya sé que estamos mejor que 50 años atrás, pero se me escapa la razón por la que sigue habiendo tan pocas mujeres en el cine, creo que si no hiciesen falta para interpretar a esas mujeres que aparecen en las películas no harían falta ni las que estamos. Aunque en estos últimos años ha habido muchas incorporaciones, todavía están muy por debajo de lo deseable para que exista la igualdad”.

La gala siguió una hora (larga) más, y sus discursos, desde una perspectiva de lucha dialéctica, también estuvo muy por debajo de lo deseable. Cuanto más se acercaba el final, y ya después de que Emma Suárez recogiese su segundo cabezón en una noche (Mejor actriz de reparto y Mejor actriz), las probabilidades descendían. Entonces llegó el gordo, la Mejor película, el último de la noche. Subió Beatriz Bodegas, la productora de Tarde para la ira, a la que Raúl Arévalo llama hada madrina. El rostro final fue el de una mujer recogiendo el máximo galardón, pero no se habló de igualdad, ni de cuotas de género, ni de techos de cristal. Se habló poco y en ese poco todos pasaron de puntillas, sin apenas pasión ni emoción, descafeinado y ligero.

Y así cerró la gala, con 28 hombres con Goya, y siete mujeres. En 2016, fueron 31 y 5. Quizás alguien diga mañana que esto de la igualdad va a mejor.

Beatriz Bodegas

Mejor película


Bodegas recogió el último de los galardonas, el Goya a la mejor película por Tarde para la ira, que dirigió Raúl Arévalo.

Emma Suárez

Mejor actriz, Mejor actriz de reparto


Julieta le ha valido a Suárez el cabezón como mejor actriz en esta XXI edición, y La próxima piel le ha dado el de mejor actriz de reparto.

Silvia Pérez Cruz

Mejor canción original


Pérez Cruz cerró su discurso cantando, después de recoger su Goya a la Mejor canción original por Ai, ai, ai de Cerca de tu casa.

Anna Castillo

Mejor actriz revelación


Fue la más joven sobre el escenario, espontánea y muy emocionada recogió su galardón como Mejor actriz revelación por El olivo.

Sandra Hermida Muñiz

Mejor dirección de producción


Un monstruo viene a verme le dio a Sandra Hermida Muñiz el Goya a la Mejor dirección de producción.

Paola Torres

Mejor diseño de vestuario


Torres no estuvo presente durante la Gala, en su nombre, Carlos Díez recogió su cabezón al Mejor diseño de vestuario por 1898. Los últimos de Filipinas. En la imagen, el boceto con el que la Academia anuncia el galardón.

Marese Langan

Mejor maquillaje y peluquería


Langan fue otra de las premiadas que no pudo estar en la Gala. En este caso fue David Martí, que comparte con ella el galardón a Mejor maquillaje y peluquería por Un monstruo viene a verme, quien lo recogió. En la imagen, Langan recogiendo un Bafta por La Dama de Hierro en 2012.

Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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