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Tentaciones

¿Qué es el cine neoquinqui? Esta es la peli que arrasa en Youtube

Cinco mil euros, seis años de rodaje y un protagonista en la cárcel, así se ha gestado 'Criando ratas', el debut de Carlos Salado y Rubén Ferrández

Un tipo delgado y greñudo se prepara una raya de coca sobre una cisterna rota. Le aborda un colega. Discuten en algún tipo de argot difícilmente comprensible. La droga termina en el suelo. “Mira esta mano”, le dice el primero. Levanta la mano izquierda. “Mira esta mano”. El otro mira, y sin tiempo de reacción, recibe un soplamocos con la palma abierta. Una secuencia que se acerca al millón de visualizaciones y que sirve como teaser de Criando ratas, la cinta que inaugura el género neoquinqui en España y que desde hace pocos días se puede disfrutar íntegramente en Youtube.

“A los 24 años tuve que decidir hacer cortos hasta que alguien me diera una oportunidad o lanzarme a hacer mi película. Era una carrera de fondo porque no había medios, ni equipo, ni dinero, pero de todo eso hicimos nuestro abono”. Carlos Salado, director, y Rubén Ferrández, productor, nos cuentan su aventura a muchos kilómetros de la Colonia Requena y las Mil Viviendas de Alicante, escenarios de su primera película, en un restaurante de moda de la calle Alberto Alcocer. Dos jóvenes que apenas han cumplido los treinta, pero que han dedicado casi una quinta parte de su vida a un proyecto que mezcla su pasión por el cine ochentero de Eloy de la Iglesia y José Antonio de la Loma con una clara vocación social. “Nos conocemos hace 15 años. Yo provengo del mundo de las ONGs, y quizá no tenía ese amor por el cine quinqui, pero sí por la vertiente social. Me enamoró el compromiso de esa historia”, explica Ferrández, pelo bien cortado y camiseta negra.

“Cuando descubrí el género quinqui en la facultad, me fascinó. Gente de la calle, escenarios naturales. Era coger eso y renovarlo, con los chavales de ahora, el argot… pero con un estilo realista, un poco Dogma, renunciar a todo artificio para que sea auténtico”. Carlos Salado, pelo lacio y larguísimo, muy abrigado por los rigores del invierno madrileño, podría estar hablando de cine toda la mañana. Porque sólo un par de tipos así de apasionados podrían dedicar seis años de su vida a un proyecto sin un final demasiado claro, un proyecto que empieza con un sablazo de cinco mil euros a amigos y conocidos: “Hacer una web era la manera más elegante de pedir dinero a nuestras familias y a nuestro entorno. Hemos terminado contagiando la ilusión a los que estaban cerca. Muchos de ellos lloraron con nosotros el día del estreno”.

"Guerrero es un protagonista tan poco convencional que en un punto del rodaje, tuvo que parar un año para ingresar en prisión por sus cosillas"

Una idea, un estilo bien definido, unos cuantos miles de euros… y un protagonista. Ramón Guerrero es El Cristo, un cani de manual, “un tío que todo lo que toca lo convierte en basura”, como define su director, un chico criado en las calles más duras de Alicante, pero con algo especial que traspasa la pantalla desde la primera escena. “Yo a Ramón lo conozco desde los 13 años. Está tocado con una varita. Ha vivido el mundo del narcotráfico muy de cerca, conoce bien el menudeo, pero tiene carisma y eso se traslada en la pantalla. Hay que dar oportunidades a alguien como Ramón Guerrero”, explica Carlos Salado. “Cristo es la suma de muchas experiencias que él ha visto o que ha vivido en primera persona”, completa Rubén Ferrández. Un protagonista tan poco convencional que podía ser el primero en llegar al rodaje y el último en irse, pero que en un punto de la producción, tuvo que parar un año para ingresar en prisión “por sus cosillas”, sonríe Salado, “durante ese año de la cárcel no podía salir a rodar, pero me yo comunicaba con él cada domingo para hablar y soñar lo que sería esta película”.

Fotograma de la película Criando ratas
Fotograma de la película Criando ratas

La carrera imparable del Cristo hacia el desastre es el eje principal de Criando ratas, un camino en el que se cruza con personajes como El Mauri, cuya misión en la vida es conseguir veinte euros para contratar a una prostituta en un descampado, o una banda de búlgaros que podrían haber salido perfectamente del lumpen londinense de Guy Ritchie, pero se mueven por la capital alicantina ante las cámaras de estos chicos que hacen de la necesidad virtud y de la falta de medios, un estilo: “En el rodaje el plan A nunca era posible, era el Z. A veces teníamos el actor, el coche y la cámara, pero el bar en el que íbamos a rodar está cerrado, así que había que agudizar el ingenio. ¡Cojones, pasión y cámara en mano!”, recuerda el director. “La planificación era imposible. Quedas con un actor a las 10 y aparece a las 12, el travelling out se hacía con el cámara metido en un coche marcha atrás. Hemos hecho planos en sillas de ruedas, con patines…”, interrumpe un productor que ha manejado presupuestos muy superiores para el anuncio de 30 segundos de una ONG que para este largometraje de 80 minutos.

Una aventura que iba sumando adeptos año tras año desde su gestación, y que se presentaba en diciembre en La Casa Encendida de Madrid como paso previo, esta misma semana, a su lanzamiento definitivo en la plataforma Youtube.“Mi sueño era que cualquier persona la pudiera consumir. Hay pelis que están para ir a festivales, para hacer taquilla, para entretener… Y nosotros queríamos llegar a todo el mundo a través de Youtube”, razona el joven director, “yo siempre he imaginado a un chaval en el recreo viendo la peli a través del móvil, incluso por partes. ¡O en un parque!”. Seis años después, el sueño se ha hecho película. Ha nacido el cine neoquinqui.

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