¿Las ideas están en el aire?
¿No puede ser que las ideas estén en el aire y que dos genios del humor coincidan felizmente dando forma a un chiste casi idéntico?
Alumbré una idea para un monólogo y se la comenté a mi amigo Ernesto Sevilla. "Yo tengo un primo —comencé a decirle— que pronuncia muy mal, casi balbucea cuando habla. Bueno, pues cuando bebe, progresivamente, se le va arreglando el problema; así, se va echando copas al coleto hasta que su dicción es exquisita —esto último se lo escenifiqué—". El Benjamin Button de los borrachos, le llamo. "Muy bueno —me dijo—, pero es igual que un sketch de José Luis Coll". "Que se parece un poco te refieres", le contesté. "No, que es IGUAL", repitió. "Igual, ¿cómo?", insistí. "IGUAL, IGUAL", concluyó.
¿Ustedes qué piensan? —queridos lectores— ¿debería renunciar a la broma? ¿desterrarla definitivamente?
¿No puede ser que las ideas estén en el aire y que dos genios del humor coincidan felizmente dando forma a un chiste casi idéntico?
Además, no estoy como para ir desprendiéndome de ocurrencias así como así. Hace unos años era un torrente de creatividad pero ahora las ideas se destilan con mucha dificultad. Que tengo poquitas, quiero decir.
Piénsenlo y háganme llegar sus conclusiones por ondas mentales.
Por cierto, que conocí al gran José Luis Coll; actué antes de que él recogiera un premio que le daban en Móstoles. Me esmeré sabiendo que me escrutaba desde el patio de butacas. Cuando llegó el momento de su discurso hizo una mención a mi monólogo, textualmente dijo: "La comedia no es fácil, si no que se lo digan al chico que ha actuado antes".
Aún sigo dándole vueltas.
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